En la Argentina existen alrededor de 8.000 productores que, bajo sus hectáreas de campo, han tenido la suerte o la desgracia de que existen yacimientos de petróleo. Son los denominados “superficiarios”.
Vale decir que el crudo no es de ellos, pues todo lo que está bajo la superficie es propiedad del Estado. Tampoco son los dueños de los pozos e instalaciones necesarios para extraer el preciado líquido, pues la explotación es concesionada por los gobiernos a diferentes empresas con capacidad de llevar a cabo la tarea. Es decir que los superficiarios ven pasar el negocio que hacen otros delante de sus narices. A ellos solo les queda el daño que sobre sus predios provoca la actividad petrolera.
La mayoría de estos campos afectados a la explotación de hirocarburos se localizan en el Golfo San Jorge , en la Patagonia argentina, que comprende el sur de Chubut y el norte de Santa Cruz. Mientras que el resto de los también llamados superficiarios están distribuidos entre las provincias de Salta, Mendoza, Neuquén, Río Negro y Tierra del Fuego.
Así las cosas, si para muchos el petróleo es sinónimo de progreso no es esta la realidad de los productores dueños de estas tierras, que hasta cierto punto están condenadas a ser improductiva.
“Para algunos es fortuna, para otros es una desgracia porque donde pisó el petrolero no crece más el pasto y también los animales desaparecen por la cantidad de gente que va. La oveja es muy fácil de robar”, sentencia Aníbal Parolín, que conoce al dedillo esta problemática porque desde hace décadas que se ocupa de defender los derechos de estos productores. Ejerce hace 22 años la presidencia de la Asociación Argentina de Superficiarios de la Explotación Petrolera (AASEP), que fue fundada en 1987.
“La propiedad privada en la Argentina no es absoluta, no somos propietarios del espacio aéreo de la superficie y del subsuelo tampoco. El petróleo es un mineral de primera categoría definido por el Código de Minería, por lo tanto es de propiedad del Estado. Es un mineral estratégico”, exlicó a Bichos de Campo.
Según Parolín actualmente la explotación de estos pozos es una actividad más organizada que en los inicios. Precisamente en la década del 60 se hacía de forma muy desprolija, lo que provocó el reclamo de muchos productores de Chubut y Santa Cruz. Por esta razón la Secretaría de Agricultura de la época , encomendó un estudio donde se tuvo en cuenta las condiciones agronómicas y productivas de los campos y estos parámetros sirvieron de referencia para calcular los valores para otorgar un resarcimiento a los superficiarios por los daños inherentes a la explotación petrolera.
Mirá la entrevista a Aníbal Parolín acá:
Fue de este estudio que surgió el fondo llamado cuenta cultural para compensar al productor, que se actualiza de forma anual y -a diferencia de los que sucede en la práctica- debería pagarse todos los meses. “Esa llamada cuenta cultural rige desde el año 1965. Más tarde, a fuerza de mucha lucha, logramos que se pague un adicional de gastos de control y vigilancia que actualmente es mil litros de gasoil por mes y por legua”, argumentó Parolín.
-¿Sin embargo decís que cuesta que se actualicen los aumentos de este fondo, por más que se trate de una fórmula preexistente y no de negociaciones anuales?
–El aumento anterior, que es el que está vigente ahora, nos costó diez meses y son resoluciones que salen continuamente, es copiar y pegar. El Estado lo determinó en función de los valores de producción que no lo fijamos nosotros porque son valores internacionales. En definitiva se demora por los trámites burocráticos.
-Ahora, una vez que sale la resolución, ¿es la petrolera la que debe pagar la compensación? ¿El productor cobra una vez al año o todos los meses?
–Todos los meses. Y lo debe hacer retroactivo a la fecha que se fijó. Por ejemplo ahora está fijado y ya sale desactualizado porque tiene fecha del 31 de julio con el dólar a 274 pesos, o sea ya sale viejo. Entonces ahora estaban diciendo en la Secretaría de Energía de ponerlo con los valores nuevos, pero ya nos perdemos diez meses de retroactividad para atrás.
-¿Más allá de estos vaivenes, esa indemnización compensa el daño a la petrolera?
-Hay que tener muchos pozos para que compense y vos digas bueno, mejor tener esto que no tener la lana. Pero es muy difícil que donde esté el petrolero haya animales. Es casi imposible, porque no solo es la compañía la que tiene la concesión, sino que hay cientos de contratistas y después lo que no tiene nada que ver con el petróleo, que entran igual.
No obstante el productor, reconoce que esta incompatibilidad del petróleo con la producción agrícola tiene que ver también con las petroleras que operan. “Hay un solo yacimiento que es prolijo, que no deja entrar a nadie que es el de Panamerican. Pero yo tengo YPF hace 70 años y tengo todo el campo ocupado, hay como 40 accesos sin control. Consecuencia que yo tenia miles de animales y ahora no tengo ni uno. Entonces tiene que compensarlo. No sé que va a pasar ahora que van a entregar (por la supuesta privatización) YPF. ¿Quién se va a hacer cargo del pasivo ambiental? Una cosa es el daño que se pagar, pero el pasivo ambiental no se paga, se remedia.
-La asociación es importante para canalizar esta situación ¿Cuántos superficiarios están organizados?
-Bueno solamente de YPF son 4.000 superficiarios. Calculemos que el total es el doble. Pero la asociación tiene pocos socios, como pasa en todo el país. Nosotros hacemos la gestión, somos los que encabezamos, somos los que pedimos y también somos los asesores de la Corte Suprema en este tema. Y bueno, nos cuesta sangre, sudor y lágrimas lograr estas cosas. Muchos superficiarios no se asocian y eso que el aporte no es compulsivo. El productor argentino es un miserable de alma, porque cerca del 8% está asociado a alguna rural. El resto se queja y no hace nada.
Donde pisaron las ovejas tampoco…
Error….no es así.
Si vos tenes la cantidad de animales acorde al forraje que crece en el monte, es viable.
Ahora, si metes 100 ovejas, donde hay pastura para 10…
No hay campo que aguante oveja, vaca, chiva, caballo…..