Sin duda que el argentino que más lejos ha llegado en estos momentos de la historia de la humanidad es Jorge Bergoglio, el Papa Francisco, aunque seguramente el más conocido no sea él sino Lionel Messi, el futbolista campeón del mundo. Muy tímidamente, como pidiendo permiso entre esas personalidades tan apabullantes, otro argentino de proyección internacional seguramente sintió este miércoles el pecho henchido de orgullo por los elogios que le llegaban por su desempeño desde todos los rincones del continente americano.
“Necesitamos más Manuel Otero para que la humanidad siga existiendo”, exageró sin lugar a dudas el ministro de Agricultura de Panamá. Pero luego del discurso inaugural que el mencionado Otero pronunció ante la Junta Interamericana de Agricultura, lo cierto es que le llovieron elogios de todos los ministros de la región por su tarea al frente del IICA, un organismo especializado dependiente de la Organización de Estados Americanos (OEA) y que está celebrando sus 80 años.
Otero, un veterinario nacido en Avellaneda e hincha de Racing, que además es hijo del reconocido dirigente radical Edison Otero, que fue presidente del Senado en el retorno de la democracia junto a Raúl Alfonsín, ha sido presidente del IICA desde 2017 y está cumpliendo hasta 2025 su segundo y último mandato en ese organismo internacional, que debe actuar como coordinador técnico y político entre los Ministerios de Agricultura de los 34 países del continente americano. La región incluye potencias exportadoras como Estados Unidos y Brasil, pero también países muy pobres de América Central y el Caribe, que dependen de las importaciones para su subsistencia alimentaria. Terciar en el medio es por cierto una tarea bastante compleja.
Este cronista de Bichos de Campo fue invitado por el IICA a cubrir la cumbre de ministros que se realiza por estas horas en San José de Costa Rica, sede central del organismo. Esta claro que las relaciones internacionales tienen un estilo propio y muy particular: En este tipo de ámbitos no se lanzan las críticas de frente y menos con palabras inapropiadas, mientras que los elogios son una moneda constante y casi asfixiante para quienes no estamos acostumbrados a tanta melaza. Pero las felicitaciones de todos los países de la región a la gestión del argentino sorprendieron por su reiteración e intensidad. Algún mérito ha de haber: Hubo demasiado calidez para ser solo diplomacia.
Otero había lanzado unos minutos antes un discurso que ratificó la decisión no solo de dotar al IICA de un renovado protagonismo en la política agrícola regional, sino que planteó el objetivo de generar una Alianza Continental para la Seguridad Alimentaria y el Desarrollo Sostenible, donde los 34 países americanos pudieran incidir y defenderse frente a una agenda global amenazante, no solo para su subsistencia sino para su desarrollo económico y social.
“Nadie puede quedar afuera, nadie puede quedar atrás”, había exclamado el veterinario argentino al presentar un futuro desafiante para los países americanos. Otero habló de “un escenario internacional conflictivo en el que observamos cambios geopolíticos, una reorganización de las cadenas globales y los efectos del cambio climático que impactan de distintas maneras en la producción y el comercio de bienes de origen agrícola. A esto se debe agregar las consecuencias de la contienda bélica en Europa del este (entre Rusia y Ucrania), que amenaza la estabilidad global y por las que nuestros países, y especialmente los más débiles, pagan costos injustificados”.
“En este escenario de escepticismo en torno al multilateralismo, avanzan los intentos de países desarrollados por transformar los desafíos ambientales en una nueva generación de barreras no arancelarias”, denunció además el director del IICA, que -en una clara referencia a Europa- percibe una amenaza concreta que las negociaciones en torno al Cambio Climático terminen poniendo límites a las posibilidades de desarrollo de los países americanos. ¿Y cómo? Poniendo nuevas restricciones al comercio de alimentos, que impedirán a los países exportadores como Argentina lograr una mayor cantidad de divisas, y que terminarán encareciendo el costo de la alimentación en los países deficitarios.
Otero recordó que el intercambio internacional de productos del agro llegó en 2021 a 1,8 billones de dólares y subió 200% desde 1995. En ese mismo periodo la producción de alimentos creció 72% y, entonces “podemos decir que el comercio internacional fue un instrumento fundamental para alimentar a una población mundial creciente, cada vez más urbanizada y que plantea renovadas exigencias”, aseguró. Luego enfatizó que “por lo tanto no hay seguridad alimentaria sin agricultura y no hay agricultura sin productores agropecuarios”.
El dirigente internacional agregó que América tiene un rol trascendental para evitar que el hambre siga creciendo a nivel global, como viene marcando la FAO para los últimos años, con 250 millones de personas en 58 países que están padeciendo inseguridad alimentaria aguda en 2022, contra 193 millones de 2021. Otero recordó que el continente dispone del 16% de las tierras arables del mundo, del 50% de la biodiversidad, del 23% de la superficie boscosa y del 30% del agua dulce. También es responsable del 31% de las exportaciones globales de alimentos.
“Sobre la contundencia de estos datos es preciso construir una nueva narrativa que muestre de un modo positivo los esfuerzos en curso de nuestros países hacia una agricultura más sustentable, productiva e inclusiva”, enfatizó el director del IICA, advirtiendo que la región debe lidiar con una fuerte ofensiva del ambientalismo europeo, que en un nuevo modo de colonialismo quieren imponer modos de producción sumamente restrictivos al resto de los países.
Otero ya había hablado con Bichos de Campo sobre esta amenaza en el último congreso de Aapresid:
Desde su lugar en la cooperación agrícola americana, Otero intenta instalar la certeza de que “los temas relacionados con el agro y los territorios rurales están al tope de la agenda global”, y por eso pide a los gobiernos de toda la región “deben considerarlos activos estratégicos porque son centrales para impulsar procesos sostenibles de generación de empleo, progreso y paz social”. De allí que pida cohesión, armar un frente común para defender a los productores americanos frente a posibles imposiciones externas.
En el IICA acuñan un lema que es que “la agricultura no es el problema, sino la solución” frente al cambio climático, si se la lleva a cabo con responsabilidad ambiental, con prácticas sustentables como la siembra directa, y con tecnologías novedosas. En la última COP, en noviembre de 2022 en Egipto, se logró enhebrar un documento común y se armó un espacio llamado “La Carpa de la Agricultura”, donde los ministros de la región pudieron al menos mostrar cierto atisbo de resistencia frente a una agenda ambiental muy agresiva, que incluso reclama la eliminación de millones de cabezas de ganado para frenar las emisiones de metano. Para la nueva COP28, en Emiratos Árabes, el sueño de Otero es poder presentar desde esta carpa una Alianza Continental a favor de la agricultura sostenible.
Por lo pronto, mientras espera que las naciones de toda América acepten este desafío, en la ceremonia de inauguración de estas deliberaciones en Costa Rica, Otero logró el singular acompañamiento de dos presidentes de la región, el de Panamá y el de Guyana; del CEO de la Fundación World Food Prize, Terry Branstad; del Premio Nobel de Economía 2019, Michael Kremer, y nada menos que del Premio Mundial de la Alimentación 2020, Rattan Lal, una eminencia de la agricultura cuidadora de la salud del suelo.
Los argentinos que acompañan a Otero, pese a gastarlo por la derrota en el clásico contra Independiente de este fin de semana, creen que esta cohesión continental para defender los intereses de los agricultores americanos nunca estuvo tan cerca en 80 años de historia del IICA, en especial porque en esta etapa se ha logrado un vital acercamiento con los 16 países más postergados de la región de América Central y el Caribe. “Que un caribeño te diga brother es algo que nunca habíamos visto”, explicaron. Por cierto, pese a ello, tampoco faltaron en esta reunión ministerial los reclamos de esos países postergados para que las grandes potencias regionales, en especial Estados Unidos y Brasil, presten una mayor ayuda económica y tecnológica para el desarrollo de sus propias agriculturas.
Por la Argentina, a esta cumbre no asistió ni Sergio Massa, finalmente el ministro de Economía y de Agricultura, ni tampoco el secretario específico del área, Juan José Bahillo, ambos ocupados con la campaña electoral. Pero el subsecretario de Coordinación Política de Agricultura, Ariel Martínez, también sumó su voz elogiosa a la paciente tarea de Otero para sumar voluntades. “El multilateralismo se encuentra corrido del eje que tiene que cumplir, pero el IICA va ocupando cada vez más de esos espacios. Siempre es más fácil hacerse el oso en estos temas, pero vos no lo hacés. Nosotros necesitamos que sigas teniendo este rol valiente de darnos la oportunidad de seguir discutiendo los temas que realmente nos importan”, afirmó el funcionario, dirigiéndose al director del IICA.
Y así, casi insignificante entre el Papa y Messi, este argentino de exportación se sintió por un rato como el mismísimo Diego Maradona.
Gracias bichos de campo por las interesantes notas que publican.