El nivel de comercialización de soja argentina 2023/24 con precio cierto es bajísimo en términos históricos cuando faltan apenas poco más de dos meses para el inicio de la cosecha.
El último dato oficial disponible, correspondiente al pasado 31 de enero, muestra que se habían vendido 5,30 millones de toneladas de soja 2023/24, de las cuales 4,61 tenían precio “abierto”. Eso implica que existen apenas unas 700.000 toneladas de la nueva campaña con precio cerrado.
En la campaña 2021/22 (la 2022/23 no es comparable por el desastre climático) para esta misma fecha la demanda había comprado 6,58 millones de toneladas de soja, de las cuales casi 1,70 millones de toneladas tenían precio cierto.
Las razones del bajo nivel de ventas se explica porque, en una fase descendente de precios de la oleaginosa, son escasos los incentivos para realizar ventas anticipadas, a menos –claro– que la expectativa futura inmediata sea un derrumbe de las cotizaciones.
El hecho de que la dinámica climática se muestre por demás errática, con lluvias que se cortaron durante demasiados días para recién regresar esta semana en parte del territorio argentino, tampoco ayuda a estimular ventas anticipadas de soja 2023/24.
La brecha cambiaria existente entre el tipo de cambio oficial al cual se liquidan los granos (826,5 $/u$s) versus el negociado en mercados bursátiles (1194 $/u$s el MEP y 1249 $/u$s el contado con liquidación) sigue recortando buena parte del ingreso de las empresas agrícolas.
Otra cuestión es que el “dólar forward” sigue estando bastante por debajo del “dólar exportador” y eso genera bronca entre muchos productores, especialmente a medida que el tipo de cambio oficial se aprecia, semana tras semana, a causa de la inflación.
Los productores argentinos suelen, especialmente en coyunturas inciertas, generar liquidez por medio de la venta de cereales y “atesorar” la soja como reserva de valor y también para asegurar el pago de arrendamientos, los cuales están valorizados en qq/ha de soja.
En tal contexto, la originación de soja en la campaña 2023/24 representará un auténtico desafío y no sólo para los exportadores y la industria aceitera, sino también para el gobierno nacional, que cuenta con esos dólares para recomponer las bajas reservas internacionales del Banco Central (BCRA).