Argentina, la principal nación deudora del Fondo Monetario Internacional (FMI), no tiene manera de cancelar la deuda que tiene con ese organismo. Pero una ONG estadounidense propuso una solución ingeniosa para resolver ese problema.
El Estado argentino tiene que devolver este año 3500 millones de dólares al FMI, mientras que en 2022 y 2023 esa cifra trepa a 18.000 y 19.000 millones de dólares respectivamente. Si tenemos en cuenta que las exportaciones totales de bienes del país rondan los 60.000 millones de dólares anuales, está claro que no le “da el cuero” para asumir semejante compromisos.
Miembros de la ONG estadounidense Avaaz reclamaron al FMI que implemente un sistema de reducción o eliminación de las deuda que mantiene con naciones emergentes –como la Argentina– en compensación por la deuda ecológica que los países desarrollados mantienen con el resto del mundo.
Para presentar el reclamo, activistas de Avaaz montaron hoy jueves un escena adaptada de la ópera “Evita”, en la puerta de la sede del FMI en Washington, con el lema “Marca la cancha, Argentina”.
Los activistas de Avaaz sostiene que una nación como la Argentina, a diferencias de los principales países del mundo, tienen un importante superávit ecológico, el cual debería ser compensando monetariamente.
“Las cíclicas renegociaciones entre la Argentina y el FMI son la muestra más cruel de un esquema colonial e injusto que ha venido sofocando a las naciones de ingresos bajos y medios, en una espiral de endeudamiento y extractivismo para pagar las deudas externas”, aseguró el argentino Oscar Soria, director de campañas de Avaaz y organizador de la creativa protesta.
Avaaz sostiene que el mismo criterio debería aplicarse en el caso de otros países latinoamericanos, como Brasil, México, Colombia, Perú y Ecuador, dado que cuentan con grandes activos naturales que pueden ayudar a la recuperación de la biodiversidad mundial y mitigar el cambio climático.
“Es el momento de fortalecer, desde estos espacios de discusión de asuntos financieros, la importancia de la sinergia entre el valor científico y el económico de los recursos ambientales y de las zonas biodiversas del mundo”, afirmó Soria.
“Con un adecuado manejo y presupuestos, que incluyan las experiencias de comunidades locales y pueblos indígenas, cada país del mundo y en particular los países desarrollados pueden hacer realidad planes que les permitan recuperar su biodiversidad local, evitar una mayor degradación y un mayor impacto ambiental y de salud ante otras posibles crisis sanitarias”, agregó.
En este sentido, Avaaz le pidió al FMI que adopte “un enfoque disruptivo e innovador para cambiar el paradigma país desarrollado-país emergente y que en la política económica internacional se empiece a pensar también en términos de aportes y consumos de recursos naturales”, de manera tal que los mismos pasen a registrar un valor monetario que pueda ser reconocido a nivel global.