Existe un dato –por demás llamativo– que podría indicar que el “rally” de los precios internacionales de la soja, lejos de tratarse de una cuestión coyuntural, llegó para quedarse.
En lo que va del presente año el Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) informó que ya se comprometieron ventas externas de soja estadounidense 2022/23 por 1,81 millones de toneladas, la mayor parte de las cuales tienen por destino China.
La cifra podría eventualmente se superior, porque el USDA no tiene obligación de informar todas las operaciones de comercio exterior pactadas, sino solamente aquellas que superan determinado volumen.
La pregunta obvia es la siguiente: ¿Cuál es el apuro por concretar compras ahora, con precios tan elevados de la soja, de un cultivo que comenzará a sembrarse en mayo próximo en EE.UU. para ser recolectado entre septiembre y octubre?
La comercialización de soja estadounidense 2021/22 viene por demás avanzada: al 27 de enero pasado –según los últimos datos publicados por el USDA– EE.UU. ya había comprometido exportaciones de soja 2021/22 por 45,2 millones de toneladas, una cifra equivalente al 81% del total proyectado para el período. El dato es que la mayor parte de ese volumen (36,3 millones de toneladas) ya se embarcó.
El hecho de que la cosecha sudamericana termine siendo –por efecto de la sequía– bastante menor a la inicialmente proyectada, junto con stocks de soja estadounidense por demás ajustados, hace que la demanda en general y china en particular se esté poniendo nerviosa y quiera asegurarse la disponibilidad de mercadería sin importar el costo.
En la actual coyuntura, las perspectivas del valor de la soja en el mercado internacional son claramente alcistas, a menos que algún factor –hoy imponderable– de características financieras o políticas altere el sistema de formación de precios de la oleaginosa.