En Bichos de Campo habíamos optado por no darle demasiada entidad a las declaraciones que hace unas horas realizó el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti. Mientras sigue lanzando manotazos al viento, ese funcionario no cesa en su afán de querer parecerse cada vez más a Guillermo Moreno, quien condujo ese mismo área de gobierno entre 2006 y 2013. Entonces apela a exabruptos para llamar la atención y provocar. Lo que no advierte es que el kirchnerismo ya no es el de antaño.
¿Qué dijo Feletti? Al defender las intervenciones del Estado sobre los mercados de alimentos, el funcionario lanzó una frase muy hiriente, a pesar de no tener fundamento y ser a la vez bastante pelotuda: “No puede pasar que se termine comiendo lo que quiera la Mesa de Enlace”, afirmó, como si los cuatro dirigentes agropecuarios que conducen el maltrecho frente rural pudieran incidir en algo sobre la bendita mesa de los argentinos.
Habíamos pensado omitir las provocaciones que lanzo Feletti. Pero nuestro problema es que esas declaraciones fueron contestadas por uno de los cuatro líderes de la Mesa de Enlace, el bloque agropecuario que tampoco ya es lo que supo ser. Carlos Iannizzotto, el presidente de Coninagro, replicó amenazando con una escalada. “Va a haber terrible conflicto”, amenazó el dirigente, como si este grotesco pudiera ser un revival de la pelea del 2008.
Una boludez no deja de ser una boludez, pero dos boludeces juntas ya constituyen una noticia.
Feletti está embarcado en una oleada de inventiva que sería envidiable para cualquier artista. Sigue insistiendo que los siete cortes vacunos a precios populares -y que representarían si apareciesen un 5% del total del consumo- son una solución a la suba de la carne vacuna, a pesar de que solo se ofrecen en 1000 bocas de expendio -los grandes supermercados- en los que los argentinos más empobrecidos no suelen entrar.
También insiste en armar un fideicomiso como el que ya rige para el aceite -y que acaba de ser prorrogado- para subsidiar los costos del trigo y el maíz para los molinos harineros y las empresas avícolas, como si eso fuera a solucionar todos los problemas de acceso a esos alimentos, los pollos y la harina. Todos los sectores de la cadena productiva, incluso los que se pretende subsidiar, han dicho que no les parece conveniente ese sistema.
Pero Feletti machaca: incluso llegó a proponer armar fideicomisos con el tomate, la cebolla y la papa, productos que no suelen exportarse y que, por el contrario, siempre fijan sus precios en base a lo que sucede en el mercado doméstico. “Es para no pagar los productos a precios internacionales”, indicó el secretario sobre sus benditos fideicomisos, que son complejos mecanismos que distorsionan todo y no sueles ser utilizados en ningún otro lugar del mundo.
La Mesa de Enlace, la que según Feletti quiere obligar a los argentinos a pagar por la comida los precios que se pagan en otros países, optó por no contestar las acusaciones del funcionario. Salvo uno de sus dirigentes, que necesitado de algo de visibilidad para poder resurgir del papelón electoral que protagonizó (sacó solo el 3% y puchitos de los votos de sus comprovincianos mendocinos), vio la oportunidad de subirse a esta polémica.
Lo que dijo @RobertoFeletti es una auténtica provocación. Resulta reiterativo seguir remarcándolo, pero ante este gobierno que se dedica a comentar la realidad con alta carga ideológica y prejuicios contra el campo, debemos hacerlo: los productores no somos formadores de precios pic.twitter.com/TdUzO3EQlm
— Carlos Iannizzotto (@c_iannizzotto) February 8, 2022
-¿Hay lugar para un conflicto otra vez con la Mesa de Enlace, con el sector agropecuario?- le preguntaron a Iannizzotto casualmente en el canal ultraoficialista C5N, intentando que pise solo el palito,
-No te quepa la menor duda. Va a haber terrible conflicto. El productor no lo va a permitir. Nos hacen parte del problema que no gestamos nosotros, que son los precios, mientras la conducción no está poniendo la orientación de hacia dónde va el barco. Acá puede pasar lamentablemente cualquier cosa.
Luego el dirigente de Coninagro trató de serenar un poco su propio discurso y bajó el tono. Pidió “serenidad” en el debate, pero ya era tarde. Había pisado el palito.