José Perkins tiene nombre de mayordomo y con orgullo cuenta que ha trabajado de mayordomo (como se conoce a los responsables de administrar los campos) durante mucho tiempo y en diversas regiones del país. Se alegra de haber conocido mucho. Recién a los 50 años pudo volver a su lugar de origen, Pehuajó, y comenzó a probar suerte en la agricultura, sembrando en campos propios y alquilados. Fue una de las caras más visibles durante la marcha de productores a Buenos Aires del sábado pasado.
-Me gustaría saber las motivaciones que te trajeron a Buenos Aires, más allá de lo político. ¿Pero impacta en vos la situación actual?
-Lo que me convoca a mi es que tenemos un país que tiene todo. Vos te subís a un auto y recorrés de Bahía Blanca hasta el Chaco y lo único que cruzás es agricultura, vacas, riqueza. Y también ves que hay partes que podrían ser mejor trabajadas. Hay muchos campos duros que son productivos, pero que están a 700 kilómetros de los puertos. Entonces no tienen un margen de rentabilidad económica suficiente, más que nada por la brecha del dólar y por la opresión impositiva. Vos fijate que los fletes se llevan un 30% de la producción.
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Perkins, que es productor autoconvocado, añade que le gustaría que los habitantes de la ciudad comprendan que los productores no son responsables de la suba de los alimentos sino solamente una parte de una cadena que lleva tiempo, inversión y esfuerzo. “No es magia”, afirma.
En este punto, intenta explicar que hay puntos en común entre los reclamos del agro por la presión fiscal con la de otros eslabones de esa cadena, llegando hasta el consumidor. “¿Cuál es ese punto en común? El 21% de IVA, el Impuesto el cheque, Ingresos brutos… En la actividad cotidiana se hace sentir mucho el peso de esos impuestos”.
“Lo más dramático del tema es que a todos nosotros nos han hecho creer que hay una grieta y no es verdad. Acá hay una fiesta. De un lado están los que la disfrutan y del otro los que la pagan. El que disfruta es el Estado cada vez más grande, cada vez peor. Y los que lo pagan son los contribuyentes. Es Doña Rosa, que hoy tiene que comprar la yerba a 400 pesos cuando vale 36 en el ingenio. ¿Vos crees que hay empresarios ricos que soplan y hacen botellas? No, hay una cadena en la que todos pagan todos los impuestos y las cargas sociales”, reflexiona Perkins.
Para el productor de Pehuajó, ha llegado el punto en que esa presión fiscal es insostenible y ahoga a quienes producen. “Por cada chofer de camión, por cada camionero que trabaja, ya hay un ñoqui que no lo hace”, define con crudeza.