La Argentina podría perder el negocio de exportación de carne de caballo a Europa, que significa ingresos por unos 50 millones de dólares anuales, si no corrige rápidamente las deficiencias en su sistema de trazabilidad de modo de poder cumplir con los requisitos sanitarios que le exige la Comunidad Europea.
El bloque, en los últimos días, advirtió en un severo informe que no está conforme con el sistema implementado por la Argentina e incluso le habría sugerido al Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) que se “autoexcluya” de exportar, como ya hizo una vez con los limones ante la aparición de una enfermedad llamada “mancha negra”. Es decir, planteó que Argentina cese con sus exportaciones hasta tanto no resuelva sus problemas.
El mayor problema en el caso de la carne equina es que el país no estaría cumpliendo con contar con un sistema de trazabilidad que le asegure a Europa que los caballos faenados con ese destino hayan estado 180 días en su lugar de origen sin recibir un tratamiento veterinario (sobre todo con antibióticos) que pueda dejar residuos en la carne y luego afecten a los consumidores.
Este es el informe en inglés:
informeargentina
El problema mayor del Senasa es que luego de una auditoría (número 2022-7442) realizada por la DG Sante (Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria, el organismo sanitario europeo) a fines de 2022, las modificaciones realizadas en el sistema de trazabilidad local al parecer no han logrado satisfacer las exigencias europeas, pues la Argentina sigue sin contar con un sistema de trazabilidad que garantice los 180 días en origen. “Hoy en día los caballos no pasan por acopios y nadie garantiza tampoco la propiedad”, indicó una fuente que conoce del asunto.
Esto dio lugar a que el 23 de octubre pasado, la UE-27 publicara no solo su informe sobre la situación en Argentina y Uruguay, sino que también hiciera público el descargo presentado por el propio Senasa. El organismo allí explica que luego de la primera “mala nota” europea, el 2 de noviembre de 2022 dictó la resolución 705/2022, por la que se exigió que desde el 1 de marzo de este año todo équido que se remita a faena debe estar identificado individualmente mediante un chip subcutáneo inyectable, en reemplazo de la caravana electrónica.
Este sistema fue resistido desde el vamos por la mayoría de las asociaciones de caballos del país, básicamente porque se impuso de la noche a la mañana y de la mano de un sistema privado (no hubo ninguna licitación ni nada parecido) con aval del Senasa, lo que fue instrumentado por el ex ministro de Agricultura, Julián Domínguez, y uno de sus históricos asesores en materia veterinaria, el ex titular del Senasa en tiempos menemistas, Bernardo Cané.
¿Cómo funciona ese sistema? Apenas dos días después de dictar la resolución, el 4 de noviembre de 2022, el Senasa firmó un acuerdo con la Unión de la Industria Cárnica Argentina (UNICA), la cámara que agrupa a los cuatro frigoríficos de caballos habilitados en el país. para “el desarrollo y fortalecimiento de un sistema de identificación y trazabilidad de équidos, el cual debe ofrecer garantías respecto del origen de los animales, lugar de residencia, bienestar animal y el registro de productos veterinarios”.
En UNICA quien lleva la voz cantante es el empresario Ernesto “Tito” Lowenstein, el principal exportador de carne equina de la Argentina, quien también financió desde esa entidad parte de los gastos del último “Plan Ganadero” presentado por la Mesa de las Carnes, en cuya presentación en el Congreso participó el mencionado Cané, quien mantiene una histórica relación con el empresario de la carne equina.
Estas ligazones tan expuestas entre lo público y lo privado, además de la docilidad del Senasa para obedecer ciegamente las instrucciones impartidas por el ex ministro Domínguez, habría generado malestar entre los europeos. Además la polémica escaló cuando el propio ministro de Economía y candidato presidencial, Sergio Massa, firmó una resolución para extender el sistema de chips subcutáneos de UNICA a todos los caballos de la Argentina, y no solo los que terminan en una sala de frigorífico. Esto fue rechazado de plano por todo el resto de la comunidad equina, que abarca desde caballos de carrera hasta aquellos empleados para equinoterapia.
En los últimos meses, luego de un desencuentro inicial cuando fue desplazado como ministro, Domínguez empezó a colaborar con Massa: lo acompañó como su asesor agropecuario cuando presentó su plataforma para el campo en la última Expo Rural de Palermo.
“El sistema privado tampoco ha resuelto el problema, sino que lo ha agravado. Y lo mas riesgoso es que este tema esta horadando la excelente relación de nuestro país con la DG Sante”, advirtió un ex funcionario que conoce al dedillo todos estos movimientos.
Mientras tanto, la Unión Europea (que habría sugerido al Senasa la “autoexclusión” del mercado), mostró los dientes primero a través de los medios. El 8 de noviembre pasado una nota publicada en el influyente Diario Veterinario indica que “Argentina, fuerte exportador de carne de caballo a la Unión Europea, no ha superado la auditoría de la DG Sante”, y agregó: “La legislación nacional no se aplica correcta ni eficazmente. Esto lo demuestran, entre otros ejemplos, los casos de yeguas que paren en establos. Ésta es la conclusión de la auditoría realizada por inspectores de la Comisión Europea en Argentina, como parte de una serie de controles a terceros países que exportan carne de caballo a Europa”, agrega el informe periodístico que está basado en la auditoría veterinaria realizada por la UE-27.
El escrito señaló que en dicho informe “la DG Sante recomienda superar las deficiencias observadas, especialmente en el ámbito de la identificación y la trazabilidad de los caballos y la fiabilidad de la documentación justificativa”, ya que “el informe considera que el sistema de identificación equina no permite la trazabilidad de los caballos vivos destinados al sacrificio en la UE y, por tanto, no puede ofrecer las garantías requeridas sobre los tratamientos veterinarios”.
La explicación para este razonamiento es que “la identificación de los equinos, sólo unos días antes del sacrificio, garantiza su trazabilidad sólo durante este período limitado”. Por otro lado, describe que no se puede saber si los caballos recibieron medicamentos prohibidos puesto que “”las garantías sobre el cumplimiento de los requisitos veterinarios se basan únicamente en declaraciones de los propietarios que la auditoría consideró poco fiables y, en ocasiones, falsas. El sistema ni siquiera permite a las autoridades competentes comprobar la veracidad de estas declaraciones”.
Aunque en retroceso el último lustro, especialmente luego de la pandemia, “Argentina se encuentra entre los principales países exportadores de carne equina. Con aproximadamente 16 mil toneladas de productos cárnicos por valor de 56,14 millones de dólares en promedio de los últimos 6 años”, dice un informe de la Secretaría de Agricultura.
Los principales destinos de los productos cárnicos equinos acumulados al mes de julio pasado fueron Bélgica (9,6 millones de dólares), Italia (4,4 millones) y Países Bajos (2,6 millones). El valor de la carne equina promedia este año los 3270 dólares por toneladas, siendo Suiza, Francia e Italia muy buenos destinos porque llegan a pagar cifras mucho más elevadas.