Los pequeños productores de Añatuya y otras localidades de esa zona irrigada de Santiago del Estero siempre estuvieron acostumbrados a realizar dos tipos de cultivos: el algodón y la alfalfa. El primero, clave para la economía provincial, comenzó sin embargo a perder su popularidad en esa zona en los últimos quince años, a causa de la progresiva escasez de agua que experimentan la mayoría de los lugareños. Fue por eso que la alfalfa, que resiste mejor las situaciones de mayor sequía, pasó a ocupar el primer puesto en la lista de prioridades, destinándose principalmente a la producción de fardos, rollos y semillas.
Así, de las 3.000 a 3.500 hectáreas que esa zona tiene bajo un sistema de riego, hoy se destina el 95% de ellas a la producción de alfalfa.
“La producción primaria es la parte del forraje, y la producción secundaria como subproducto es la semilla de alfalfa. Todos los años se dan las condiciones para que el cultivo se estrese y a partir de diciembre y enero se incentive a florar y producir semilla. Al ver esa potencialidad, empezamos a buscar que la semilla se vuelva producción primaria y el forraje la secundaria, porque podría ser una mejor fuente de ingresos”, explicó a Bichos de Campo Ariel Tamer, ingeniero agrónomo del INTA Añatuya.
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Fue en ese marco que investigadores de ese Instituto se plantearon recuperar una variedad de alfalfa prácticamente perdida, creada originalmente por el ingeniero Horacio Ochoa, que se adaptaba principalmente a los suelos salinos. Para iniciar ese proceso, se utilizaron materiales remanentes recolectados entre 2001 y 2005, que fueron aislados por la Estación Experimental Agropecuaria Santiago del Estero del INTA, y luego reseleccionados en la zona de Isla Verde, de la misma provincia.
El objetivo del proyecto fue no sólo recuperar una variedad con más de 70 años de historia en la provincia, sino dinamizar económicamente a un sector liderado principalmente por pequeños productores, que en muchos casos no cuentan con la espalda para afrontar sus gastos productivos.
“Al igual que cualquier economía regional del país, los insumos que nosotros compramos en la zona son todos en dólares y el producto se vende en pesos. La alfalfa para forraje ha dejado de ser un negocio rentable porque los productores. Transformar esa zona en una semillera permitiría que el productor cambie su estrategia y aplique esta tecnología”, afirmó Tamer.
En 2019 Mónica Cornacchione, investigadora del INTA Santiago del Estero, comenzó a coordinar un Clúster Semillero de Alfalfa de Santiago del Estero que en 2021 cosechó y vendió 1400 kilos de esa semilla que fue comprada por el Ministerio de Producción de la Provincia de Santiago del Estero, para ser distribuida entre pequeños productores de la provincia. Esa variedad de “alfalfa salinera” ya fue registrada en el Instituto Nacional de Semillas (INASE).
Fue a partir de entonces que se crearon cooperativas de productores con el fin de comenzar a trabajar en la multiplicación de esa variedad y diseminarla en el territorio, apoyados en las capacitaciones brindadas por el INTA.
“Desde el cluster estamos trabajando en la reproducción de la semilla, dando los primeros pasos. Se han hecho todos los trámites legales que corresponden, la compra de la semilla, el rótulo, la inscripción en el INASE y armamos la cooperativa. Vamos dando todos los pasos que se necesitan para que se pueda comercializar con certificación y con el sello de la originalidad”, dijo a Bichos de Campo Juan Gómez, presidente de la Cooperativa Avellaneda de Santiago del Estero, que ya reúne a nueve productores.
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“Soñamos con que salga mucha semilla de esta zona. Esto supo ser una colonia muy próspera pero hemos quedado pocos. La tecnología nos ha corrido, como somos pequeños productores no tenemos acceso a créditos y no nos podemos tecnificar. Seguimos haciendo lo tradicional y los costos son más grandes. No podemos competir con otros sectores que hacen la misma producción que nosotros. Con una enfardadora automática se abarata el 50% de los costos. Nosotros lo hacemos de forma artesanal, con la familia”, indicó el productor.
-¿Qué necesitan para poner en marcha este proyecto?- le preguntamos a Gómez
-Tenemos algunas herramientas para el laboreo pero se pone a veces costoso porque la situación económica de la zona no es buena. Estamos comprometidos y queremos hacerlo de cualquier forma. Si hay algún apoyo de la zona bienvenido sea porque nos va a facilitar la siembra. Creo que este va a ser el futuro.