Por estas horas se están terminando de definir los nombres de quienes serán precandidatos a presidente en las PASO y, si superan esa primera prueba, luego competirán en octubre por el sillón de Rivadavia. El que gané asumirá en diciembre, justo cuando comienza la cosecha de trigo y otros granos finos, que serán el primer ingreso genuino de dólares para una economía jaqueada por el desmanejo, las deudas, el déficit y también por la última sequía.
El agro viene de perder casi la mitad de la cosecha 2022/23 por culpa de la escasez de lluvias. Entraron 20.000 millones de dólares menos que no solo son divisas para la economía sino también -y sobre todo- capital de trabajo del propio sector.
Ahora la situación climática ha cambiado algo, pues comenzó a llover y se preanuncia un ciclo bastante más húmedo, gracias a El Niño, para la campaña que está arrancando, la 2023/24. Por eso el trigo ya se está sembrando aunque con algo de retraso y mucho de cautela. En un par de meses más habrá que pensar también en la siembra del maíz y la soja, los dos cultivos que más divisas generan para la economía.
¿Hay suficientes estímulos para que los productores se lancen masivamente a la siembra? Es la pregunta que deberían hacerse con seriedad todos los candidatos a la Presidencia, que sin duda necesitarán de una buena cosecha de granos si pretenden comenzar a enderezar la economía desde el primer día de su gestión.
Que haya humedad en los suelos es un primer condicionante. Luego, que se pueda obtener financiamiento de algún tipo (ya sea bancario o de la propia cadena agrícola) será otra de las claves del éxito de la cosecha 2023/24. Ambos puntos están todavía en veremos. Se esperan nuevas señales.
Pero sin duda hay un tercer elemento que será también definitorio de la apuesta final que haga el sector agrícola: las perspectivas de obtener una razonable rentabilidad. Aunque siempre hay algo de corazonada y se especula con que las condiciones mejoren, pocos son los que se deciden a invertir para perder plata o salir muy ajustados en resultados económicos de la aventura de una siembra.
La sequía no es lo peor: Lo que vende Argentina sirve para comprar cada vez menos cosas
Hay pocas variables que se pueden manejar desde la Argentina, por más poder que pueda llegar a tener el nuevo presidente. Del clima ni hablar. Tampoco los precios de los granos producidos aquí son definidos en la Rosada sino por actores mucho más poderosos que intervienen en el mercado global. Por eso Chicago dicta los valores de referencia y aquí se acomodan los melones. También los precios de los principales insumos (semillas, agroquímicos y fertilizantes) se van formando en base a la situación externa.
En este escenario, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) acaba de emitir un informe que advierte que -pensando en la próxima campaña agrícola- “todos los cultivos presentan una caída de sus márgenes 2023/24 frente a los del 2022/23 para esta misma fecha”.
¿Qué quiere decir? Que hace un año los productores decidían su siembra a partir de un retorno esperado que era bastante mayor al actual. Luego la sequía frustrará a muchos de ellos, pero las cuentas iniciales, los famosos márgenes agrícolas proyectados, son definitorios a la hora de buscar estímulos para encarar la nueva temporada.
“Para la campaña 2023/24, el maíz temprano continúa liderando la tabla de márgenes con 508 u$/ha en campo propio, le sigue la soja de primera con 406 u$/ha. En campo alquilado, condición en la que produce el 70% de la región, los márgenes son muy acotados: para el maíz de primera hay una ganancia de 22 u$s/ha. Para el trigo el resultado es negativo (-146 u$/ha), como así también para la soja de 1ra (-108 u$/ha) y el doble cultivo trigo/soja 2da (-129 u$s/ha)”, resumen los especialistas de la Bolsa rosarina.
Pero el gran dato, más allá del número final que pueda ofrecer cada cultivo, es que las perspectivas antes de arrancar la siembra son bastante peores (en dinero) que las que existían un año atrás. Y esta situación de desmejora del negocio agrícola -que tiene que ver con la caída de los precios proyectados y la suba de algunos costos de producción- es generalizada a todos los cultivos, en todas las situaciones, sea sobre campo propio o alquilado.
Aquí sí el gobierno argentino puede incidir en las cuentas si elimina o reduce (también si amplía) las retenciones o derechos de exportación, ya que esos porcentajes a favor o en contra su suman de inmediato en estas planillas de márgenes agrícolas, cambiando muchas veces la ecuación con que se enfrentar los productores.
Por eso tener certezas de qué van a hacer los principales candidatos a presidente con los derechos de exportación a partir del 10 de diciembre se torna un aspecto crítico del negocio agrícola. En especial en la soja, que ve recortados los precios locales en 33% por imperio de ese tributo aduanero. Si el gobierno eliminara o redujera esa alícuota, esto impactaría notablemente en los números finales del negocio, porque mejorarían de inmediato los ingresos en dólares de los chacareros.
Los cereales sufren menor presión fiscal, pero aún así el 12% que se le descuenta sobre el precio internacional puede ser condicionante a que sea negocio sembrarlos o no lo sea.
En definitiva, si los candidatos con chances a dirigir la política nacional a partir de diciembre de 2023, cuando comienza la cosecha fina, quieren realmente estimular la próxima producción agrícola deberían decir ahora, y no cuando asuman, cuál es su propuesta concreta sobre este tributo, así las planillas de márgenes agrícolas comienzan a reflejar dichos cambios y los productores actúan en consecuencia.