La llegada al campo de la familia Faivre, en el condado de DeKalb, despertó suspiros de inmediato. Extensos lotes de maíz, que aparentaban superar los tres metros, rodeaban el casco de una granja que resaltaba por su prolijidad. Frente a la casa principal, dos silos, una secadora de granos y dos grandes galpones se llevaron todas las miradas, en especial aquel que contenía las máquinas de la empresa.
“¿Cuántas hectáreas tendrán en producción?”, preguntaban varios por lo bajo, ante el número de fierros desplegados. La encargada de responder esas preguntas fue Vicky Faivre, quien le dio la bienvenida al grupo de productores argentinos, la mayoría de los cuales pisaba por primera vez un campo en Estados Unidos.
“La granja era del papa de Roger, mi marido. En 1943 había vacas, un tambo, cerdos y gallinas. En 1970 dejaron de hacer ganadería por la situación económica y desde entonces se hace agricultura”, contó la mujer, que detalló que actualmente cultivan unas 1100 hectáreas, 90% de la cuales son alquiladas.
Los principales cultivos que desarrollan son maíz y soja, cuyo manejo recientemente comenzó a transicionar desde lo convencional a lo orgánico. La principal razón para eso es que reciben casi el doble de precio por sus granos. Eso disparó las consultas de los presentes, que se interesaron principalmente por el manejo de plagas y malezas.
Josh Faivre, hijo de Vicky, explicó que realizan rotación de cultivos y aplican Bacillus thuringiensis como forma de controlar la aparición de plagas, y que remueven malezas en forma mecánica. Teniendo en cuenta pérdidas en torno al 10% por hectárea, por el no uso de insumos, estiman una siembra de 88 mil semillas por hectárea, que en todos los casos son semillas no GMO ni tratadas, de semilleros certificados.
En cuanto a la fertilización, los productores estadounidenses colocan guano de pollo pelletizado de gallinas ponedoras. La razón para esto, según dio cuenta Faivre, es que, si bien es más caro, emite menos olor y genera menores inconvenientes con los vecinos.
-¿Qué sucede si un vecino aplica agroquímicos? ¿Cómo los afecta en su transición hacia lo orgánico?- le preguntamos a Josh desde Bichos de Campo.
El joven respondió que por lo general se trabaja en forma desfasada con los vecinos, esperando al menos dos semanas para sembrar y evitar así la polinización cruzada.
Un dato clave es que los aplicadores locales pueden controlar, previo a pulverizar algún lote, qué campos de la zona realizan manejo orgánico, para evitar derivas e ingresos a lotes equivocados.
En cuanto a la maquinaria, algo en lo que los productores argentinos se enfocaron especialmente, Josh dio cuenta de que realizan un recambio una vez cumplidas las 2000 horas de uso, lo que equivale a cinco años o al tiempo de su amortización.
Previo a la comercialización del maíz obtenido, que no tiene como destino la exportación sino el mercado interno, la familia seca en el propio campo aquellos granos obtenidos en forma convencional, bajando su grado de humedad del 20% al 14% aproximadamente. El maíz orgánico, en cambio, no pasa por ningún proceso de secado.