El uso del cáñamo, como se conoce vulgarmente a las distintas variedades de cannabis, ha acompañado al hombre durante casi toda su historia. Hay referencias de su utilización en China hace diez mil años atrás y en España se cultivó durante varios siglos para hacer vestidos, papel, cuerdas, piezas de barcos y velas navales.
Las famosas carabelas de Cristobal Colón tenían sus telas fabricadas con fibra de cáñamo o cannabis (foto). Pero el navegante que descubrió América nunca perdió el rumbo.
“En nuestro país, Manuel Belgrano ya decía que una nación industrializada debe sembrar cáñamo, y estoy seguro que ya se sembraba en 1800”, contó a Bichos de Campo el agrónomo cordobés Diego Bertone, un especialista en un cultivo del cual volvió a hablarse mucho luego de la aprobación en 2017 en el país del aceite de cannabis medicinal, un subproducto de la misma planta.
Bertone agrega que el primer registro sobre le cáñamo que existe en la Argentina data de 1935 y es un boletín del Ministerio de Agricultura que fomentaba el uso de ese cultivo. Pero años más tarde (en tiempo de dictaduras militares) introducen el término ‘marihuana’, relacionado a las etnias mexicanas, y así fomentar el odio y el racismo mediante una planta tan útil para el ser humano”, se lamentó el experto.
Aquí la entrevista completa con el especialista en cáñamo:
La prohibición del cáñamo llegó a nuestro país en 1977, cuando el gobierno militar intervino un establecimiento que lo producía con fines textiles en Jáuregui, Buenos Aires, cerca de Luján. La empresa se llamaba Linera Bonaerense y cultivaba 3.500 hectáreas de cáñamo que tenían como destino principal la fabricación de las suelas de yute de las alpargatas.
“Una locura, fueron presos todos, hasta el ingeniero agrónomo. Y no creo que exista un mercado de uso recreativo de cannabis por aquel entonces”, destacó Bertone.
Los usos del cáñamo son numerosos: textiles y cuerdas, de gran resistencia y livianas; aceites comestibles -se extraen de la semilla (foto)- ricos en Omega 3 y con 34% de proteína; biocombustibles, lubricantes y bioplásticos; materiales para la construcción de gran resistencia; celulosa para papel; aceites medicinales y cosméticos; materiales aislantes, plásticos y piezas de automóviles. Las marcas Audi y BMW ya lo usan.
“Básicamente podemos hacer todo lo que se hace con petroleo y más, porque se puede hacer comida y no creo que se pueda comer del petróleo”, desafió Bertone.
Desde el punto de vista del cultivo existen a grandes rasgos dos sistemas distintos. Uno es cultivar las plantas en un ambiente controlado (luz, agua y temperatura) dentro de un invernáculo, buscando calidad en la obtención de flores con los cannabinoides más deseados (THC, CBD, etcétera). Desde Uruguay ya han vendido flores secas en hasta 8 mil dólares la tonelada hacia Alemania.
Por otro lado está la producción más orientada a la fibra o el aceite comestible de semilla, una actividad en la que la Argentina tiene mucho potencial ya que se puede cultivar como cualquier otro cultivo extensivo de granos, a gran escala y en secano.
Bertone afirmó que el cáñamo puede adaptarse tranquilamente al productor argentino y a las tecnologías agrícolas que hoy se utilizan en el campo. “Es comparable con un trigo por la maquinaria de siembra y cosecha, y se asemeja al sorgo en su estructura, tamaño y forma de panoja”, describió.
En cuanto a su alcance territorial, según el agrónomo este cultivo es comparable a la soja debido a que se puede cultivar en los más diversos climas. “Hay variedades sensibles al fotoperíodo (duración de horas de luz al día) y están las insensibles, que se podrían cultivar hasta en la Patagonia. Son materiales vienen de Canadá y Finlandia”, finalizó.