En el segundo trimestre de este año el Producto Bruto Interno (PBI) de la Argentina logró recuperar el nivel presente en 2021, pero aún está un 1,6% más abajo que el valor registrado en el mismo período de 2017.
La principal explicación de la debacle reside en la pobre performance del sector agropecuario, que en el segundo trimestre de este año –según el Informe de Avance de Nivel de Actividad publicado por el Indec– se ubicó un 5,2% y un 8,9% más abajo que en el mismo período de 2021 y 2020 respectivamente. Con respecto al segundo trimestre de 2017, la caída es nada menos que del 20,3%.
El dato puede resultar un tanto confuso para algunos desprevenidos porque los elevados precios internacionales de los granos pueden hacer creer que el agro argentino va “viento en popa”. Pero la realidad es que la situación actual es solamente un “espejismo”.
En otras palabras: el Producto Bruto, que mide la suma de los valores agregados de las diversas etapas de producción de los diferentes sectores económicos, muestra que en los últimos tres años la producción agropecuaria estuvo destruyendo valor en lugar de crearlo.
Eso no puede extrañar a nadie porque el sector está “hasta la manija” de presión impositiva, además de encontrarse afectado por las más diversas regulaciones que impiden el normal desarrollo de sus actividades. Por si fuera poco, en los últimos dos años además está registrando menores producciones agrícolas por un factor de orden climático (dos fases “Niña” consecutivas del fenómeno ENSO).
Luego del crecimiento del valor agregado agropecuario registrado en 2019, que en buena medida responde a la liberación de las restricciones para producir cereales y exportar carne vacuna, en los últimos dos años ese proceso comenzó a desactivarse.
El hecho de que los precios internacionales de los productos agropecuarios exportados por la Argentina se encuentren elevados en precios históricos es una cuestión coyuntural que, además de desaparecer en algún momento, está ajeno a la capacidad de control del país.
Justamente, las naciones de base agropecuaria, para “blindarse” ante los ciclos de “precios bajos”, lo que hacen es incentivar el crecimiento de la producción durante la fase de “precios altos”, de manera de compensar luego vía volumen lo que se perderá por precio. Pero, lamentablemente, no es el caso de la Argentina.
Un nuevo pronóstico anticipa hasta cuándo podría extenderse la fase Niña ¿Buenas o malas noticias?