Por Matías Longoni.-
Viernes 22, a poco del mediodía. Pablo Reguera, el secretario general del Sindicato de Obreros Aceiteros de San Lorenzo, donde funcionan diez de las empresas exportadoras de soja más importantes de la Argentina, aguarda para ingresar a una reunión conciliatoria en el Ministerio de Trabajo, ya que las empresas de ese complejo se han negado este año a pagar un bono de fin de año que los trabajadores ya consideran como “un derecho adquirido”. Por este asunto, en tiempos de déficit fiscal galopante, los principales puertos de exportación de la Argentina estuvieron parado varios horas la semana pasada, con pérdidas millonarias.
“Yo no creo que aflojen”, nos dice Reguera antes de entrar a la reunión con el sector empresario. Se lo nota mucho mas tranquilo que días atrás, cuando declaraciones poco felices del gerente de comunicaciones de la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara-Cec), Andrés Alcaraz, desencadenaron una semana de furia en la estratégica zona portuaria ubicada a las afueras de Rosario. Ahora la situación está bajo Conciliación Obligatoria, pero el gremialista advierte que si sale con las manos vacías de la negociación, “los muchachos allá me van a recibir con un humor de perros”.
La saga es digna de recorrerse. El sindicato de Reguera, que es parte más que importante de la Federación de Trabajadores Aceiteros y tiene una enorme capacidad de presión, ya que 75% de las exportaciones agrícolas salen de los puertos ubicados en su zona de influencia, había comenzado a pedir a las empresas de la zona el pago del bono de fin de año equivalente a un salario básico del escalafón, pues esa gratificación se había convertido en una tradición de los últimos años.
Ante las primeras respuestas negativas, el 14 de diciembre el sindicalista se presentó en los estudios del sitio local SL24 para comentar la situación. “Los empresarios usan a los trabajadores para pedirle a Gobierno un dólar más alto”, fue una de las declaraciones más altisonantes de Reguera en esa entrevista, en la que dio a entender que la negativa de las empresas aceiteras a pagar el bono este año apuntaba a generar un conflicto para mostrar la situación de retraso cambiario. En criollo, las empresas argumentaron tener una baja rentabilidad y no poder hacer frente al compromiso.
Ese mismo 14, unas horas después, quien se comunicó con la redacción de SL24 fue Alcaraz, quien se presenta como en avezado profesional de la comunicación y trabaja para Ciara-Cec desde hace varios años. Quería aclarar la situación. Lo que dijo básicamente el vocero de la industria es que no era cierto que el sector estuviera pidiendo una devaluación. “Nosotros no somos los que nos podemos llegar a beneficiar con una devaluación sino que es el productor, porque el exportador ya tiene todos sus valores dolarizados”, explicó.
Pero también lanzó la frase que menos querían escuchar los trabajadores: “No podermos pagar dos veces lo que ya se pagó”, dijo, dando a entender que el bono de fin de año había sido cancelado con anterioridad, a mitad de año, en el marco de la paritaria firmada con la Federación. En ese sentido, Alcaraz explicó que, a diferencia de otros años, aquella mejora salarial (que incorporaba el famoso bono) había sido del 31%, cuando la inflación anual había sido de solo 23%. Es decir, argumentó que el bono compensador no se justificaba en el presente ejercicio donde el salario le había ganado a la inflación.
Puede ver la teleconferencia con Alcaraz aquí.
Lo que siguió fueron días de furia en esa zona portuaria. El viernes 15 de diciembre, luego de los primeros sucesos de violencia en la Plaza
Congreso, Reguera comentó en una radio las declaraciones del vocero de Ciara-Cec: “Lo que hicieron ayer es feo. La gente está muy lastimada dentro de las fábricas. Las empresas con esta actitud no se dieron cuenta que generaron violencia, por que al decirte ‘no hay más diálogo’, se genera violencia”.
Luego explicó: “Si no pagan el bono no la van a pagar nunca más, vamos a luchar para que el bono quede escrito en el Ministerio de Trabajo. Este bono se va a pagar de una y otra manera, no importa el tiempo que lleve. No estará Reguera, porque a lo mejor toman alguna medida para que Reguera salga. Aquí es muy fácil meterte preso”, expreso, hablando de sí mismo en tercera persona, como hace Diego Maradona.
Pero fue todavía más allá y criticó a la industria aceitero por querer provocar este conflicto para forzar a Macri a definir una devaluación. “Las empresas necesitan un dolar de 28 pesos y ahora no quieren usar a nosotros, que generemos una situación en la región más importante del país, para que el presidente se de cuenta que les tiene que levantar el dólar. Son una manga de cagones porque no se animan ellos, que le pusieron 6.000 millones de dolares cuando arrancó Macri, a decirle ‘loco me estas cagando'”.
Con el diálogo cortado, el lunes 18 arrancaron los primeros conflictos, las asambleas y las reuniones entre delegados. De nuevo mientras sucedían los violentos incidentes mientras el Congreso debatía y aprobaba la reforma previsional. Paro de la CGT, al cual los aceiteros rápidamente se plegaron.
El martes 19 al mediodía terminó el paro de la CGT, pero los aceiteros de San Lorenzo decidieron continuar con las medidas de fuerza en reclamo del bono de fin de año.
El miércoles 20 continúa el cmplejo paralizado: los barcos no cargan y se pierden millones de dólares cada hora. Un dolor de cabeza para todos, hasta que el Ministerio de Trabajo dicta la conciliación.
Viernes 22 cerca del medidía. Reguera ingresa algo más tranquilo a la reunión con los empresarios del sector aceitero, que por dentro están furiosos por la escasa pericia de su vocero y no solo lamentan el dinero perdido sino que los hayan escrachado de ese modo, como impulsores secretos de una devaluación.
Reguera sabe que a fin de año hay poco ánimo para protestar y que además las medidas de fuerza tendrán ahora poco impacto, porque ya hay muchas plantas que iniciaron las paradas técnicas debido a la baja actividad de esta época del año. “El conflicto va para largo”, avisa, y no descarta una judicialización del reclamo para incorporar el bono de fin de año a la masa salarial. Nos pide paciencia, que esperemos a cuando comience la cosecha de granos grueso. Nos recuerda que a las plantas de San Lorenzo ingresan 30 mil camiones cargados de soja por día, y hasta una decena de trenes también abarrotados de granos.