En los últimos meses el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou se reunió con sus pares de Brasil y Paraguay para proponerles “flexibilizar” el Mercosur. Consiguió su propósito. Y en la última cumbre del Mercosur expuso su objetivo mencionando al estado actual de situación del bloque como un “lastre”. El presidente argentino Alberto Fernández se sintió aludido y decidió responderle al uruguayo en términos poco diplomáticos. “No queremos ser lastre de nadie; si somos un lastre, que tomen otro barco”, disparó.
Si bien las tensiones presentes entre el gobierno argentino y el resto de los integrantes del Mercosur son evidentes, es importante explicar cuál es el origen del conflicto para comprender que no se trata solamente de una mera cuestión “ideológica”.
El esquema normativo del Mercosur impide a las naciones que integran el bloque –Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay– negociar por su cuenta Tratados de Libre Comercio con otros países o bloques. Cuando Lacalle Pou mencionó el término “lastre”, se refirió específicamente a esa cláusula.
Lacalle Pou –quien no está solo, pues la mayor parte del sector privado oriental respalda el deseo de una mayor integración comercial con las principales naciones del mundo– quiere seguir el ejemplo de Chile, una nación que, a pesar de un escueto territorio productivo, logró transformarse en el primer exportador mundial de cerezas, uvas, arándanos y filetes de salmón gracias a los Tratados de Libre Comercio que comenzó a instrumentar desde fines de los años `90.
Chile tiene una enorme deuda en materia de redistribución de ingresos. Pero los logros obtenidos en materia productiva y comercial son tan enormes que incluso llegó a superar a la Argentina como exportador de proteínas de origen animal.
Si Uruguay lograse mejorar su matriz comercial, podría incrementar sus exportaciones agroindustriales, atraer inversiones genuinas y desarrollar diferentes sectores económicos, mientras que, como contrapartida, aumentaría la posibilidad de que su población acceda a insumos y artículos no elaborados en Uruguay a precios muchos más competitivos.
Alberto Fernández se sintió aludido por el comentario de Lacalle Pou porque justamente lo último que quisiera es tener un Uruguay integrado con el mundo que refleje todas las oportunidades perdidas por la Argentina. Algo así como el fenómeno de las inversiones de las plantas industriales de celulosa pero multiplicado por diez.
En la Argentina de Alberto Fernández, así como también en la de Mauricio Macri, el objetivo fue desde siempre mantener cerrada la economía para que el territorio siga siendo un “coto de caza” privado de un grupo de pseudoempresarios oportunistas. El producto final de esa política es una escasez crónica de divisas, productos de calidad dudosa a precios estratosféricos (un buen par de zapatillas hoy es un artículo de lujo para la mayor parte de los argentinos), destrucción de empleos y progresiva licuación de los salarios.
Lacalle Pou quiere sacarse el “lastre” del Mercosur para firmar Tratados de Libre Comercio con China y EE.UU., las dos naciones que lideran la importación mundial de productos agroindustriales, pero también con muchas naciones asiáticas que son complementarias con las economías del Cono Sur. No es el caso, lamentablemente, de la Unión Europea, con la cual jamás se va a lograr instrumentar el Tratado de Libre Comercio firmado en 2019 porque se trata de una región competidora del Mercosur.
El pedido desesperado de Lacalle Pou –que se va a tratar formalmente en abril próximo en el marco de una reunión que tendrán los cuatro cancilleres del Mercosur– es mucho más que una cuestión meramente anecdótica, dado que se trata de una cuestión estructural que, si logra concretarse, cambiará para siempre la fisonomía económica y social de Uruguay.
El mundo cambió: Chile exporta más proteínas cárnicas que la Argentina
Lo que Alberto Fernández intenta es proteger a la industria nacional.¿De que sirve tener precios más bajos cuando la gente no puede adquirir esos productos por carecer de los ingresos generados con el trabajo?Estás políticas de ‘apertura’ solo favorecen a los importadores y un grupo de garcas.
Las aperturas de Martínez de Hoz, Menem/Cavalo y Macri fueron nefastas para nuestras Pymes. Generaron un enorme empobrecimiento y terribles consecuencias sociales. La posición de Alberto Fernández de apoyar al Mercosur debe ser socialmente apoyada por trabajadores y empresarios.