En la historia del INTA Manfredi, el ingeniero agrónomo Eduardo Martellotto siempre será recordado como uno los primeros investigadores en riego de esa institución. Su trabajo era toda una rareza tres décadas atrás, cuando comenzó con sus ensayos, pero la creciente adopción con los años de los equipos de riego aún en zonas de agricultura de secano le terminaron dando la razón.
Su primer acercamiento a esta tecnología la tuvo en sus estudios de posgrado en Estados Unidos, en donde junto a un compañero notaron como el riego era ampliamente aplicado en el estado de Nebraska, una región que para este investigador se emparenta mucho con la provincia de Córdoba por sus regímenes hídricos.
“En la provincia el 80% del rendimiento se explica por la falta o exceso de agua. A nosotros siempre nos falta cuando se siembra trigo. Si no se acumularon 200 milímetros en el perfil no se siembra. Vamos de 500.000 hectáreas a 1.200.000 de acuerdo al humor del ambiente. Parecía absolutamente ridículo. Con algunos estudios previos hecho por la gente de Mapa de Suelos del INTA, teníamos una caracterización de que Córdoba tenía al menos 1.000.000 de hectáreas con potencialidad de ser regadas”, recordó Martellotto en una charla con Bichos de Campo.
¿Y qué define esa potencialidad? El acceso al recurso en cantidad y calidad, y un suelo que sea apto para recibirlo.
En 1995 el INTA Manfredi adquirió su primer equipo de riego, que fue instalado para cubrir una superficie de 30 hectáreas. Pero la idea no fue aceptada de inmediato.
“Costó convencer a muchísima gente. Toda cosa que no se conoce lo primero que tiene es resistencia. Yo siempre digo que si tenés demasiada gente a favor, no estás haciendo nada nuevo. Lo importante es que te digan que estás loco, esa es la mejor respuesta. Quiere decir que vas por el camino correcto. Y nos trataban de locos en ese momento”, relató el cordobés.
En las primeras instancias de la investigación, el equipo integrado por Martellotto debió realizar una clasificación de la calidad de agua de riego, de los suelos de la zona y del clima. También se debieron tener en cuenta las condiciones de los suelos con siembra directa de aquellos que aplicaban laboreo tradicional, ya que la infiltración puede cambiar de acuerdo con la materia orgánica disponible, al igual que la actividad biológica. Eso también termino afectando el rinde de los cultivos y potenciando incluso los insumos aplicados.
“Lo más importante, lo que siempre le remarcamos a productor, es la estabilidad. ¿Por qué tiene que tener una espalda grande? Porque puede tener tres o cuatro años buenos, y dos años al hilo malos que lo dejan muy mal parado económicamente. Cuando vos mirás los resultados de rendimiento, te levanta un piso. Incluso si ese piso te aumenta los costos y no tuvieras ganancia, te sigue conviniendo por la estabilidad de producción”, afirmó el agrónomo.
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Este trabajo también llevó a la confirmación de la Asociación de Productores Regantes de la provincia, y al armado del primer Consorcio de Regantes de Perforaciones que sigue actualmente vigente y que se encarga de evaluar los pozos existentes. Incluso condujo a la conformación de la primera fórmula para que el productor sepa cuánto y cuándo regar.
“No es cuestión de prender el equipo cuando me parece. Hay un monitoreo de las condiciones ambientales, climáticas y del movimiento. El recurso es uno público que lo tienen que usar los pueblos. Hay que monitorearlo para saber que ese recurso no se agota, no se contamina, que se puede usar. Hoy el mercado te existe calidad y sanidad en toda la cadena de valor. No hay ninguna razón para no usarlo racionalmente y tener una producción en una zona donde sabemos que no vamos a expandir el área de producción”, sostuvo Martellotto.
-¿Contagiaron finalmente aquella incredulidad inicial? ¿Prendió el tema entre los productores?
-Mirá, decíamos que había 2.000 hectáreas cuando empezamos con este tema y hoy estamos pisando las 90.000. Pero también hay cuestiones difíciles de explicar, que tienen que ver con que tenemos un país difícil para tomar decisión en inversiones. El mensaje igual es que no lo dejen de probar. Hemos ido entendiendo que otros países lo hacen, que lo ideal son equipos chicos manejables que gastan menor energía, que son más fáciles de manejar.
-Entonces el riego no es solo para un estanciero de 10.000 hectáreas.
-Si yo tengo 300, 100 hectáreas con riego me cambian la vida. Acá un productor tambero de la zona tiene que preparar un maíz en verano, gastar en picarlo, meterlo adentro de la bolsa y a 30 metros empezar a dárselo a las vacas tres meses después. ¿Por qué no tiene con riego una pastura de invierno para cuando no llueve?
-El riego es una variable más que te puede cambiar la ecuación.
-Exactamente. Y felizmente, después de casi 30 años de esta experiencia, hoy tenemos el conocimiento. Están trabajando en monitoreo de pozos, se han hecho la calificación de agua, evidentemente hoy el margen para equivocarse es muy bajo. Si cometés un gran error es porque no se han hecho bien las cosas.
Es una autoridad y muy responsable, hace 12 años logramos que nos asesorara antes de instalar un riego, sus consejos los seguimos al pie de la letra, fue brillante,y el suelo no se salinizó y la napa no sufrió modificaciones, con excelentes rindes.
Muy buen informe!!! El INTA siempre a la vanguardia, sólo falta apoyo económico.
Pero lamento informarles que mí padre Ingeniero Agrónomo Carlos Alberto Pecorari del INTA de Pergamino (Bs. As.) en el año 1986 ya habían instalado un sistema de riego pivotante que todavía funciona.