El gobierno está nervioso. Subió las retenciones al complejo oleaginoso para poder arañar los últimos 400 millones de dólares de recaudación a ese sector y así poder armarle a Roberto Feletti, el empoderado secretario de Comercio, un fideicomiso para “desacoplar” los precios internos del trigo y subsidiar a la molinería y a los panaderos. Si uno se detiene en el decreto que creó ese Fondo Compensador, observará que el presidente Alberto Fernández hizo firmar a todos sus ministros. A todos. Hasta Elizabeth Gómez Alcorta, ministra de la Mujer, estampó su firma.
Esa postal de la debilidad de Alberto y su entorno más cercano también se registró este sábado por la mañana en el Ministerio de Agricultura, donde el ministro Julián Domínguez (que hasta la semana pasada decía que no iban a producirse retoques en el esquema de retenciones), fue obligado a dar explicaciones públicas sobre este nuevo esquema de subsidios cruzados (la soja bancando al trigo), que en realidad no dependerá de su cartera sino de Comercio Interior. Domínguez, visiblemente nervioso y debilitado, se rodeó -como nunca antes- de todo su Gabinete de funcionarios.
La mejor prueba del nerviosismo del ministro de Agricultura es que es un político que suele chamuyar rico y florido cuando la situaciones lo favorecen. Pero hoy, a la defensiva, se ajustó a un discurso muy preciso para poder explicar una medida en la que no cree ni él mismo ni los funcionarios que lo acompañan: además de desmentir subas en las retenciones, Agricultura venía rechazando también la posibilidad de ampliar los fideicomisos cerealeros a todos los derivados del trigo, como ahora logró imponer Feletti.
Como un actor que recitaba un libreto muy bien estudiado, el funcionario repetía las palabras y enfatizaba algunas frases con tonos graves: insistió por ejemplo muchas veces en la temporalidad de la medida. “Será temporal, temporal”, decía, más como una expresión de deseo que como una certeza.
El decreto que elevó las retenciones en 2 puntos para los derivados de la soja (que se elevan de 31 a 33%, eliminando el diferencial histórico respecto del poroto de soja) habla de una vigencia hasta el 31 de diciembre. Pero el que crea el Fondo Compensador del Trigo no tiene plazos. De todos modos, Domínguez lo rebautizó: “fondo estabilizador temporal del trigo argentino, vuelvo a repetirlo, el Presidente decidió crear el fondo estabilizador temporal del trigo argentino”.
Otra visible repetición del ministro -que también suena a ganas más que a otra cosa- es la idea de que la medida no tiene por qué afectar a los productores de trigo, más allá de que la soja a nivel local bajó unos 40 dólares por tonelada, desde la semana pasada, cuando se conoció la noticia. La estrategia oficial, claramente, es identificar a un grupo pequeño de multinacionales agrícolas como las únicas que deberían verse perjudicadas por esta decisión.
“La medida establece la suspensión temporaria del diferencial de 2% de los derechos de exportación de harina y aceite de soja. Esto harpa que vuelvan al 33%, que es un porcentaje que ya las empresas le descuentan al productor. Al productor ya le descuentan el 33% (repitió pausado). La captación de ese diferencial es solo para las empresas que exportan harina de soja y aceite de soja. A los productores no se los afecta con esta medida”, dijo el ministro.
Según Domínguez, la quita del diferencial solo termina “temporalmente” con un beneficio que tenían “11 empresas exportadoras del subproducto de la soja, de las cuales 8 representan el 95% del total de las exportaciones”. Más adelante dijo, refiriéndose a esas mismas empresas, que sus balances en las bolsas de valores indican una muy buena situación, e insistió en que no debían trasladar esta suba de retenciones a los chacareros. Como sea, la situación se produce justo cuando comienza la cosecha de soja 2021/22. Para justificar los recortes en los precios, las aceiteras argumentan que sin diferencial se horada su “poder de compra” de la materia prima.
Aunque a los ojos de todos el gran ganador de las pulseadas en materia de control de precios ha sido el contador Feletti, Domínguez intentó presentarse como un partícipe necesario de la decisión adoptada por el gobierno en las últimas horas. Pero una pequeña anécdota sucedida en esta conferencia de prensa lo ubica casi como un convidado de piedra, que nunca se acercó demasiado a la discusión técnica. De hecho, cuando un periodista le preguntó si con la quita del diferencial también subían las retenciones al biodiesel (otro subproducto de la molienda de soja), el ministro primero lo negó, obligando a su subsecretario de Mercados Agropecuarios, Javier Preciado Patiño, a corregirlo frente a las cámaras: “Perdón, ministro, pero el biodiésel subió a 30%”.
Algunos han comentado que el ministro de Agricultura, que llegó al gobierno en septiembre pasado con el objetivo declamado de conciliar con el sector agropecuario, estuvo al borde de presentar su renuncia esta semana, cuando tomaba forma una medida con la que claramente no acuerda demasiado y que han salido a criticar con virulencia no solo las entidades de productores, sino todo el acto de la producción agrícola. Fue minutos antes de reunirse con el Presidente Fernández, pero finalmente nada de esto sucedió. Por el contrario, lo enviaron a dar la cara. Y Domínguez la puso.
La excusa para semejante viraje no es otra que el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, dos países trigueros que por cierto han recalentado el mercado del cereal y provocaron un alza de los precios. Pero la idea del fideicomiso de Feletti está rondando desde mucho tiempo antes de que empezaran los bombardeos, al menos desde diciembre. Agricultura hizo de todo durante estos meses como para que no cuajara esa idea.
Por eso lo que se está viendo aquí es el resultado de otra guerra, quizás más dañina para los argentinos que cualquier otra cosa: la de halcones o palomas, o la de kirchneristas versus albertistas, o la de quienes recomiendan intervenir activamente en los mercados contra quienes prefieren no meter demasiada mano.
Feletti representa en primer bando y claramente ganó este round. Domínguez, que hasta aquí parecía formar parte de los moderados, hoy se disciplinó y decidió tragarse el sapo de una evidente derrota.
Eso sí, todavía confía que será “temporalmente”.