La capacidad de compra de los empresarios agrícolas argentinos medida en “ladrillos” desmejoró en el último año, aunque sigue estando por encima del promedio histórico reciente.
En el presente mes de febrero se necesitan 7,8 toneladas de soja Rosario “billete” –aquella que se obtiene en función del tipo de cambio real– para comprar un metro cuadrado de un departamento usado en el barrio porteño de Agronomía.
Si bien se trata de un nivel superior al registrado un año atrás (6,9 toneladas), se trata de una cifra inferior al promedio aritmético de los últimos doce años (8,40 toneladas).
En el mes de febrero del año pasado coincidió una recuperación del precio internacional de la soja junto con la consolidación del último tramo del proceso bajista que licuó los valores de los inmuebles en la ciudad de Buenos Aires.
Este año se presenta el fenómeno inverso con una tibia recuperación del precio de los departamentos y con un marcado descenso del precio de la soja (y de todos los granos en general) a causa de una desaceleración económica a escala global.
En perspectiva, el actual momento no es el mejor, en términos históricos, para cambiar soja por departamento, pero tampoco es el peor, dado que en febrero de 2020 se necesitaron 11,5 toneladas de soja para poder adquirir un metro cuadrado de un departamento usado en el barrio porteño de Agronomía, según valores promedio relevados por ReporteInmobiliario.com. Para la soja se considera el promedio mensual del disponible Rosario del Matba Rofex ajustado por dólar MEP y “blue” dependiendo de los años.
A partir de 2012, gracias al “cepo cambiario” instrumentado por el kirchnerismo, los precios de los departamentos registraron un progresivo ajuste el alza al ser empleados como “refugio de valor”. Luego de la desactivación del cepo realizada a comienzos de 2016 por la gestión macrista, el “blanqueo de capitales” de residentes locales contribuyó a sostener la demanda de inmuebles.
Sin embargo, la crisis económica vigente desde 2019, junto con la virtual desaparición del crédito hipotecario y la posterior pandemia del Covid-19, provocaron una caída sustancial de la demanda de inmuebles que terminó trasladándose a los valores de tales activos.
Ese proceso bajista parece haber encontrado un “piso” en el presente año, aunque aún no estarían dadas las condiciones macroeconómicas que aseguren una tendencia alcista para el mercado inmobiliario.
En cuanto a la soja, el principal sostén del precio debería provenir de la eliminación de la brecha cambiaria y (menos probable) de una reducción de los derechos de exportación, dado que el mercado internacional no muestra señales de una recuperación sostenida.
No llores por mí Argentina: La harina de soja va camino a sumar un nuevo factor bajista