Frente a los daños que está provocando la sequía a los cultivos, muchos argentinos preguntan de buena fe, con la famosa Doña Rosa a la cabeza, por qué razón los productores de la Argentina no apelan al riego. Es lo que los Bichos de Campo le preguntamos a varios especialistas en la Expoagro 2018. La conclusión es que hay dos razonas básicas que hacen difícil aplicar agua de riego sobre una mayor porción de la superficie agrícola bajo secano de la región pampeana: la falta de créditos a largo plazo que permitan amortizar la inversión en los equipos y, sobre todo, el alto costo de la energía.
Pablo Bereciartúa, el secretario de Infraestructura y Política Hídrica de la Nación, dice que además hay que romper un click cultural, que permitiría ver el riego como un paso necesario para generar riqueza genuina:
Dijo el funcionario: “No hemos entendido todavía que regar es una manera de generar riqueza y de adaptarnos además al cambio climático. A mi me gusta comparar a Nebraska con la Provincia de Buenos Aires. Nebraska es el estado que más riega en los Estados Unidos: tiene 90 mil pozos de riego y 8,9 millones de hectáreas bajo riego. La Provincia de Buenos Aires, que es la que más riega en la Argentina, tiene solo 300 mil hectáreas. La diferencia es que el riego para Nebraska significa para ellos un superávit comercial de 5.000 millones de dólares”, explicó.
Según Bereciartuá, el agua disponible existe, aunque todavía se debe medir bien la cantidad y calidad del agua subterránea para conceder los permisos adecuados.
Agregó el funcionario que “un segundo punto clave es que el riego sea rentable, y para eso un factor estructural es el costo de la energía”. En ese sentido, le puso fichas a qué el gobierno reduzca los impuestos que se esconden detrás de las tarifas eléctricas.
¿Y hasta cuánto se podría regar en la región pampeana? Se lo preguntamos al secretario de Agricultura, Guillermo “Willy” Bernaudo:
Nos contesta el secretario: “Agua hay para regar mucho, pero hay que poder llevarla a las chacras”.
Luego calcula que de las 32 millones de hectáreas sembradas con cultivos extensivos (los granos que hoy más padecen con la falta de lluvias), se podrían pensar en aplicar riego complementario sobre 1,5 o 2 millones de hectáreas.
“Hay que pensar que son inversiones importantes. Se necesita de 1.000 a 1.500 dólares por hectárea para el riego complementario de un cultivo de secano. En una sequía como la de este año, un equipo de esos te ayuda a salvar las papas, peor nunca te compensará como si hubiera llovido”, aclaró Bernaudo.
Willy agregó que “cuando tenías retenciones, el diferencial se lo comían los impuestos. Pero ahora estamos en un proceso de cambio y tenemos un Plan Nacional de Riego con el que se aspira a terminar el mandato de Mauricio (que es Macri) con 200 o 300 mil de hectáreas más regadas”.
Hoy el área bajo riego a nivel nacional llega a 1,5 millón de hectáreas, pero la mayor parte de esa superficie está en los valles bajo riego de las economías regionales, como la frutícola o la vitivinícola. En al área extensiva hay apenas 300 mil hectáreas regadas, un 20% del total.
Aquiles Salinas, especialista en infraestructura para riego del INTA Manfredi y uno de los coordinadores nacionales del organismo en esta temática, coincide en que las dos grandes limitantes son la escasez de créditos y los problemas con el suministro de la energía.
Según el especialista, la Argentina no tiene una oferta crediticia adecuada para expandir el riego, “comparado con los países desarrollados que tienen años de gracia sin pago y tasas muy bajas”. Los equipos que se han instalado aquí pertenecen a empresas con una gran espalda financiera. Pero para dar el gran salto y difundir esta tecnología “hacen falta ese tipo de líneas de crédito”, aseguró Salinas.
Otra limitante al crecimiento del área regada es que “todavía la red de disposición de energía no está como para llegar a cubrir todo el espectro, sobre todo en la región pampeana”. Falta el enchufe dónde enchufar la bomba.
“El objetivo del riego que nosotros difundimos entre las empresas, más que mejorar el rendimiento, es estabilizarlo, y que eso te permita mantenerte en tu campo”, explica el experto del INTA, que también aspíra en el mediano plazo a duplicar y llevar hasta unas 4 millones de hectáreas la superficie nacional bajo riego.
Cuando le proponemos soñar, Salinas menciona los grandes ríos que cruzan la geografía nacional: el Paraná, el Uruguay, el Río Negro. “Con grandes obras de infraestructura podríamos regar millones de hectáreas”, se entusiasmó.
Los que padecen con estas limitantes estructurales, además de los productores que no pueden regar y pierden todo, son los proveedores de equipos de riego. Eduardo Pérez Egan, presidente de Irri-Ar y representante oficial de la marca Lindsay, pone el énfasis es el alto costos de la tarifa eléctrica y sobre todo su poca disponibilidad:
“Lo más barato, entre comillas, es la energía eléctrica, y es una deficiencia grande que tenemos en la llegada a los productores, en calidad de servicio y en costos de instalación. Con la variación de precios, con la excesiva carga impositiva que tiene (cerca del 60% de las facturas son impuestos), el milímetro (de agua extraída para riego) resulta caro. Y entonces las zonas que mayor necesidad tienen de aplicar riego o no tienen el servicio o tienen que pasar a regar con gasoil, cuyo costo es el doble”, explicó el empresario.
Luego reclamó definiciones más globales: “Me parece que debería haber un marco en el cual unificar el costos de la energía eléctrica para riego”.
Pérez Egan fue claro para explicarle a Doña Rosa por qué debe haber un buen plan nacional para hacer crecer la superficie bajo riego. “Esto es como el seguro del auto. Vos lo tenés, pero si no lo usas mejor. Pero con riesgo logras estabilidad y te garantizar un ingreso. En niveles máximos, claro. En lugares donde hoy se están cosechando (por la sequía) solo 2.000 kilos por hectárea, bajo riego estás en 8 mil kilos. Y en años normales, donde están en 8.000 kilos podés llegar a 13.000. El diferencial es muy grande”, explicó.
No se justifica el riego en la zona núcleo, esta fue una sequía excepcional como no se dio en décadas. Tenemos buenos regímenes de lluvia, (salvo fines del 2017 y este año), por lo tanto no se justifica invertir tanto dinero en equipos de riego!
E, tema son los numeros y la infraestructura. Un motor electrico, trifasico (380V), de 100 hp para mover la bomba de agua tiene un consumo de 54000 watt por hora (carisimo) y para alimentarlo necesitas un transformador en cada fase (carisimo). Depues de todo eso y segun la calidad del agua (determinante) ademas del agua de riego tenes que aplicar un extra de agua para lavar las sales (y que no queden en la parte cultivable para no salinizar el suelo). Recordemos que la principal fuente de salinizacion es el riego mal aplicado. No es solo hacer un pozo y salir regando. Si el agua no es buena para riego te encarece todo aun mas.
Y qué hay del uso de energías alternativas para logar esto? Es muy caro la producción de energía mediante paneles solares o molinos de viento para energía de bombeo?
Que hay si se “subiera” agua desde el Paraná en cantidades en el Norte y se lo derivara por canales de riego.
En Israel con menos recursos de agua que nosotros logran maravillas técnicas.
En el INTA Manfredi empezarona ensayar un pivote de riego que se mueve con energía solar, pero está difícil el tema de chupar agua con bombas alimentadas con ese tipo de energía.
En mi humilde opinión me parece que hay un total desconocimiento de lo que pueden aportar las energías renovables en este sentido, básicamente la Energía Solar. Hay sistemas probados internacionalmente y con cuya tecnología contamos en Argentina para poder extraer agua de pozo en grandes cantidades utilizando solo Energía Solar, hay casos de éxito en el país en lo que respecta a agua para rodeos.