Aníbal Ricardo Molina nació en Comodoro Py, partido de Bragado. Su campo está ubicado a 9 kilómetros de la cabecera, sobre la Ruta Nacional 5 a la altura del kilómetro 219,5, en el centro norte de la provincia de Buenos Aires. “Mi abuelo llegó de España y comenzó con agricultura y ganadería, de la nada. Después mis padres se trasladaron a Bragado y me mandaron a la escuela”, recuerda.
Con 75 años, Aníbal ha trabajado e investigado mucho, siempre en forma autodidacta, ya que se presenta –orgulloso- como maestro de escuela, advirtiendo que no es ingeniero agrónomo. “Estudié la mitad de la carrera, pero descubrí la soja y les dije a mis padres que no estudiaba más y que me iba a dedicar a promocionar la soja. Por cinco años mis padres no me hablaron, pero yo tenía mi convicción”, cuenta, también con orgullo porque no se equivocó.
“Años después retomé la facultad –sigue recordando Aníbal-, hasta que me pasó que no hallaba una buena foto del chamico para que lo distinguieran los productores. Entonces me pregunté por qué no lo hacía yo. Vendí varias cosas para comprarme una buena máquina y decidí abandonar de nuevo la facultad. Comencé a viajar y a fotografiar insectos y malezas hasta que me contrató Monsanto como fotógrafo exclusivo durante 4 años y recorrí toda la Argentina. Además, me puse a criar insectos y me hice mi banco de fotos”.
Aníbal acarrea en su haber varias glorias: por haber sido uno de los pioneros de la soja en la Argentina -fundó la Comisión Investigadora Bragadense de Soja en 1972-; pero además por haber aportado 20 libros técnicos sobre malezas e insectos en los cultivos, ilustrados con fotografías profesionales de su autoría.
Ha vendido más de 100.000 ejemplares de su compendio de insectos y malezas y sentencia: “No nos damos una idea de la cantidad de herbicidas que se han esparcido innecesariamente en nuestro país, por no conocer las malezas. Estimo que podría haberse ahorrado la mitad”.
Actualmente asegura que es el único que promueve el cultivo del algodón en la Pampa Húmeda. Cuenta que muchas veces han intentado quebrantarlo en su proyecto algodonero, pero que no han podido porque él siempre se ha autofinanciado.
-¿Cuándo comenzaste con tu proyecto de investigar y promover el cultivo del algodón en la Pampa Húmeda?
-Hace 15 años tenía 54 hectáreas acá en Bragado y vendí 50 para poder desarrollar mis investigaciones sobre el algodón. Me largué solo. Hoy, el mismo ya está plasmado y lo estoy difundiendo. Consistió en investigar y experimentar todas las variedades, épocas de siembra, distanciamiento, etc. Viajé a Perú, cuna del algodón, a Bolivia, Cuba y Brasil, para conocerlo en detalle. Terminé mi trabajo de investigación y lo presenté en 2016 en un congreso mundial en Goiás, Brasil. Allí me felicitaron todos.
-¿Y cuando regresaste a Argentina cómo te recibieron?
-Acá no le interesaba a nadie. Y yo me pregunto: ¿Qué le costaba al INTA de Pergamino sembrar 10 semillas de algodón en su campo? Pero no lo hacían. Aún me sigo preguntando por qué no encaró el Estado un proyecto tan necesario para los productores. Pero no me enojo sólo con el Estado, sino también con el individualismo de muchos emprendedores privados.
-¿Cuántos están promoviendo el algodón en la Pampa Húmeda?
-Debo ser el único que promueve hoy el algodón en la Pampa Húmeda. Y con mi propio presupuesto, porque no tengo ni un sponsor. El periodismo me publica, porque tengo una novedad que llama la atención. Me pasa lo mismo que me pasó con la soja hace 50 años, que una vez que el algodón tome embale, después ni me van a saludar. Pero no me importa, porque no me interesa promoverme a mí, sino que prospere este cultivo en Buenos Aires. Y ya está instalada la palabra algodón en la provincia de Buenos Aires, pero reconozco que no está sucediendo a la velocidad que me pasó con la soja.
-¿Pero vos vislumbrás que tarde o temprano se va a imponer?
-Alguno me pregunta: “¿Pero esto viene?” Y yo les digo: “Y, flaco, lo tenés en la mano”, ya que lo demuestro con mi cultivo experimental que a todos invito a venir a comprobar. Es algo nuevo y desconocido, como lo era la soja hace 50 años. En la década del ’70 me decían que yo era un chanta o un loco, se sembraba un poco de trigo, casi nada de cebada, algún girasol perdido, variedades de maíz, pero no híbrido, y muchísima hacienda.
-Con la soja no te fue fácil.
En aquel momento la llamábamos “soya”. No había insecticidas, ni herbicidas, ni cosechadoras, no cotizaba en bolsa, no te la compraba nadie. Hasta que comencé a difundirla gracias a Julio Lagos, en 1973. Y el 13, 14 y 15 de septiembre de 1974 lancé la primera “Fiesta Provincial de la Soja”, en Bragado, con el fin de llegar al hombre de campo y no paré más. Aquella vez me auspició la Subsecretaría de Agricultura de la Nación, el Ministerio de Asuntos Agrarios y la Municipalidad de Bragado.
-¿Ya en los años ’70 le veías un futuro asegurado a la soja?
-Yo le veía futuro a la soja porque sostenía que era un cultivo milenario, originario de la China, adaptado a la cultura, de modo que todos la consumían, más de 800 millones de habitantes (hoy son más de 1400), con un vasto territorio, pero con una pequeña proporción de suelos agrícolas y para colmo, muy cansados. China iba a necesitar de nosotros, como de la India, para que les produjéramos alimentos. Y hasta hoy producimos ese poroto que casi no consumimos, y del que tenemos la venta asegurada de por vida. Al fin logramos que todos los medios masivos de comunicación nos empezaron a difundir, porque ya se veía venir el aluvión sojero.
-¿Y ahora con el algodón qué te viene pasando?
-Con el algodón no pude hacer lo mismo porque después de 15 años no consigo el apoyo que recibí con la soja. Entonces he tenido que difundirlo “solito mi alma”. Ahora hago la “Fiesta del Algodón Bonaerense” en la provincia de Buenos Aires, donde ya demuestro que se siembra este cultivo. No soy pionero en esto, porque se vienen haciendo pruebas en la provincia desde hace 30 o 40 años, pero sí en montar un cultivo experimental, ecológico, en apenas 1 hectárea, para difundirlo, incluso con todos sus derivados posibles.
-¿Y qué resistencia hallaste en el camino?
-Los técnicos me decían que la zona era fría y por lo tanto, no era apropiada para el algodón. Y hasta hoy les digo que en estos 5 o 6 millones de hectáreas donde se puede sembrar, el frío es lo mejor, en un momento de su ciclo. Es llamativo que el Ministerio de Asuntos Agrarios de la provincia no haya hecho nada con el algodón bonaerense en estos 15 años. Además, muchos intereses particulares me quisieron voltear, pero no pudieron, porque estoy convencido, como lo estuve con la soja cuando pocos creían.
-¿Y hay demanda de algodón en el mundo?
-El ser humano necesita básicamente alimento y vestimenta. Hace unos años me fui de vacaciones a República Dominicana y me llevé 20 prendas confeccionadas con mi algodón. Al primer comerciante al que se las ofrecí me las compró todas. Quiere decir que hay mercado en el mundo, pero claro que hay que saber llegar. En ese punto los argentinos tenemos un problema, porque llevamos muchos años con políticos que nos ponen trabas para exportar. Hay que fijarse que Brasil ha multiplicado su producción.
-Vos le ves salida al algodón en lo macro y en lo micro.
-Hemos visto cómo se lleva a la gente de acá para allá con planes Trabajar, cuando se puede sembrar 50 plantas en el fondo de la casa, con lo cual se proveería del algodón que necesitaría para todo el año, además de aprovechar sus descartes para hacer artesanías y venderlas. También en lo macro se podría sembrar uno o dos millones de hectáreas.
-¿Y vos qué buscás a nivel personal?
-Olvídense de mí, y sólo pongan atención en que tenemos una nueva economía para los campos de la provincia de Buenos Aires, el algodón. La idea es que nos unamos y nos complementemos los algodoneros del Norte, sobre todo del Chaco, con los del Sur. El año pasado se cosecharon unas 400.000 hectáreas en la Argentina. El picudo es la plaga más dañina del algodón, y para controlarlo, en el norte se invierte mucho dinero, cuando acá en el sur no hay y no es un problema. Yo les propongo que para apostar al algodón, hay que tener 3 condiciones: tener el conocimiento, voluntad de trabajar y la decisión de hacerlo. Y ahí los productores se frenan. Es que la soja les ha arruinado la cabeza a muchos productores. Y además yo me ocupo de difundir los derivados del algodón, todo el valor agregado.
-¿Y qué difundís?
-El mundo del algodón es mucho más diverso y amplio, cosa que ignoramos y desatendemos en Argentina. Por eso vivo difundiéndolo y mostrando que el algodón y sus derivados pueden generar mucho trabajo en nuestro país: la fibra, la semilla, los descartes o restos vegetales, y los diferentes procesos. Poco a poco estoy consiguiendo que se conozcan. Por eso hice un video para invitar a todos los colegios a que pasen por mi campo a conocer el mundo del algodón, de modo gratuito.
-¿Alguna curiosidad del algodón les llama la atención a los chicos?
-Sí, por ejemplo, algo que el común de la gente no sabe, es que el algodón no es exclusivamente blanco, inmaculado. Hay muchas variedades de otros colores. Yo cultivo además una variedad que produce capullos de color verde agua, y otra de color marrón. Hace unos años anduve investigando otras variedades en el norte de Perú, y conocí unas con capullos de color tirando a rojo, otros con su fibra de color rosado.
-¿Y qué has ido desarrollando?
-Me compré una minidesmotadora, que saca la fibra por un lado y la semilla por el otro. Me puse a desarrollar varios productos derivados para agregar valor, como aceite extra virgen de algodón ecológico, con una técnica que se me ocurrió a mí, y que tiene grandes beneficios cosméticos. Con dos gotitas te frotás las manos, te lo pasás por el cuerpo y te rejuvenece la piel. Una vez me quemé con un caño de escape, me empecé a pasar el aceite sobre la quemadura y a la semana ya estaba bien. Creo que en la Argentina no hay ninguna fábrica, cosa que en Brasil sí, y en muchos otros lados.
-¿Qué más hacés?
-Yo cosecho el algodón, hago el desmote y mando la fibra a una hilandería. Luego envío los hilos a una tejeduría para que me haga las telas. Después coloco los moldes acá y se los doy a dos cosedoras para que me confeccionen remeras y demás prendas, que uso yo para promoverlas. Éstas se pueden colorear con tintes naturales, a partir de la cúrcuma, de la granada, de la cáscara de cebolla, etc.
-¿Y aprovechás algo más?
-Sí, aprovecho todo lo que se descarte. Con eso hago: botones, cortando el tallo en rodajas, y con una mezcla de fibra del capullo, restos de troncos y hojas secas hago macetas ecológicas. Además, a esta mezcla le agrego un ligante combustible y fabrico briquetas. Son muchísimos los productos que se pueden hacer. Lo bueno del algodón es que puede generar economía en la que con muy poco capital puede participar mucha gente y obtener buenos beneficios.
-¿Y qué te falta para incursionar en la industria de los derivados?
-Hace 5 o 6 años que vengo intentando asociarme, buscando inversores, pero no he conseguido a nadie aún. También me cuesta conseguir gente para trabajar, entonces me puse a desarrollar todo por mi cuenta, pero sólo como muestras para difundir, para que todo el mundo lo pueda aprovechar.
-¿Este año pensás hacer la Fiesta del Algodón Bonaerense?
-Sí, la “Fiesta del Algodón Bonaerense, el algodón ecológico más austral del mundo”, la lancé hace dos años y ésta será la tercera, que estamos pensando en hacerla a fin de mayo, o en julio o agosto. Se realiza en mi campo, “La Pirula Font”. Habrá buffet, estacionamiento gratis, la gente puede cosechar a mano el algodón en mi hectárea experimental. Luego pueden ver cómo se separa la fibra de la semilla y como se hace un paño con una cardadora. Luego las tejedoras hacen el hilo en forma manual como se hacía antiguamente. Los palitos de las agujas están hechas con la plata del algodón. Podrán comprar prendas que hacemos acá y todos los derivados.
-¿Seguís escribiendo libros?
-Sí, tengo tres libros en preparación, sobre insectos, uno en malezas, otro en soja, que es una edición ampliada del que ya escribí, y otro en algodón, que va a ser el mejor de todos los que hay en el mundo, con fotografías sacadas por mí -porque me especialicé en macrofotografía- y con toda la información para identificar cada insecto.
-¿Qué balance hacés a esta altura de tu vida?
-Tenemos un país hermoso, pero saqueado. Hay que salir siempre a intercambiar el conocimiento y difundir los frutos de lo que investigamos. De nada sirve quedarse entre cuatro paredes. La mejor manera de salir adelante es uniéndonos, compartiendo, dejando el egoísmo. En mi vida hice mil cosas, pero sólo acerté en tres: la soja, mis libros y el algodón. Pero nunca el éxito se me subió a la cabeza. No soñé con un avión, ni con un auto de carrera, ni con tener 2 mujeres a la vez, ni nada. Mis amigos pasan por la puerta de mi campo y me ven sentado y me preguntan qué estoy haciendo. Les contesto que estoy pensando. A esto siempre he dedicado mucho tiempo. Y veo que se puede generar trabajo por todos lados, con genuina producción, con la proyección de exportar, pero el Estado debe acompañar todo esto y no poner palos en la rueda. Es la única manera de salir adelante.
Aníbal, que tiene su propia página web, eligió dedicarnos una chamarrita escrita y compuesta por dos payadores que lo han apoyado mucho en su Fiesta del Algodón: “El algodón bonaerense”, de y por David Tokar y Emanuel Gabotto.
Excelente nota muchas gracias por compartirla me voy a poner a disposición de este señor porque opino exactamente igual muchos queremos innovar queremos apostar a un campo diferente y nos encontramos con estas dificultades que él menciona así que deberíamos intentar agruparnos para ayudarnos a lograr las ideas que cada uno tiene y que son innovadoras para el sector
El estado forma profesionales, médicos, abogados, ingenieros, científicos economistas, meteorologos, enfermeros, docentes …… Hace rutas, hospitales, edificios Universitarios, Científicos, los recursos para investigaciones biología y todas las investigaciones, represas, usinas…… Entre otras cosas. Se quejan del Estado pero lo necesitamos y es muy usado en cantidad de momentos aún por MUCHOS y TODOS de los que siempre critican el ESTADO. Un saludo
Argentina es un país maravilloso, dónde prosperan las trabas burocráticas y el Estado es una estructura obsoleta,saqueadora,molesta y mal33évola… Todos los que invierten y trabajan podrían ser felices y construir familias millonarias … Te sabotean,te limitan….es como una obra social privada que te saca un montón de dinero para no darte ningún servicio. El Estado en lo público y las obras sociales en lo privado,son las puntas del mismo ovillo que no sirven para nada… sólo embromar gente y limitar futuros!
Hola, muchas gracias a Bichos de campo por la nota.
Gracias bichos de campo x reconocer arduo trabajo …y si tenemos a nuestro alcance y los intereses no dejan que avancemos ….saludos
Excelente Nota!!! Gente así se necesita en nuestra querida Argentina!!! Gracias por darlo a conocer!!!
Para fabricar proyectiles se necesita algodon y con un escenario mundial belicoso como este y donde el 70% del algodon lo tiene China, Occidente lo va a buscar como el oro. Ya tendrian q estar pensando en sembrar hasta en las masetas