Se armó la polémica en las redes sociales con un tweet de Antonio Aracre, flamante ex jefe de asesores del presidente Alberto Fernández, quien cuestionó que Argentina destine divisas para importar poroto de soja en un contexto de crisis cambiaria.
Antes que nada es necesario aclarar que en las naciones civilizadas, como Brasil, Uruguay o Paraguay –entre otras–, no son los administradores circunstanciales del Estado los que determinan quién puede acceder a divisas y a qué valor, pues, además de haber un solo tipo de cambio, los actores privados pueden operar libremente en el mercado de cambios.
¿Tanto esfuerzo fiscal con el “dólar soja” generando una emisión monetaria récord (y consiguiente inflación) para dilapidarlo con importaciones del poroto desde Paraguay? pic.twitter.com/zxkUsTzI60
— Antonio Aracre (@tonyaracre) May 12, 2023
Ahora bien, ya instalados en la particular coyuntura argentina, la discusión filosófica de si conviene o no destinar divisas para importar poroto de soja puede ser un pasatiempo interesante para personas con mucho tiempo libre, pero en los hechos se trata de una cuestión que sólo puede dirimirse en el ámbito de lo fáctico.
La soja importada ingresa al país en el marco del denominado régimen de admisión temporaria, por medio del cual el poroto sólo puede entrar para ser procesado en el territorio argentino y luego exportado como harina, aceite o biodiésel.
Esa operatoria, al final del día, ¿genera más o menos divisas? Afortunadamente, los técnicos del Indec que elaboran el informe mensual del Intercambio Comercial Argentino (ICA) dedican un capítulo especial para el complejo sojero.
En marzo pasado la Argentina importó 1,38 millones de toneladas de soja y procesó 2,11 millones, lo que implica que el 65% de la molienda se explicó por el poroto importado de países vecinos. El ICA muestra que en ese mes la diferencia entre las importaciones de poroto y las exportaciones del complejo sojero generaron un saldo a favor de 33 millones de dólares ¡Clink caja!
Inédito: En marzo el 65% de la soja procesada en la Argentina provino de países vecinos
El próximo 18 de mayo se publicará el ICA correspondiente al mes de abril y allí podrá verse si el saldo neto sectorial volvió o no a ser favorable. Si es el caso, entonces el ingreso de poroto en el marco del régimen de admisión temporaria es conveniente para el país. Si se consumieron más divisas de las que se generaron, entonces no lo es. Fin de la discusión.
Además de la cuestión fáctica, existen varios considerandos que pueden sí ser incluidos en un debate serio sobre la materia. El primero y más obvio es que la industria aceitera genera empleo. El último dato oficial, correspondiente al tercer trimestre de 2022, muestra que el sector emplea a 22.917 personas que en diciembre pasado (último registro público) recibieron en promedio un salario bruto de 557.893 pesos.
Otro aspecto importante es que en campañas como las actuales, con una importante proporción de soja con “grano verde”, la industria aceitera puede recibir –con determinados límites– esa mercadería para procesarla y darle valor, algo que la exportación no puede realizar.
En términos estrictamente comerciales, la posibilidad de que un mercado cuente con una mayor cantidad de participantes siempre es más conveniente porque la competencia contribuye a garantizar que el precio de un bien sea el más perfecto posible. Esto último en la Argentina, de todas maneras, está completamente desvirtuado porque el Estado se encargó de intervenir y violentar la mayor parte de los procesos presentes en la cadena granaria, donde las compañías aceiteras –por ejemplo– además de abonar derechos de exportación por adelantado, también están adelantando divisas correspondientes a soja que ni siquiera compraron. El agro argentino, más que una “vaca lechera”, es una “esclava sexual”.
Si la cuestión se analiza desde una perspectiva regional, la industria aceitera cumple una misión importante, por ejemplo, en estos días contribuyendo a “desagotar” la descomunal oferta exportable brasileña de poroto de soja.
Un dato que no puede pasar desapercibido es que China, cuyo gobierno controla a la empresa de agroinsumos que Aracre dirigía apenas meses atrás, bloquea el ingreso de poroto de soja porque considera estratégico importar el insumo para procesarlo en su territorio.
La agenda estratégica del gobierno chino considera apropiado facilitar todo lo que contribuya a incrementar la exportación de soja sudamericana sin procesar, de manera tal de contar con una mayor disponibilidad del insumo y, fundamentalmente, a un menor precio.
Y los genios Argentinos quieren seguir haciendo negocios (¿?) con la cria China…