Lo que ocurrió en las últimas horas en la Estancia Bouvier, ubicada a solo 20 kilómetros de la localidad formoseña de Clorinda, no es para estómagos sensibles, aunque por desgracia sus trabajadores ya están acostumbrados. Ocho vaquillonas, entre las cuales había siete preñadas, aparecieron desmembradas en los corrales de la manga del casco. ¿Quiénes son los sospechosos? Todo apunta hacia personas que viven del otro lado de la frontera, en Paraguay.
“La Argentina no está interesada en la frontera”, fue lo primero que Eduardo Usandivaras padre le dijo a Bichos de Campo.
La estancia se encuentra cercada por la Ruta 11 y orillas del Río Paraguay, a la altura del puerto San Antonio. Se dedica a la producción ganadera y cuenta con un stock total de animales que ronda los 5.000 ejemplares, pero que año a año disminuye debido a los casos de faena ilegal. “Perdemos arriba de 100 animales por año, a veces cerca de 200”, afirmó con pesar el productor.
Un dato clave es que a menos de 100 metros del campo hay un destacamento de Prefectura Naval, porque la frontera con Paraguay está muy próxima. Sin embargo la familia Usandivaras denuncia que los oficiales han desatendido su trabajo, al punto tal que el río ya no es visible desde la base, porque se formó un banco de arena que se llenó de sauces.
Aunque los productores ya han denunciado por abigeato a personas que se encuentran en un asentamiento dentro de un campo vecino, llamado La Carbonera, en esta oportunidad creen que el ataque llegó desde Paraguay. Es decir, que hay contrabando de carne faenada ilegalmente entre ambos países.
“Hemos tenido muchos casos con paraguayos, a tal punto que puesteros del campo se han encontrado con 14 tipos armados”, relató Usandivaras.
La Estancia Bouvier cuenta con un puesto llamado “Isla del Viento”, en donde vive un capataz con los peones durante la semana. En más de una ocasión, trabajadores se han encontrado con personas armadas del país vecino mientras carneaban a algún bovino.
“Entran, carnean y se llevan la carne para vender en el mercado ilegal paraguayo. Es bastante frecuente”, aseguró el productor y afirmó que además de ingresar al campo a pie, muchos ataques provienen desde los riachos linderos, desde donde los ladrones ingresan a remo para no hacer ruido.
Si bien en la zona trabaja la Unidad Especial de Abigeato Rural (UEAR), la misma no está presente todas las semanas y no logra controlar la situación. Por ese motivo la familia Usandivaras le dio a los peones equipos de GPS para marcar las coordenadas de cada nuevo hecho que ocurre, y poder así tener registros para las denuncias.
“Esto nos da la pauta de qué lado vino el golpe. Si ocurre sobre la Ruta 11 no son paraguayos. Si ocurre sobre el río, sí lo son. Aún así no tenemos una respuesta. Hemos tratado de mover las cosas pero no logramos nada”, señaló Usandivaras.
“Hay que insistir en el desinterés total que existe desde la provincia y desde Nación, porque estamos en la frontera y tiene jurisdicción la Nación”, concluyó.