Luego de varios años de “vacas gordas”, se vienen ahora varios años de “vacas flacas” para el negocio agrícola y eso obligará el gobierno de EE.UU. a incrementar el monto de subsidios destinado al sector.
Así lo proyecta un estudio (U.S. Agricultural Market Outlook) prospectivo realizado por Food & Agricultural Policy Research Institute (Fapri) perteneciente a la Universidad de Missouri.
Datos del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) muestran que los ingresos agrícolas netos en 2022 alcanzaron niveles récord en términos tanto nominales como reales. Sin embargo, las caídas proyectadas en los precios de los granos junto con el aumento de costos de producción promoverán una progresiva y drástica reducción del ingreso neto agrícola en EE.UU.
Después de tres años de precios elevados del maíz, en la presente campaña se registró una caída de los valores del cereal y se proyecta que ese fenómeno se profundice en los sucesivos ciclos. Se prevé que los productores estadounidenses deberán recurrir al programa oficial de precio sostén del USDA (Price Loss Coverage o PLC) en tal escenario.
Luego de recibir importantes ayudas en concepto de PLC, el programa de cobertura de riesgo (Agriculture Risk Coverage o ARC) y un plan especial de asistencia por el coronavirus (CFAP), a partir de 2021/22, con la suba de precios, los productores de soja casi no necesitaron subsidios estatales para sostener los ingresos del negocio. Sin embargo, se proyecta que esa tendencia se revertirá desde 2024/25 en adelante y por varios ciclos productivos más.
Sin embargo, se estima que la mayor parte de las ayudas deberán ser destinadas al maíz porque los costos del cultivo crecerán en una mayor proporción que los precios del cereal.
A partir de 2024/25 se proyecta que los subsidios destinados al sector agrícola de EE.UU., en lo que respecta a los programas PLC y ARC, alcancen casi 4000 millones de dólares, para luego duplicar esa cifra en apenas dos campañas.
En lo que respecta a tendencias para la soja estadounidense, se prevé un crecimiento sostenido del procesamiento interno del poroto para poder abastecer a la demanda de aceite de soja proveniente de la industria de biocombustibles. La contrapartida de ese proceso es un aumento sustancial de la oferta exportable de harina de soja por parte de EE.UU.
El aceite de soja, junto con otras materias grasas (aceite de colza, aceite vegetal usado, grasa animal, etcétera) será empleado fundamentalmente para elaborar biodiésel hidrotratado o HVO (Hydrotreated Vegetable Oil) en desmedro del biodiésel convencional. También comenzará a crecer la producción de biodiésel destinado a la aviación (SAF).