Capítulo 1: El Ministerio de Economía habría decidido enviar a uno de sus hombres para controlar todo el área de administración y finanzas de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca.
Capítulo 2: Ante la imposibilidad de nombrar a Pedro Vigneau como jefe de Gabinete, tal como lo había anunciado, el secretario Fernando Vilella motoriza ahora un reacomodamiento de las subsecretarías para que el ex presidente de Maizar quede como número dos en Agricultura, asumiendo él mismo la subsecretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca.
Capítulo 3: A todo esto, el alejamiento definitivo de Germán Paats, ex presidente de la Fundación Barbechando, debilitó todavía más la solidez política del equipo que desembarcó junto a Vilella, y que soñaba inicialmente en construir una gran Secretaría de Bioeconomía, con vuelo propio y bastante autonomía de decisión respecto del Ministerio de Economía.
Capítulo 4: A su regreso de un viaje por Alemania, que incluyó una breve escala en Bruselas, el secretario Vilella sufrió una descompensación que lo mantiene bajo observación de los médicos. Las fuentes oficiales hablaron de un cuadro de presión baja y cansancio, asociado a un problema intestinal. Por fortuna está bien, pero es evidente que la función pública le pasó factura.
Capítulo 5: El secretario de Prensa, Eduardo Serenellini, recibió estos días por separado a las cuatro entidades de la Mesa de Enlace, y además está semana se sumó a la reunión que el ministro Luis Caputo mantuvo con todas las cámaras empresarias, en la que estaban incluidas las del sector agropecuario. Vilella estaba internado pero nadie en su lugar toma la posta en representación de Agricultura. “No fue nadie porque fue una reunión convocada por Prensa y por Caputo”, dijeron en Agricultura.
¿Cómo se llama la película?
No tenemos un nombre todavía para esta saga, pero podemos empezar a adivinar el final: como Vilella nunca fue hombre del equipo económico que conduce Luis Caputo ni tiene llegada directa al presidente Javier MIlei, (no hay ninguna foto que lo.muestre con cualquiera de los dos), lo que se está esbozando es un fuerte disciplinamiento al Ministerio de Economía de ese sector del gobierno, que es simbólicamente muy significativo para los productores agropecuarios.
Esta organización del poder dentro de la política agropecuaria del nuevo gobierno tiene un correlato claro y palpable, hasta doloroso: en la reunión con las cámaras del sector, Caputo ratificó que las retenciones subirán sin más, a los granos, a la soja y a la carne, y en todo caso permitió que Vilella y la propia negociación en el Congreso le acercara un listado de economías regionales que quedarán exceptuadas, y que tiene poco peso en materia de recaudación. Vilella había empezado su gestión, allá lejos por los primeros días de diciembre, analizando si sería posible una rebaja al girasol o la cebada, que ahora serán dos de los cultivos más castigados. Queda claro que íntimamente está en contra de la decisión de subir la presión fiscal sobre el sector. Pero como sucedió con casi todo el resto de secretarios de Agricultura, la acepta.
La política agrícola, otra vez sometida y subordinada por las necesidades de caja del Estado. Así se podría llamar esta película. Otra vez sopa.
Pero hay una diferencia. Otros secretarios de Agricultura -incluso en los álgidos tiempos del kirchnerismo- tenían la posibilidad de al menos administrar el magro presupuesto del organismo para consolarse de este destrato general, privilegiando tal o cual programa. En este caso, parece que no sucedería.
¿Por qué? En el marco del primer ajuste de la estructura de ministerios, el gobierno libertario primero tomó la decisión de quitar de la administración pública la figura del jefe de Gabinete de cada cartera, que Vilella había pensado primero para ubicar allí a Vigneau y luego incluso sumar a Germán Paats. Del jefe de Gabinete dependía hasta aquí la tarea administrativa y sobre todo el manejo de los recursos.
Sin posibilidad de poner un jefe de Gabinete, y con Paats abandonando ofuscado la política pública y rompiendo el tridente que había logrado convertirse en la pata agropecuaria de Javier Milei en el agro (algo que por completo el Presidente desconocía en sus tiempos previos de campaña), Vilella primero ubicó a Vigneau en la ignota Subsecretaría de Fortalecimiento Productivo e Institucional, planificando que de aquella área dependerían finalmente las instancias administrativas que antes lo hacían del jefe de Gabinete.
Esta era la propuesta de reorganización que el equipo de Agricultura elevó en los últimos días a Economía, según los requerimientos hechos desde el corazón del Poder Ejecutivo, que piensa encarar en febrero la segunda instancia de reducción de las estructuras burocráticas, bajando el ajuste a nivel de ministerios a secretarías, subsecretarías y direcciones nacionales. Bichos de Campo ya informó sobre esto hace unos días.
Pero según pudo saber este medio, Caputo cortó de cuajo esos planes. O más bien, fue su alter ego, el secretario de Coordinación del Ministerio de Economía, Juan Pazos, quien está tomando el control de la situación. No solo decidió enviar a un hombre de confianza, llamado Martín Fernández, a hacerse cargo de controlar la administración (y el manejo de la caja) de la Secretaría de Agricultura, sino que avisó que habría una nueva reducción en la cantidad de subsecretarios que dependerían de Vilella. Esto puso en crisis la estructura que habían imaginado inicialmente en el entorno del ex decano de la Facultad de Agronomía.
En dicha propuesta había cuatro subsecretarías que ahora serían reducidas a tres. Le falta a Vilella, por lo tanto, uno de los casilleros para llenar con sus hombres de confianza.
Por eso, según trascendió en las últimas horas, el desgastado Vigneau seguirá boyando y cambiará una vez más de posición, para pasar a ocupar ahora la única subsecretaría inamovible e inviolable a la fantasía de los funcionarios de turno: sería el nuevo subsecretario de Agricultura, Ganadería y Pesca y se convertirá en el número dos del área, pero sin el manejo de los recursos.
Mientras todo este reacomodamiento sucede y Vilella se aferra a la última esperanza de que el nombre de su secretaría cambie por el de “Bioeconomía”, los empresarios y dirigentes del sector están tomando cuenta de este debilitamiento del área natural con la que deberían tramitar sus cuestiones, y reparan en la importancia que va ganando en el equipo económico la figura de Pazos, a quien reporta directamente el nuevo administrador Fernández y quien ya estuvo presente en varias reuniones con el sector. Pazos es Caputo, directamente.
Otra vez sopa. Es un buen título para la película.