Lo comunidad de periodistas agropecuarios se sorprendió en las últimas horas por un exabrupto cometido por el presidente del INTA, Nicolás Bronzovich, contra dos colegas que cubrían el congreso de Fertilizar en Rosario y le preguntaban por la situación institucional (de intervención de la dirección nacional y con la posibilidad de cientos de despidos).
El triste episodio en la que Bronzovich contestó de muy mal modo (“vayan a laburar, hijos de puta”, dijo) cuando los periodistas especializados le preguntaban cuáles serían los ejes estratégicos de la nueva gestión del INTA fue relatado inicialmente por el sitio Valor Agregado, de Río Cuarto, que incluso difundió el audio de ese intento de entrevista. Vale recordar que Bronzovich no ha dado ninguna conferencia de prensa desde que asumió el cargo a fines de 2024.
Pero tomamos en esta crónica robada la reflexión que despertó este hecho en Horacio Esteban, un decano del periodismo agropecuario argentino, quien esta madrugada reaccionó escribiendo sobre un caso que, a su juicio, confirma el “desprecio” que existe en el gobierno nacional hacia el periodismo especializado.
Este es la crónica de Esteban en Portal Agropecuario:
La desafortunada respuesta de Nicolás Bronzovich durante una entrevista en el Simposio Fertilizar pone en tela de juicio su rol institucional y deja al descubierto el desprecio hacia el periodismo especializado.
Durante el desarrollo del Simposio Fertilizar en Rosario, un hecho insólito sacudió al ambiente agropecuario. El presidente del INTA, Nicolás Bronzovich, descalificó en forma grosera a periodistas especializados, a quienes les pidió que “se pongan a laburar” y, sin filtro, los trató de “hijos de puta”. La escena, registrada en audio, no solo sorprendió por el exabrupto, sino que plantea una preocupación mayor: ¿quién puede responder preguntas sobre políticas públicas del agro si no lo hace el presidente del organismo técnico más importante del país?
Los hechos ocurrieron en el marco de una entrevista realizada por colegas de medios especializados que, con absoluto profesionalismo, consultaron sobre el rumbo del INTA ante los cambios anunciados y el clima de incertidumbre que atraviesa al organismo. En vez de responder con altura, Bronzovich eligió desacreditar a quienes cumplen con la tarea de informar, desmereciendo al mismo tiempo la importancia del periodismo agropecuario como canal de divulgación científica y nexo entre el Estado, los productores y la sociedad.
Lejos de una respuesta institucional acorde al cargo, el titular del INTA reaccionó de manera ofensiva cuando se le consultó por los criterios de reorganización, el enfoque productivo del organismo y el impacto de las nuevas prioridades. Alegó no poder precisar actividades estratégicas porque “ni el peor profesor me hizo una pregunta tan difícil” y terminó cortando el diálogo con insultos.
Desde Portal Agropecuario, y en nombre de una comunidad de profesionales que hace décadas se dedica a difundir la tarea del INTA -muchas veces poniendo el foco en sus logros aún cuando otros lo ignoran-, consideramos que lo ocurrido no puede ser minimizado. No se trata de una polémica menor, ni de una simple frase fuera de lugar: es un desprecio explícito a quienes comunican el agro, sus tecnologías y sus desafíos.
Si el presidente del INTA no está dispuesto a responder preguntas sobre política agropecuaria o a explicar en qué se están reestructurando los proyectos, entonces cabría preguntarse qué función cumple. Si el periodismo especializado no puede interpelar a quienes dirigen un organismo con 69 años de trayectoria y miles de técnicos en todo el país, ¿a quién se le puede hacer esas preguntas?
Los insultos, además de inaceptables, revelan una preocupante falta de tolerancia y desconocimiento sobre el rol de la prensa. Justamente, es el periodismo agropecuario el que ha contribuido históricamente a visibilizar el trabajo del INTA en cada rincón del país. Sin ese puente comunicacional, buena parte del conocimiento generado quedaría encerrado en laboratorios y estaciones experimentales, lejos del productor y la comunidad.
Por eso, lo mínimo que se espera de un funcionario que representa al Estado es que ofrezca disculpas públicas. No alcanza con ser un “buen tipo”, como algunos lo describen. Hace falta tener templanza, apertura al diálogo y, sobre todo, respeto por quienes trabajan día a día en el campo de la comunicación agropecuaria.
El periodismo no está para agradar ni para aplaudir. Está para preguntar, para incomodar si es necesario, y para garantizar que la información llegue con claridad a quienes sostienen con su esfuerzo diario el desarrollo del país. En ese camino, los periodistas no merecen ser tratados como enemigos, y mucho menos ser insultados.
Porque cuando se agrede al mensajero, se silencia al mensaje. Y el agro argentino necesita menos silencios y más respuestas.
Horacio Esteban