El valor de la tierra agrícola en Europa registra enormes variaciones no por la productividad del recurso, sino debido a las estrictas regulaciones presentes en algunos países.
La Oficina de Estadísticas de la UE-27 acaba de publicar los valores actualizados de la tierra agrícola, donde se observa que en los Países Bajos el precio promedio es de casi 70.000 euros/ha, lo que no resulta llamativo por la escasa disponibilidad del recurso en esa jurisdicción.
En segundo lugar se ubica Italia con una media de 34.000 euros/ha, aunque con importantes variaciones según la zona. Mientras que en Veneto, por ejemplo, el precio promedio se ubica en 59.714 euros/ha, en Lazio es de 39.742 y en Umbria es de 28.123 euros/ha.
En lo que respecta a España, el valor promedio se encuentra en 12.901 euros/ha, pero con importantes contrastes. En las islas Canarias, donde la proporción de tierra agrícola es ínfima, para comprar una parcela es necesario desembolsar unos 120.000 euros/ha.
En la península ibérica, el valor medio en el País Vasco es de 20.419 euros/ha, mientras que en Andalucía es de 15.132, en Galicia de 17.508 y en Aragón de 6322 euros/ha.
Sin embargo, los números de Francia sorprenden porque, precisamente, en esa nación se encuentra buena parte de la tierra más productiva de la Unión Europea: el valor promedio es de apenas 6000 euros/ha con máximos de unos 12.000 euros/ha en las regiones cerealeras del norte del país.
Esa distorsión de valores se explica porque en 1945 se creó el Estatuto de Arrendamiento en Francia, el cual determina un contrato de alquiler mínimo de 9 años, que en los hechos termina siendo de 12 años por cuestiones impositivas. En ese marco, cada región de Francia cuenta con una especie de grilla en la cual se fija un precio mínimo y máximo de alquiler, que se ubica en un rango de apenas 130 a 150 euros/ha.
Si bien tales valores de arrendamientos agrícolas son en teoría orientativos, en los hechos, si el contrato establece un precio superior al valor máximo orientativo, existe la posibilidad de que el arrendatario presente un reclamo, que, en la mayor parte de los casos, es aceptado por las autoridades. Así que en la gran mayoría de los casos los precios orientativos terminan respetándose. Por tal motivo, el valor de la tierra en Francia es muy bajo respecto del presente en las naciones vecinas.