No hay duda que el flanco más débil y complejo de esta “cuarentena con excepciones” ha sido hasta ahora el transporte de cargas agropecuarias. En las últimas horas Bichos de Campo ha recogido decenas de testimonios de productores que se quejan porque no se consiguen camiones dispuestos a llevar la soja recién cosechada hasta los puertos, como es habitual en esta época del año. Pero también hemos escuchado testimonios de transportistas que dicen sentir miedo de contagiarse el virus si acceden a estos viajes largos a la zona del Gran Rosario.
Lo mismo está sucediendo con el transporte de ganado hacia los frigoríficos e incluso hacia el Mercado de Hacienda de Liniers, en el barrio de Mataderos, donde las operaciones deberían reanudarse en las próximas horas. Muchos jauleros están rechazando esos viajes, por temor a exponerse al virus (la mayor cantidad de casos se concentran en la gran ciudad) y ser finalmente ellos los que contagien a sus vecinos cuando regresen al puerto.
En el medio de este tironeo natural, varios municipios de la zona núcleo han adoptado medidas muy restrictivas al tránsito de camiones hacia los puertos cerealeros, asumiendo una potestad que claramente no les corresponde e incluso bloqueando algunos caminos con montañas de tierra. Hay casos insólitos, como el de Bigand, en el sur de Santa Fe, que queda a apenas 80 kilómetros de las terminales portuarias. debería ser considerado un flete corto, pero tampoco se puede hacer.
Han sido tantas las intervenciones de este tipo que el Ministerio de Transporte se vio obligado a dictar en las últimas horas un aviso oficial recordando que el transporte de cargas se encuentra “exceptuado” de las restricciones cuarentenarias que pesan sobre el resto de la población, pues es considerado un servicio esencial, que no puede interrumpirse.
“Habida cuenta que la actividad del transporte de cargas se encuentra exceptuada con el fin de satisfacer la demanda y el normal abastecimiento de insumos imprescindibles para la población y de garantizar el flujo de bienes en todo el territorio nacional, se requiere a los operadores de medios de transporte de cargas, internacionales y nacionales, y a los operadores de actividades conexas requeridas para la operatoria portuaria, terrestre y aérea, que tengan a bien arbitrar los medios apropiados a fin de dar continuidad a las tareas que sean necesarias llevar a cabo durante el periodo establecido para la vigencia de la Emergencia Sanitaria”, dice la resolución firmada por el ministro Mario Meoni.
Mediante ese documento, además, el Ejecutivo Nacional intimó “a las provincias y municipios del país que arbitren las acciones y medidas pertinentes en el ámbito de sus competencias, tendientes a facilitar la actividad a los transportistas”.
Pero las quejas de los productores siguen llegando desde diversas localidades: Hughes, Rufino, General Villegas, etcétera. En este escenario no queda otra que buscar lugar en el acopio o la cooperativa más cercana, o conseguir una embutidora para confeccionar silobolsas. Ahí está el cuello de botella de la cosecha.
Dictando una serie de protocolos, tanto Ciara-CEC, la cámara que agrupa a las empresas exportadoras, como las propias entidades del transporte de cargas han hecho esfuerzos por destrabar este asunto, que en algunos otras localidades se ve agravado por el accionar de grupos de camioneros locales que rechazan el ingreso de camiones de fuera de cada distrito, en un accionar que los productores consideran “mafioso” y que los transportistas consideran como una defensa legítima de sus derechos a trasladar la carga que se genera en cada localidad.
El propio Gobierno ha publicado este lunes en el portal oficial un listado de todos los protocolos vigentes para minimizar el riesgo de contagio de Coronavirus entre quienes intervienen en el transporte de mercaderías. Pero nada parece alcanzar para convencer a los transportistas de aceptar los “fletes largos” a puerto.
“Vamos a ir cargados con cereal y a volver cargados con el virus. No sería bueno que nuestro sector sea el que traiga el virus a General Villegas”, respondió un dirigente de la Cámara de Transportistas de ese partido en una conferencia de prensa. Excusa o no, el argumento es atendible. Los camioneros no confían en que sea seguro realizar ese tipo de trayectos largos a puerto.
En materia ganadera pasa más o menos lo mismo: hay un creciente rechazo de los transportistas a cargar hacienda para los grandes centros de consumo. El agravante aquí es que los principales frigoríficos y el Mercado de Liniers se encuentran en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, donde se han registrado hasta ahora la mayor cantidad de casos positivos de Covid-19.
“Hay carne suficiente para aguantar hasta el fin de la veda”, escuchó Bichos de Campo de boca de un chofer que se negaba a repetir ese viaje y quería volver a su pueblo.
Un agravante a esta situación es que muchos transportistas que han hecho trayectos largos han sufrido por la falta de una infraestructura adecuada en las rutas: los baños de las estaciones de servicio están cerrados, lo mismo que muchos de los paradores tradicionales, y hasta en las sucursales de la petrolera estatal YPF los obligan a permanecer arriba de los camiones mientras dura la carga de combustible. Un despropósito. Todos reclaman la ayuda del transporte pero pocos pensaron en la situación del transportista.
Por estas razones, y pensando en buenas condiciones para sus pares, el infatigable dirigente de los “jauleros” Manolo Lamas está reclamando del Consorcio ABC y otras cámaras de frigoríficos, así como de loas casas consignatarias que administran el Mercado de Liniers, que redacten sus propios protocolos, semejantes a los que rigen durante la emergencia para el transporte de grabos.