Hace unos meses entrevistamos a Facundo Alvira: es un ingeniero agrónomo que trabajó mucho tiempo en la agricultura convencional y luego decidió pegar un volantazo con su vida, convencido de que entre transgénicos y agroquímicos en la Argentina estábamos haciendo mal algunas cosas. Facundo ahora se dedica a la difusión e investigación de la llamada agroecología. Integra el proyecto Tekóporã (en guaraní quiere decir “territorio bonito”), que trabaja en Trenque Lauquen y General Pinto.
Hace unas horas, Facundo se comunicó con Bichos de Campo para comentar su último ensayo. Lo bautizó como el “barbecho a diente”.
Barbecho es, en idioma agronómico, un periodo de descanso que se le da a los suelos antes de la siembra. En la agricultura más difundida, como “barbecho químico” se conoce al campo desnudo (sin cultivo) durante los meses previos a la siembra de soja o maíz con la llegada de la primavera. La palabra ‘químico’ alude a que se utilizan herbicidas para controlar la aparición de malezas durante ese periodo.
¿Y el barbecho a diente qué vendría a ser?
Facundo y sus colegas de Tekópora publicaron un video que cuenta esta experiencia. En un lote del campo que arriendan con gran esfuerzo para hacer sus ensayos agroecológicos, apostaron a hacer este ensayo de “barbecho a diente”, colocando una gran cantidad de bovinos que comían y bosteaban sobre una pastura previa. Luego de ese ‘tratamiento’ intensivo, el suelo quedó listo y en barbecho para realizar la siembra de múltiples especies.
Mirá la experiencia del “barbecho a diente” relatada por el proio Alvira:
Todo comenzó el 25 de febrero en el establecimiento llamado La Vascongada, en Trenque Lauquen. Facundo cuenta que se estaba “haciendo un barbecho a través de la herbivoría”, es decir utilizando “el diente de la vaca y sus patas”. Usó en la experiencia 140 vacas y algunos terneros de la raza Angus y alguna cruza, a los que hizo pastar en manada sobre parcelas de 40 por 50 metros aproximadamente, con cuatro cambios diarios entre parcelas.
“Estamos manejando esa ultra alta densidad con el objetivo de hacer barbecho a diente”, define Alvira en ese tramo del video. Un apunte afirma que se lograron depositar unos 7.500 kilos por hectárea de estiercol. Con sus patas, las vacas aplastaban y desparramaban su propia bosta sobre el terreno.
El 22 de marzo (es el día de raíz en el calendario biodinámico), se hizo la siembra de una pastura polifítica permanente. Fueron muchas las especies que el equipo de agroecólogos implantó en el lote que había sido pisoteado por las vacas.
Contó el propio Facundo que en la pastura había leguminosas, como trébol rosado y trébol rojo, alfalfa, mellilotus alba, trébol blanco, cebadilla criolla, pasto ovillo, festuca, ray grass perenne y hasta achicoria, de la cual pusieron medio kilo de semillas por hectárea.
El 17 de noviembre pasado, Facundo volvió a filmar esa pastura, a la que definía como “vigorosa” a pesar de que entre enero y ese mes habían caído solamente 380 milómetros de lluvia, uno de los registros históricos más bajos en esa zona.
Las últimas imágenes de esa pastura el agrónomo las tomó el 7 de enero, ya de 2020. Contento por el resultado de su “barbecho a diente”, Alvira describe que todo esa cantidad de materia verde se había logrado “sin fertilizantes, sin pesticidas, sin agroquímicos, sembrando salud. Sentimos, pensamos, decimos y hacemos”, concluía.
Ahora, según comentó el investigador, un grupo dedicado al estudio de forrajes de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNLZ (Universidad Nacional de Lomas de Zamora) hará las mediciones de los indicadores económicos, sociales y de sustentabilidad para a partir de este experiencia presentar un trabajo de carácter científico.
Mirá una entrevista con Facundo Alvira de hace unos meses:
“¡En la práctica funciona!”, celebró el agrónomo, que consideró esta experiencia como importante en el camino de demostrar que la agroecología está en condiciones de competir con los márgenes de la soja, incluso en campos arrendados como los que ellos utilizan.
En este caso, se trata de comprobar las virtudes del “impacto animal como herramienta para lograr una buena sementera y restaurar la salud del suelo”, según fundamentos tomados de Allan Savory e inspirados en el ‘pasture cropping’ de Colin Seis.
En Chile eso es un potrero de sacrificio.
Mi viejo hacía eso en el campo, combinado con la rotación de los lotes de siembra, “descansando” un año la mitad de los lotes, alternadamente. No solo el problema de la agricultura actual son los químicos usados si no también el uso intensivo del suelo que generan agotamiento y desertificación.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-51012368. Extraordinaria nota y que hay que difundir, entender cómo funciona la naturaleza es la mejor manera de recuperar el planeta, parece muy ambicioso, pero creo que ese es el desafío del momento, hace más de 30 años empecé con la permacultura, también soy voluntario del programa de ProHuerta, todo en pos de vivir sana-mente, abrazo
El link del comienzo es de un grupo de científicos que durante mucho tiempo están estudiando cómo funciona la naturaleza, y esto lograron en el Seregeti
Ese campo tenía o tienen gramon (cynodon) y las malezas posteriores , solo es una pregunta