La provincia de Córdoba es una de las potencias exportadoras de Argentina, disputando el podio junto a Buenos Aires y Santa Fe. Las manufacturas de origen agropecuario son su fuerte Y el maní, tan requerido en el mundo, una de sus naves insignias.
La industria del maní prolijamente desarrolló un polo productivo en los alrededores de General Cabrera y General Deheza, que ubica a esta región como una de las más pujantes y de mayores PBI per cápita, gracias a su perfil claramente exportador. De hecho,el 70% del maní que se consume en Europa se siembra y cosecha en este enclave productivo. No es sencillo: se trata de un mercado muy exigente dados los requerimientos de calidad y sanitarios.
Uno de los eslabones claves en este entramado logístico-productivo-industrial, es el de los embarques para que el producto llegue al viejo continente tal cual salió de una planta cordobesa, y pueda ser utilizador por la industria europea en sus snacks, o chocolates.
Una vez que la planta cordobesa tiene el producto listo para embarcar, tiene que llenar los containers que cruzarán el océano, y esa caja metálica debe llegar de la misma forma que fue enviada, con certificaciones al respecto. Y ahí lo llaman a Nicolás.
Nicolás Sandrini es el encargado de certificación en la empresa de ingeniería química JLA, ubicada en Gral. Cabrera. Él y la empresa son quienes precintan los containers, y esos precintos serán cortados recién cuando lleguen a la fábrica europea.
“Las industrias de maní contratan a JLA para asegurarse de que la calidad del maní que está dentro de ese container está cumpliendo con los requisitos, tanto del país de destino de Europa como de la firma compradora. A veces el comprador también te pone reglas que cumplir, y ahí también estamos nosotros”, describe Nicolás a Bichos de Campo.
La empresa certificadora en la que se desempeña Nicolás es encargada de cumplir con una obligación legal, la de los exportadores, que deben certificar envíos, y no solo de maní: “Casi 90% de nuestras muestras son de maní, pero la realidad es que asistimos a toda la industria argentina, desde Misiones hasta Tierra del Fuego, Salta, Mendoza. Puntualmente con el maní analizamos el producto final cuando sale de la línea de producción y nos traemos la muestra al laboratorio. Tomamos la muestra para asegurarnos que la muestra es representativa, se analiza y se entrega el certificado al exportador. Con eso Argentina puede exportar”, describe.
La tarea tiene una importancia superlativa, dado que de no cumplirse alguno de los requisitos técnicos de calidad o sanidad, todo el mercado se pone en riesgo.
Según Nicolás, si bien la lista de requisitos que exigen desde Europa son infinitos, el más importante es el de las aflatoxinas, unas micotoxinas presentes en el maní y otros granos, cuya presencia está estrictamente regulada.
“Los requisitos son que cumplan con un cierto requisito de aflatoxinas. JLA lo hace en nombre de Senasa, y además de ese, tenés también requisitos de buenas prácticas agrícolas, de sistemas de gestión industriales, etc. En términos de calidad del producto, el único requisito legal es aflatoxinas. Cuando JLA tiene la bolsa de maní en el laboratorio y tiene que hacer análisis de aflatoxina, comercialmente es muy conveniente aprovechar ese momento y tener el equipo ahí, entonces se hacen muchos más análisis que el de aflatoxina. Analizas parámetros de calidad, como por ejemplo, si el maní está rancio o no está rancio”.
“El que compra el maní y el que exporta quieren saber si va a exportar maní rancio o no, eso ahí también aprovechamos, se arma una plantilla un formato de calidad, y terminas analizando muchos otros parámetros”, añadió el certificador.
Mirá la entrevista completa con Nicolás Sandrini:
– Esto es clave justamente para cuestiones no menores, como por ejemplo, que no se caiga un mercado entero, como es la exportación a Europa…
– Aparte Argentina no solo exporta maní a Europa, sino que exporta maní de alta calidad. O sea, el estatus de Argentina es tener maní de alta calidad. Y eso uno, como cualquier persona cuando va a la universidad y tiene el título, sabe más que otro, pero tenés el título que te lo valida. El maní argentino necesita el título que lo valida, y ese título que lo valida, el de alta calidad, es el certificado de JLA.
– Hablaste de aflatoxina, ¿Qué son? ¿Por qué son un problema?
– La aflatoxina es una toxina que le libera un hongo, y el hongo se produce en la tierra. Si el hongo está y te libera la aflatoxina, el maní está contaminado, es cancerígeno. Por eso es que Europa dice yo compro maní pero no quiero que tenga aflatoxina. Hay muchísimas prácticas de combate, pero no se combate con agroquímicos, no se trata de matar al hongo, sino que hay buenas prácticas de industrialización y también de buenas prácticas a campo, para evitar que la aflatoxina sea un problema. Argentina en general es un origen libre de aflatoxina.
– ¿También te piden cuestiones relacionadas al uso de los agroquímicos?
– El que compra le exige al que exporta un buen control de buenas prácticas agrícolas y el buen uso de agroquímicos. Europa tiene sus límites máximos de agroquímicos, así que el que exporta tiene que cumplir con eso. ¿Cómo hace el que exporta? A Nosotros nos entregan las muestras y analizamos. Hoy por hoy estamos haciendo más o menos 450 agroquímicos distintos en 40 minutos. La Cámara Argentina del Maní, y la Fundación del Maní tienen distintos programas con el cual juntan muestras una vez al año, y hacen lo que se llama monitoreo de plaguicidas, envían a JLA, y JLA analiza y entrega un informe para saber el estado de la situación. Además de eso, cada exportador tiene su propia política, su propia matriz de riesgo y analiza también durante el año varias veces agroquímicos.
– ¿Al container vos le pones un precinto con los niveles de calidad en las puertas de este container que recién es abierto en el mercado, en el comprador?
– Primero muestramos el lote, vamos a tomar la muestra, analizamos y le entregamos los resultados al exportador. Si da bien, el exportador dice, bueno, mañana lo vamos a meter en el contenedor. Bien, ahí va JLA, valida la calidad del container, que no esté roto, que no esté oxidado, que no tenga agua dentro. Valida la calidad de la mercadería, ingresa a la mercadería, cierra y JLA pone un precinto y después le entrega un certificado al exportador en el cual detalla todo eso como si fuera una declaración jurada. JLA, como una tercera parte, dice que la calidad del producto tal, la calidad del container está apta, firma, y ahí se lo entrega para que el exportador pueda usarlo tanto para presentar a las autoridades de destino como a su partner comercial.
– Y ese precinto que pusiste vos se abre recién en una fábrica que usa el maní. ¿Confían ciegamente en ese precinto y en la información que tiene el container?
– No solo el precinto, sino que cada big bag, que son grandes bolsas de maní, está precintada por JLA, cada una de las big bags, individualmente. Además se precinta también el container y eso sale así de puerto y llega allá al puerto de destino presentado, después se abre recién en el consumidor.