Alberto Quiroga, o “Beto”, es quizá una de los máximos referentes que tiene Argentina en materia de suelos, y su estudio. Posee una extensa trayectoria, cargada de publicaciones y reconocimientos, además de una imborrable huella en el INTA Anguil, a escasos kilómetros de Santa Rosa, La Pampa.
Si bien ya está retirado de la actividad académica y científica, Beto no puede con su genio y despunta la pasión de enseñar cada vez que pueda, y que la docencia que hace abra la cabeza de los estudiantes, los jóvenes. Cuando puede, se hace un tiempo para recibir contingentes de estudiantes que viajan a escucharlo.
El entorno natural de Beto es la calicata, donde recibe a Bichos de Campo, específicamente la que tienen en el INTA donde trabajó tantos años. Justamente, recibe a este medio antes de que lo visiten unas dos docenas de estudiantes de agronomía de Buenos Aires que viajaron a su encuentro. Claro, que no es la única atracción de aquella estación experimental, sino que como cuenta Daniel Funaro, su director, es un semillero de grandes.
Es así como Quiroga le dedica amablemente tiempo de su docencia a este medio, para explicar primero donde está, es decir que representa aquello donde está, la calicata: “El suelo registra lo que el productor o nosotros hacemos desde la superficie. El suelo va recibiendo presiones de distintos tipos de manejo. Para poder dialogar, encontrar esa respuesta que los suelos nos están dando a lo que nosotros le hacemos, es necesario abrirlo, exponerlo y que el suelo nos cuente, nos presente, su realidad, para poder interpretar qué ha hecho el manejo, qué cosas están bien, qué cosas no están tan bien y qué cosas habría que corregir. La calicata es una forma de estar frente a frente, cara a cara con el suelo y que el suelo nos cuente cómo le va yendo bajo un determinado sistema de producción”, presenta Quiroga a la calicata, y por extensión, se presenta el mismo.
Como lo que lo desvela a Quiroga, tal cual un médico, es la salud de los suelos, “curarlos” de alguna forma, lo que convierte a Beto en un médico. El mismo realiza esta comparación, luego de explicar que el rendimiento de un cultivo, si se realiza un estudio del suelo, puede estar dado hasta 90 días antes de la siembra.
“Un paciente que va a ver el médico, va a hacerse un chequeo nada más para ver cómo está, o va con algún síntoma de algún problema. El médico normalmente te dice bueno es una radiografía, un análisis de sangre, de orina, qué sé yo. Y después a ese análisis lo interpreta y te da un tratamiento para ver si puede modificar ese parámetro de salud que es el que te está complicando. Quizá te dan algo para tomar durante 30 días, y a los 30 días vamos a hacer un análisis de nuevo y vamos a ver si dio resultado. Si no dio resultado, bueno vamos a cambiar, vamos a aumentar la dosis”, explica Quiroga, para comenzar la analogía entre un ser humano y los suelos.
Ahora sí, aclara: “El suelo es exactamente lo mismo. Los cultivos, la vida que vive dentro del suelo, las raíces que entran en el suelo para usar el agua, los nutrientes, también se nutren de ese suelo y ese suelo tiene que tener atributos, un estado de salud que le permita a los cultivos que están arriba usar la radiación, usar la temperatura para poder producir grano, forraje, lo que sea. Nosotros tenemos dentro del equipo de suelos de Anguil dos grandes grupos: uno es el que hace laboratorio, el que hace los análisis que estudian los suelos, que es el que detecta algún problema, como el que hace los análisis al humano. Y después tenemos la gente de campo, que es el que ve el paciente, que lo va a ver a la casa o que lo va a ver a domicilio”.
Mirá la entrevista completa con Alberto “Beto” Quiroga:
Según Quiroga, esta sanidad edáfica está dada por el agua, y la posibilidad de los suelos de retenerla, de que ingresen finalmente el milimetraje recibido: “Los suelos no son todos iguales, hay diferencia entre ellos y nosotros para resumir a nivel del sistema de producción de productor, hablamos de vocación productiva. La vocación productiva está dada fundamentalmente por las características del suelo. El estado de salud, dada una vocación productiva, no siempre a los cultivos le va bien, porque el suelo es un sistema poroso. El 50%, el 50% de lo que nosotros llamamos suelo son cañerías, poros. Esos poros indudablemente son sensibles a la presión, al uso, al manejo. Y bajo determinadas circunstancias, parte de esos poros pueden cambiar la orientación”.
En este sentido, el especialista agrega que esos poros, en vez de estar verticales, para que el agua entre, pueden acostarse por presión y estar en forma paralela o más horizontal, “con lo cual al agua de lluvia le cuesta entrar en profundidad. Algunos por presión de la ganadería o porque han perdido cierta materia orgánica, desaparecen, baja la cantidad de cañerías, con lo cual frente a la misma lluvia, hay suelos que permiten que la lluvia entre y hay otros suelos que permiten que la lluvia entre más lentamente. Hay suelos que a lo mejor, 30 milímetros entran en 20 minutos y en otros lotes al lado, esos 30 milímetros de lluvia, en vez de 20 minutos, tardan 60, 80 minutos en entrar. Entonces, cuando el suelo va perdiendo parte de su macroporosidad, va perdiendo la capacidad de captar el agua de lluvia. Y si hay pendiente, te imaginas que esa agua que cayó y no encuentra cañería para entrar, por la pendiente va a escurrir y eso es lo que forma la erosión hídrica, las lagunas, los cortes de ruta, caminos rurales, etc.”, describe Quiroga.
Con este escenario, el especialista en suelos traza otra analogía, esta vez con el combustible, para entender por qué el rendimiento del cultivo se da mucho tiempo antes de la siembra: “El cultivo, para tener buen rendimiento, necesita consumir más agua de lo que normalmente llueve. Por lo tanto, solo lo podrá hacer si al momento de la siembra, cuando yo estoy sembrando, ese suelo ya tiene guardada cierta cantidad de agua. Por eso decimos que en general, gran parte de los rendimientos se definen tres meses antes de que el productor siembre el cultivo. O sea que, antes de los 60, 90 días antes de sembrar un cultivo ya estoy definiendo rendimiento porque estoy acumulando o no el agua de lluvia para poder salir con tanque lleno. Si yo tengo el tanque lleno y voy a hacer un viaje largo, no necesito antes de salir cargar combustible porque ya tengo. Ahora, si tengo un cuarto de tanque, indudablemente, voy a tener que parar, o me voy a quedar en la ruta”.
Complementando la descripción que Quiroga hace de la sanidad de los suelos, analiza ahora la información y su importancia: “Hay muchos lotes que, dado el estado de salud, solamente podemos interpretar lo que le pasa haciendo una calicata en el lote del productor que tiene el problema”.
-¿Con qué objeto se hacen estos análisis, estos estudios? ¿Atender al enfermo? ¿Qué se hace con toda esa información que se recaba?
-Esa información a nosotros nos permite armar estrategias para modificar aquellos factores que están condicionando el rendimiento, o la calidad del maíz, del trigo. Un trigo que rinde menos, a su vez tiene poca proteína, o un alfalfa que no da el forraje que el productor tenía en la expectativa, porque le falta un nutriente, a lo mejor le falta fósforo, o porque tiene una compactación, una pérdida localizada de poros en cual la raíz llega y no pasa. Por lo tanto, esa raíz que llega hasta esa capa, a ese estrato, y no pasa, y no puede usar el resto de los recursos que están abajo porque la red no pasó. Detectar eso, el problema de salud, nos permite a nosotros elaborar estrategias para cambiar esa realidad y que el productor pueda solucionar ese problema y tener mejor, usar tecnología. Desarrollar vacunas y tratamientos para mejorar la salud a los suelos de esa zona y con problemas que se pueden repetir en otras zonas distintas.
-Hablamos mucho de la cuestión productiva del estado y la sanidad o no de los suelos y hay un debate al que llevo, que es un poco más conceptual, pero que te involucra mucho, que es respecto al carbono y al debate respecto de los suelos ya no en la producción agropecuaria sino como bueno o malo. Aquí está guardado mucho del carbono que de salir, podría ser muy perjudicial…
-Los suelos, como yo te decía, su textura, el contenido de arcilla, el clima, esa interacción, le da al suelo una capacidad de captura de carbono, una capacidad para capturar carbono. En general los suelos, una vez que fueron desmontados y se pusieron en producción, parte de ese carbono que tenían almacenado a tanque lleno casi de carbono, lo fueron perdiendo por el uso que hizo el hombre. Hoy te diría que están a medio tanque.
-O sea que, ¿tenemos más carbono para perder?
-Sí, pero también tenemos la posibilidad de capturar más carbono para volver a tener el tanque lleno. Hay lugar todavía para almacenar. Hay lugar para almacenar, depende del tipo de suelo hay más o menos lugar para almacenar. Entonces lo que se está haciendo desde instituciones como el INTA son estrategias como los cultivos de cobertura, o la misma nutrición de cultivo. Todo aquello que mejore la eficiencia del uso de la radiación. Es decir, la eficiencia de fotosíntesis. Cuánta materia seca, cuánto carbono le puedo secuestrar al ambiente, al aire, a la atmósfera, cuánto carbono puedo secuestrar para transformarlo en biomasa y de esa manera poder alojarlo en el suelo. Que no esté molestando allá arriba. Entonces ocurren las dos cosas, hay emisión por uso y puede haber secuestro también por estrategia de manejo. Ese balance de carbono hace que algunos sistemas sean prácticas conservacionistas, o buenas prácticas de manejo, que son las que tienen a atender un carbono neutro o ganancia de carbono en el sistema de producción. De esa manera, estaríamos atenuando ese cambio climático que hoy le preocupa tanto a la humanidad, no solamente al productor, sino a la humanidad, que está aparentemente produciendo todos estos eventos extremos que estamos viendo, cambios, aumentos de temperatura, estos eventos que hay con las lluvias, las temperaturas, los vientos, que en general en el mundo se está diciendo que es parte de las consecuencias de ese cambio climático.
Pero también, parte de lo que hace el hombre genera un cierto secuestro. Y ahí está la importancia de los suelos como una posibilidad de atenuar. “De ahí que algunas empresas, que son emisoras de carbono, tratan de compensar lo que hacen esas empresas al emitir carbono con su producción, teniendo suelos o forestando y de esa manera tratan de mitigar. Por este lado te voy a contaminar, pero por este lado estoy ofreciéndote una alternativa para secuestrar carbono. De tal manera que si bien la producción de esa empresa no va a poder dejar de emitir por los bienes que produce, por otro lado está generando una condición para secuestrar parte de ese carbono que ella misma emite. Eso sería lo que hoy se habla de bonos de carbono, la posibilidad de que un productor que fija carbono le venda bonos de carbono, o sea que esa empresa que contamina le pague o lo subsidia en parte del productor para que el productor capture, entonces de esa relación se genera un carbono neutro. Yo emito y contamino pero te motivo a vos para que vos con tu producción, con las prácticas de manejo, la siembra directa, los cultivos de cobertura, los residuos, las raíces, la biodiversidad, la rotación, secuestres carbono.
-O sea que esto (el suelo) vendría a ser como una caja fuerte de las industrias contaminantes, donde acá guardan y compensan lo que ellos emiten y compran esto, emisión de lo que está dando vueltas que es nocivo se guarda acá.
-Esa es la idea general digamos de estas relaciones que se están generando, son todavía incipientes en algunos lugares. El tema es digamos cómo documentar que este suelo después de, a partir de hoy y durante los próximos cinco años, capturó carbono. Yo tengo que demostrar como productor de que partí con 60 toneladas, vamos a suponer, de carbono en el suelo y que después de cinco años incrementé en cinco, tengo 65. Entonces, cinco toneladas de ganancia de carbono por hectárea sería el bono, la forma. Entonces hay empresas hoy que están cumpliendo ese servicio, instituciones, organismos, que tratan de documentar, de acreditar, digamos, que bajo cierto manejo ese productor secuestró carbono y ese productor al tener esa acreditación puede vender esos bonos de carbono a aquellas empresas que, digamos, lo pueden, de alguna manera, o necesitan justificar o mitigar su contaminación.
– ¿Qué pasa Beto con esta caja fuerte que compran grandes industrias contaminantes si en algún momento hay que hacer algún movimiento de suelos o que hay que pasar el disco y esto se abre y se rompe y el carbono se libera?
-Siempre que hay movimiento de suelo, labranzas, se produce lo que llamamos oxidación del carbono. El carbono se oxida y se emite al ambiente. Por eso es que la siembra directa, de alguna manera, al minimizar el movimiento del suelo, lo que hace es regular, de alguna manera, esa emisión de carbono por labranza. Cuando uno oxida aire al suelo, está estimulando la actividad biológica, está estimulando el uso, de ese carbono que se puede desprender a la atmósfera. Entonces, por eso que la labranza es importante, pero la labranza sola, sin cultivos, digamos, que la acompañen, también tiene limitaciones. Una siembra directa que no está acompañada por presencia de raíces, por generación de cobertura y biomasa, es una siembra directa muy limitada en las posibilidades, en el potencial que tiene la siembra directa. Por eso yo te diría que la rotación de cultivos, con pasturas y cultivos anuales, el sistema de labranza, la nutrición del cultivo y el manejo del agua, incluso dos o tres meses antes de la siembra, hacen que la eficiencia de uso de cada milímetro de lluvia sea muy buena para lo que es la región.
-Entonces, ¿por qué no está tan extendida la siembra directa? ¿Por qué no se hace en otras partes del mundo y se mira lo que hace bien o mal Sudamérica?
-Muchas de las cosas que pasan en el campo digamos entre productores cuando se comparan es la forma digamos el vínculo que tiene el sistema de producción la ruralidad en el país. Vos pensás que hay países por ejemplo que yo como en Estados Unidos en alguna zona donde el productor es subsidiado, el productor se le paga para que se quede en el campo y se le da un subsidio. Acá cobramos retención. O sea que hoy el productor de Argentina, si no es eficiente, prácticamente no podría competir, digamos, si no busca maximizar la eficiencia de los recursos, no tiene cierto margen como para poder competir, con commodities o producciones, con otros productores que son a lo mejor subsidiados. Y eso es una realidad. O sea, el productor argentino es realmente para valorar mucho porque en general las asociaciones, como la Asociación Argentina de Siembra Directa, los consorcios regionales de experimentación agrícola, que son los CREA, las sociedades rurales, ACA, la Asociación de Cooperativa Argentina. Hay muchas asociaciones en el país donde el espíritu de esas asociaciones en general es conservar el recurso suelo. Está la Asociación Argentina de la Ciencia del Suelo.
-¿El productor es consciente de la importancia que tiene el suelo en el ciclo, en la producción agropecuaria?
-Yo te diría que a partir de la década del 90, más o menos por ahí, se empezó a tomar conciencia, mucha conciencia. Un tema que preocupa es que parte de los sistemas de producción se hacen bajo arrendamientos, y arrendamientos cortos. De un año, meses, donde por ahí un tratamiento de salud de un suelo que lo necesita no puede ser atendido en seis meses, sino que lleva más tiempo. Entonces, hay problemas de salud de suelos que los entendemos, los conocemos, los hemos detectado. Está la solución para abordar ese problema de salud, pero el tiempo necesario, no hay tiempo. ¿Por qué? Porque estamos bajo arrendamientos cortos. O sea, que hay que revisar este tema de la ley de arrendamientos, porque estamos queriendo atender al paciente y no pudiéndolo atender.