Dentro del partido de San Andrés de Giles, yendo por la Ruta 7, a 98 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, hay que entrar unos 3 kilómetros a la derecha por la avenida principal para llegar al apacible pueblo de Cucullu. Allí, en la principal esquina sobre la mano izquierda, se divisa la panadería Santa Teresita, que lleva el nombre de la pintoresca capilla que se ubica al frente. Aún conserva su antiguo horno a leña.
Julio César Rossi, quien con sus casi 85 años, sigue al frente de esa panadería y en su mostrador le ofrecerá sus panes con chicharrón, galletas ‘trinchadas’, empanadas de hojaldre dulces o saladas, y las tortas negras, que son una especialidad.
Don Julio pertenece a una dinastía de panaderos: uno de sus hermanos tiene 80 años y tuvo panadería en Capilla del Señor y luego en Carmen de Areco, donde ahora tiene uno de los hijos de Julio la panadería San Martín. Otro hijo, tiene la Santa Teresita II en San Andrés de Giles.
Pero además Julio César Rossi es reconocido en toda la zona como un ciudadano ilustre por el compromiso social que adoptó desde muy joven para mejorar la calidad de vida de su gente, sobre todo, de los más humildes. Lo hizo a través de la militancia política y llegó a ser intendente de San Andrés de Giles. Construyó barrios obreros en todo el partido, en Villa Ruiz, Villa Espil, en Giles, en Azcuénaga, y dos en Cucullu. Todo el mundo sabe que no se enriqueció en su gestión y que tiene una modesta jubilación, por lo que debe seguir trabajando.
Julio es la tercera generación de panaderos. Su abuelo Santiago llegó desde Italia, a fines del siglo diecinueve a la ciudad de Mercedes. Se mudó a Giles y puso una panadería en sociedad con sus concuñados. Pero en 1917 se fue al pueblo de Azcuénaga a gerenciar una panadería, “La Moderna”, que montó un francés. Allí creció el papá de Julio, que con los años le compró la panadería a aquel. Luego nació Julio César, un martes 13 de julio de 1937.
Ahora él cuenta que “en 1941 yo tenía 4 años y andaba en triciclo por la cuadra de la panadería, cuando vino un ciclón que arrancó el techo. Jamás lo pude olvidar, fue un espanto”.
Su padre construyó otra panadería a pocas cuadras y, hace unos años, pasó a manos del mismo hijo de Julio que tiene panadería en Carmen de Areco, aunque se la alquila a una señora famosa por sus galletas de campo. Julio aclara que formó en panadería no sólo a sus hijos sino también a los reconocidos hermanos Monzón, que tienen otra destacada panadería en Giles.
Don Julio Rossi se casó en 1959 con Mabel Freggiaro, una chica de un campo cercano a Cucullu, donde no había panadería. En 1962 decidieron irse juntos a allí a poner su propio local. “Ella no era bolichera y ahora, con 62 años de casados, es más bolichera que yo. Cuando la conocí, me enamoré perdidamente y cada vez la quiero más”, confiesa este hombre alto y de manos grandes pero llenas de ternura.
“Sufrimos tanto al llegar a Cucullu con nuestros 4 hijos, porque éramos muy pobres. Le compramos la esquina a don Julio ‘Pinoto’ Bussoni que me la dio a pagar en cuotas. Había sido agencia del Automóvil Club, estación de servicio Texaco y hasta terminal de ómnibus, porque esta avenida fue la vieja ruta 7 que iba desde Luján a Carlos Keen, Villa Ruiz, hacia Carmen de Areco. Pero tuve que reacondicionar todo, así es que trabajé de peón para los albañiles. Un vecino me regaló un motor y gracias a él pude tener mi primer vehículo”.
“Inauguramos la panadería en febrero de 1963. Mi padre vivió hasta los 94 años y hasta sus últimos días ayudaba en la panadería”, rememora Julio con nostalgia, mientras nos sirve una copa de ginebra –que para él es un ritual de amistad, como compartir un mate- en el comedor de su casa, ubicada al costado de la panadería.
“Siempre que puedo –nos dice- vuelvo a Azcuénaga y me tomo una ginebra en el club. Adonde voy, me pido una ginebra”. Se jacta de que aún le renuevan el registro de conducir. Le encanta andar ‘rodando’ por las rutas y buscar antiguas pulperías para bajar y acodarse en sus mostradores un rato.
Es invierno y Julio César Rossi encendió el hogar a leña para hacer una pausa como panadero y contarnos su vida. La mesa grande y larga revela los almuerzos domingueros en familia. Sobre una pared cuelga un reloj “cucú” (suena risueño, justo en Cucullu) de 120 años, que su padre les compró a unos irlandeses en Azcuénaga.
“Yo siempre estuve implicado en los quehaceres de la comunidad y supongo que ya me vino de mi abuelo, que se nacionalizó argentino para poder votar a Irigoyen. Mi papá fue presidente del comité radical y yo seguí sus pasos, empecé muy joven a participar en política. En esa época, el comité se conformaba con la gente honrada y de buen poder adquisitivo. Cuando se salió a buscar figuras de bajos recursos, se produjo una división y algunos se fueron con Allende”.
“Fui concejal durante 8 años e intendente de Giles desde 1983 hasta 1987. Me dediqué construir barrios para los obreros, porque en esa época no se podían comprar una casa. En mi gestión para mí no gané nada, pero me siento orgulloso de haber conseguido muchas cosas para el bien común”, define con orgullo Don Julio.
Desde 1887 corría desde Chacarita a Giles el Tranvía Rural de los hermanos Lacroze. Era un vagón tirado por caballos, que después los remplazó una máquina a vapor. En la década de 1940 se instalaron hornos para cocinar ladrillos y fabricarlos de modo artesanal. Y para trabajar en ellos, llegaron correntinos, entrerrianos y algunos santiagueños, produciéndose un intercambio cultural que incorporó el guaraní, el chamamé, el chipá y la devoción a la Virgen de Itatí. Por esto se celebra en noviembre la “Fiesta del Hornero y de Cucullu, Pueblo Alfarero”.
Rememora Don Julio: “Teníamos que sacar la leche a la ruta con un tractor cuando llovía. Un día llegó a vivir un jubilado de la marina con el que armamos una cooperativa de electrificación y pavimentación, de la cual fui presidente. Conseguimos que nos dieran un fondo a 30 años para recibir energía, además de asfaltar la avenida principal hasta la ruta. También puse mi hombro para llevar la luz a San Alberto. Me postulé para intendente y renuncié a la cooperativa, después de echar a uno porque hallé irregularidades. Ojalá hoy las autoridades se acuerden de iluminarnos la bajada desde la autopista para entrar al pueblo, que es un peligro. También me preocupa que acá en Cucullu hay peligro de que se pierdan las instituciones”.
Julio además tiene dos hijas docentes, nietos y está dispuesto a aportar su experiencia a los jóvenes. Los hermanos Isidoro y Hugo López nacieron en Cucullu y elaboran los panes y las facturas de Santa Teresita. El hijo de Hugo, Lautaro, ya aprende el oficio. Hugo vive en una casa del barrio que hizo la gestión de Don Julio y sostiene que desde allí no se hicieron más viviendas sociales.
Concluye Don Rossi: “Le digo que nos trataban de delirantes, y en buena hora que lo éramos. Yo siempre me he tenido que dedicar a la gente y acá, hoy, es lo que hay que seguir haciendo. ¿Qué mejor que luchar por la causa de los desposeídos? Yo no me arrepiento de nada sino que estoy orgulloso de todo lo que he hecho”.
Hermosa nota y merecida nota a Julio Rossi, un querido y notable vecino.
Para mi un gran amigo , fui empleado Municipal en su época de intendente , es un SEÑOR CON MAYUSCULA , es un político con un CORAZON ENORME , son muy pocos los políticos como EL !!!