Marcelo Echenique nació y se crió en San Salvador de Jujuy. Su abuela era tilcareña y su madre nació en Abra Pampa. Su abuelo materno, sirio, había llegado huyendo de las guerras y puso en esta ciudad del altiplano un almacén de ramos generales que proveía a los mineros de Pirquitas.
Marcelo tiene 47 años, dos hijos y se recibió de ingeniero zootecnista en la UNT (Universidad Nacional de Tucumán). Durante la primaria intentó aprender a tocar la guitarra, pero estudió cinco años de piano. Cuando estudiaba en la universidad, su amigo el Negro Gutiérrez le enseñó a tocar la guitarra y no la dejó más. Eran los tiempos de ir a las peñas de los jueves, en el añorado Café Laprida, en Barrio Norte, una vieja casona donde se presentaban grupos de artistas jóvenes y se juntaban a bailar los estudiantes universitarios de Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca.
Formó varios dúos, uno con el reconocido percusionista tucumano Café Valdez y otro con Bernardo “Boni” Salas, psicólogo, guitarrista y compositor. Hoy lleva 8 años con el dúo “Viejos Conocidos”, junto al salteño Luis Yacuzzi, y han editado un disco, “Según los ojos”, que está en Youtube. Tiene letras y composiciones propias de calidad profesional. Le gusta todo el folklore, no sólo el jujeño, y su estilo personal es de “proyección”.
Apenas se recibió, decidió abrir una peña en Tilcara para el verano de 1999 y allí se mudó a vivir. Volvió a abrir otra peña en 2000. Apenas se mudó entró, además, a un programa de UNICEF y del Ministerio de Salud de Jujuy, para trabajar con pequeños emprendimientos productivos rurales, de huertas y granjas, junto a los agentes sanitarios de los pueblos chicos, quienes son generalmente los promotores de ProHuerta y que reparten las semillas. Pero ese programa cesó en 2000 y Marcelo empezó a trabajar en la Fundación OCLADE (Obra Claretiana para el Desarrollo), dependiente de la Prelatura del Obispado de Humahuaca, con los renombrados sacerdotes Pedro y Jesús Olmedo.
Constaba ese programa de dos áreas: “Yachay” (saber, en quichua), para la Infancia y con comedores infantiles, y “Runa Huasi” (casa de la gente o lugar comuintario, en quichua) con microcréditos productivos a partir de ayuda financiera de ONGs del norte de Europa. Marcelo trabajó hasta el 2004 en el rubro agrícola, en la Quebrada de Humahuaca y en la Puna, mientras que asesoraba en ganadería –ovejas, cabras y llamas- en los valles salteños de altura: Iruya, Nazareno y Santa Victoria Oeste.
Como Marcelo reconocía su falta de conocimiento agrícola -por su formación zootécnica- para asesorar a los productores decidió arrendar 4 hectáreas en Tilcara, donde sembró alfalfa, ajo, zapallo, lechuga y papas andinas. Lo hizo entre 2000 y 2001, junto a un socio y gran amigo, pero éste falleció y ya no pudo ocuparse de la huerta, de modo que la dejó. En 2004 ingresó por concurso como coordinador de PSA (Programa Social Agropecuario) en Jujuy y viajó por toda la provincia hasta 2010. Sin darse cuenta, al mismo tiempo que ingresó a PSA, dejó de tocar la guitarra, porque justo fue papá y trabajaba demasiado. Cuenta que en el PSA comenzó con 15 técnicos y terminó con 50. Hoy hay 10 o 12 menos, dice con pena.
En 2015 Marcelo fue nombrado director en la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) del INTA de Abra Pampa, ubicada en el kilómetro 17 de la Ruta 11, en el Paraje Miraflores. Cuenta con seis Agencias de Extensión Rural (AER), por ejemplo en La Quiaca, San Antonio de los Cobres, Santa Victoria Oeste y Hornillos. Es la agencia del INTA de mayor altitud en el país, porque está a 3.500 metros sobre el nivel del mar, donde los crudos inviernos pueden superar los 20 grados bajo cero. Allí puede helar y granizar en verano, y llueven unos 340 milímetros de diciembre a marzo. No es fácil trabajar teniendo que viajar entre montañas donde se congelan las rutas y puede haber derrumbes, o donde bajan aludes de lodo y piedra, sobre todo con las fuertes lluvias de verano.
Desde allí se ocupan de apoyar a los pequeños productores investigando y asesorando a unas 60 comunidades de un total de 250 -entre criollos y aborígenes- que poseen una gran biodiversidad. Los puneños son principalmente ganaderos, cultivan para su consumo familiar y practican mucho el trueque y la minga. El INTA les recomienda el riego por goteo, en pequeñas superficies para obtener buenos rendimientos.
En INTA Abra Pampa investigan sobre llamas de cinco colores diferentes: blancas, negras, grises, marrones y beige. Trabajan para agregar valor a su producción cárnica y en la esquila de su fibra, para que los artesanos hilen y tejan ponchos, mantas e infinidad de prendas.
Echenique me hizo notar que al productor se le paga 1 kilo de fibra de llama a 200 pesos. Pero 1 kilo de hilado fino se vende por encima de los 2.000 pesos. Y 1 kilo de fibra de vicuña -que es un animal silvestre protegido, a diferencia de la llama que es doméstica- se paga al productor a 300 o 400 dólares, mientras que el kilo de hilado fino se vende a 2.000 dólares.
En ese INTA trabajan en reproducción, sanidad, bienestar animal, en el engorde de las llamas y en la suplementación con granos de maíz partido y expeler de soja, porque el maíz provee de energía y la soja, de proteínas. En alguna zona engordan a corral con muy buenos resultados. Promueven el forraje de avena, centeno y triticale en verano, y hacen silo de forraje con quinoa, porque los animales comen la hoja y el grano de esta planta.
Marcelo me explica que la quinoa posee una sustancia tóxica, la saponina, y que para su consumo humano hay que lavarla con agua varias veces. Pero al picarla y mezclarla con cebada o con triticale, y ensilarla, la fermentación del forraje hace que baje la toxicidad de la saponina y sea apta para el consumo animal. Además, posee un alto valor nutricional. Un silo de buen maíz posee un 9% de proteínas, mientras que un silo de triticale con quinoa posee un 14%. De 60 poblaciones diferentes de quinoa seleccionaron 5 para inscribir en el INASE como semillas certificadas.
Han enviado 4.000 kilos de papas andinas al INTA Balcarce y una empresa de allí está produciendo snacks de papas andinas, con muy buen resultado. Hay productores que trabajan 2 o 3 variedades de papas, pero alguno llega a producir hasta 35.
Marcelo se prepara para celebrar el ritual de ofrendas a la Pachamama, para el 1° de agosto, época en que se elabora la Tijtincha, el plato preferido de la Madre Tierra, con carne de llama o de cordero, hervida durante horas, mote y habas. O la Calapurca, un caldo a base de charqui y maíz pelado -se dice que esta comida se cocina desde adentro, porque se calienta una piedra al fuego y se la echa dentro de la olla, y a veces se la sirve con una piedra caliente en el plato-. O la Machorra, una sopa a base de harina de maíz criollo, carne vacuna y charqui de llama, ambas desmenuzadas, cebolla y salsa picante.
Me aclaró que el charqui consiste en salar carne de animales grandes, vacas o llamas, aunque también se prepara la chalona, que es la carne salada, pero con el hueso y de animales chicos: cordero y cabras. Tanto el charqui como la chalona son una buena fuente de ingresos en invierno porque se las vende a buen precio.
Marcelo suele presentarse artísticamente en el bar “Maturana”, de su compañero de dúo Luis Yacuzzi, en la calle O’Higgins 586 de Salta, o en algún teatro de Tilcara. Siente que ha se ha vivido muchas vidas, debido a su multifacética y andariega vida laboral, sumada a su vida artística, y que tal vez algún día escriba su autobiografía.
Piensa seguir luchando por ayudar a que crezca la producción primaria y, sobre todo, a agregar valor a las producciones de sus paisanos vernáculos, pero dice que necesitan más personal de campo e investigadores para tan vasto territorio y tanta biodiversidad, donde hay mucho por hacer. Muchos esperamos que algún día se dedique de lleno a la música y al canto, pero por ahora tiene una gran responsabilidad como director en el INTA.
Eligió despedirse con el huayno “Gotas de ansiedad”, con letra de él mismo y música de Bernardo Boni Salas, inspirado en una gran sequía en la Puna jujeña en 1991. Se secaron las aguadas y las llamas morían de sed. Lo interpreta con su dúo Viejos Conocidos: