Días atrás Bichos de Campo contó el curioso caso de la bodega sanjuanina Familia Azcona, que con más de dos décadas de experiencia en el rubro vitivinícola decidió dar un salto tecnológico y reemplazar sus tradicionales postes de quebracho en las plantaciones, por unas barras de aluminio que prometen “ser eternas”.
La historia detrás de esos palos metálicos se remonta al proyecto que el contador Jorge Digiorgio decidió emprender con un ex compañero del secundario, junto a quien ya mantiene una empresa metalúrgica.
Fue tres años atrás que, buceando en el rubro del aluminio, notaron que en el país había mucho que explotar en torno a su uso en las plantaciones frutícolas con respecto a otros países.
“Los postes en general se utilizan para estructurar la producción de fruta. Nosotros tenemos muchos clientes que lo usan en la vid, pero también se emplean en la producción de duraznos, ciruelas y guindas. La idea es estructurar a la planta cuando es chica, y sobre los postes la planta trepa. Con nuestra empresa analizamos que no había emprendimientos de estas características y apostamos a desarrollar este producto”, contó a Bichos de Campo Digiorgio, quien hoy se encuentra al frente de Alufrut.
“Lo que hicimos fue ponernos del lado del instalador a quien se lo conoce como parralero. En el caso de los postes de madera, una persona puede llegar a poner unos 10 antes de cansarse. Con estos postes de aluminio se pueden colocar 10 o 15 en 20 minutos”, señaló a continuación el emprendedor.
Una de las principales características que tienen estas barras es que no se requiere de un pozo para instalarlas. Las mismas se colocan sobre la tierra húmeda a presión, y requieren de apenas 4 a 5 golpes para quedar fijas en su posición.
Una vez colocadas, a las mismas se les puede adicionar un sistema de reguladores que, en el caso de la vid, ayudan a que la planta trepe hasta llegar a formar un espaldero. Los reguladores permiten que los alambres que cruzan a lo largo del parral se muevan, por lo que se puede ir ajustando su altura a medida que la planta crezca.
Pero además de esta practicidad que generan, detrás de estas barras existe además un trasfondo ecológico clave.
“Las tradicionales plantaciones se basaban en postes de quebracho o de algarrobo en las cabeceras y en el intermedio de las líneas. Eso condujo a que se diezmaran los bosques de esas especies, porque ellas necesitan de 70 a 100 años para podes desarrollarse por completo. Y lo cierto es que el ser humano no suele pensar para las generaciones futuras. Nadie va a plantar un quebracho o un algarrobo pensando en el próximo siglo. Es una triste realidad”, señaló Digiorgio.
Como si eso fuera poco, los postes de madera deben ser tratados con ciertos productos para evitar su deterioro a mano de las inclemencias del clima, de insectos como las hormigas, e incluso de hongos.
“Esos químicos, a través del tiempo, la lluvia y demás, terminan depositados en el suelo, por lo que para emprendimientos de tipo orgánico-ecológico no son convenientes. Los metálicos, en cambio, no requieren de un tratamiento”, sostuvo el emprendedor, que adicionó que son también compatibles con la cosecha mecanizada.
“Con las máquinas cosechadoras, los postes comienzan a agitarse, la planta se mueve y se desprende el fruto. Esa vibración que se transmite no le hace nada. En el caso de la madera, que es rígida, la vibración puede generar rajaduras y quiebres”, remarcó Digiorgio.
Un dato curioso de este emprendimiento es que cada uno de los distintos postes metálicos desarrollados lleva el nombre de un comandante de la columna de San Martín a modo de homenaje.
“Nos interesó homenajear a la gesta sanmartiniana, porque ellos están presentes y siguen en nuestro suelo. Por ejemplo, tenemos postes intermedios que llevan el nombre de Cabot o Soler”, contó el desarrollador.
-¿Cómo fue la recepción de este producto?-le preguntamos.
-Los seres humanos somos resistentes al cambio. La gran mayoría de los agrónomos están acostumbrados a ver la imagen de la madera en las fincas, por lo que reemplazarla por una metálica no a todos les convence. Aún así muchos se han animado a probarlas y en los últimos tres años ya les hemos provisto de estas barras a Bodegas Chandon, Salentein, Marañón, San Javier, y Familia Azcona, entre otras. Llegamos al Valle de Pedernal, en San Juan; a San Javier, en Córdoba; y a San Carlos, en Mendoza.
-¿Cómo es la cuestión de los costos? ¿Implica una inversión más elevada?
-El aluminio es un commodity. Nosotros sufrimos del año pasado a este año una variación favorable, porque se viene acomodando la Argentina a nivel de mercado interno y precios. Del año pasado a este año bajó en forma significativa el costo y lo hemos trasladado al valor del poste. Son postes que salen un poco más que el poste de madera pero en función a los jornaleros que tenés que utilizar en la colocación, en función a la durabilidad, porque esto es eterno, no tiene punto de comparación. Se repagan solos.
-¿Ya comercializan fuera del país?
-No todavía no los hemos internacionalizado. Si lo tenemos registrado como producto y marca de cara a los países limítrofes. Es una cuestión de tiempo para que empecemos a competir en la región.