Las pérdidas productivas generadas por eventos climáticos en la presente campaña 2022/23 suman a la fecha casi 13.000 millones de dólares al considerar solamente los cinco principales cultivos agrícolas. Así lo indica un informe del área de Economía y Agricultura de CREA
Los daños relevados en cereales –con las cosechas ya concluidas de trigo y cebada– suman, considerando el valor FOB promedio presente en la primera quincena del presente mes de enero, en torno a 3300 millones de dólares.
En el caso del maíz y la soja las pérdidas brutas proyectadas, con los precios promedios actuales esperados durante las cosechas de ambos cultivos, representan hasta el momento más de 9300 millones de dólares.
En tanto, el girasol, cultivo que suele registrar un comportamiento más resiliente en situaciones de sequía, sería el menos afectado en la actual coyuntura climática.
Las pérdidas productivas estimadas para maíz tardío y soja de segunda serían menores a los cultivos de siembras tempranas, aunque tales pronósticos tentativos están sujetos a la evolución del régimen de precipitaciones durante las próximas semanas.
El precio de indiferencia de la soja –valor necesario para cubrir costos de producción, gerenciamiento, administración y arrendamiento o costo de oportunidad de la tierra– requerido en buena parte del centro del país supera con creces los valores futuros actuales de la soja 2022/23, lo que implica que, en caso de no haber un ajuste alcista de precios luego de la cosecha de la oleaginosa, en las regiones afectadas se registrarán quebrantos generalizados.
En el caso del maíz, el precio de indiferencia es superior en Litoral Norte, Litoral Sur y Norte de Santa Fe, mientras que en el resto de las regiones sigue por debajo del mismo. De todas maneras, vale tener en cuenta que el cálculo proyecta hasta el momento rendimientos aceptables de maíz tardío en muchas regiones, algo que aún está por verse en función de la evolución del incierto escenario climático.
Más allá de los ajustes que puedan experimentar en lo sucesivo tales proyecciones, es evidente que la mayor parte de las empresas agrícolas argentinas tendrán que afrontar este año un panorama complejo en términos económicos y financieros.
El desastre productivo también tendrá incidencia en la actividad de los múltiples proveedores de bienes y servicios agrícolas, comunidades regionales de base agropecuaria e industrias dependientes de las divisas generadas por el sector agroindustrial.