En el lanzamiento de la campaña azucarera 2023, aprovechamos para preguntarle cómo funciona actualmente un ingenio a Enrique “Quique” Izcazatti, que tiene una extensa trayectoria laboral en ese sector y actualmente es el jefe de laboratorio del Cruz Alta, otra de las plantas que posee el grupo tucumano Los Balcanes.
En principio, Quique nos confirma que los ingenios azucareros encienden sus calderas cuando arranca la cosecha. “Hoy por hoy un 90% es caña integral, totalmente cosechado a máquina. Esto tiene sus ventajas, que es que la materia prima llega de su corte al proceso en seis horas”.
Los camiones cargados de caña de azúcar, que ya viene cortada en pequeños trozos parejos por la máquina cosechadora, primero son pesados en balanza y recién después vuelvan su carga en el ingenio. En la línea del proceso, primero “es preparada la materia prima para recién pasar a la extracción, que es la parte del proceso donde se extrae el jugo”.
¿Y qué es la preparación de la caña? Quique nos explicó que “es preparar la célula para extraer la sacarosa. Eso lo hace primero de preparación, para luego pasar a una segunda extracción, donde se extrae la sacarosa”. Es en esos trapiches donde se divide el jugo que va a ir a la fábrica de azúcar y el bagazo (el residuo fibroso) luego se destinará para combustible a la caldera.
Mirá la entrevista con Enrique Izcazatti:
La mayor parte de los ingenios azucareros, en la actualidad, han logrado reemplazar su demanda histórica de gas por la quema de este bagazo en sus calderas, ya que el 90% de la caña es esa fibra leñosa y solamente se logra un 10% de rendimiento en jugo. En esto tiene mucho que ver las nuevas tecnologías. “Por la eficiencia de las nuevas calderas, en su balance térmico, alcanza. Y si hay un pequeño excedente en ciertos casos el bagazo es destinado a la fabricación de papel o también como alimento para el ganado”, contó el empleado del Cruz Alta.
-Pero lo que más le interesa al ingenio, su objetivo principal, es el jugo que sacaste de la caña.
-Ese jugo sigue su proceso de fabricación, un proceso de purificación, clarificación y cristalización de la sacarosa. A su vez, hay un subproducto en el proceso de purificación que se elimina, lo que sería cachaza, que es muy rica en materia orgánica. Allí van también todos los metales pesados. La cachaza es llevada al campo para ser usada como fertilizante. Lo único que le sacamos es la sacarosa.
-¿Tu rol como jefe de laboratorio es verificar que el producto final, la sacarosa, sea puro y limpio?
-Tiene que tener una pureza de 99,9%. Tiene que ser sacarosa cristalizada, la que se va a comercializar para uso humano.
-¿El alcohol y el bioetanol en qué momento del proceso aparecen?
-La sacarosa que no es cristalizada técnicamente es melaza. Es la que contiene azúcar, la que se va a enviar a fermentación y a destilación donde se produce el etanol. Sería un 4% respecto a la caña. Nosotros trabajamos sobre kilo de caña bruta que ingresa a la fábrica. Un 4% o 4,5% de eso es melaza que se la va a enviar a la destilería para la producción de etanol.
-¿Entonces de la caña que entró prácticamente no hay desperdicios?
-Exactamente. No queda residuo. Al residuo mayor se lo utiliza como fertilizante, que la cachaza. Otro residuo es la vinaza, que surge después del proceso de destilación del alcohol, en otro proceso. Después de sacar el alcohol o el etanol queda lo que serían las sales en la vinaza.
-¿Y hasta cuánto dura este trabajo? Porque una vez que se enciende el ingenio, las máquinas no se apagan.
-Son 150 o 160 días de molienda. Es un proceso continuo de 24 horas dividido en tres turnos de ocho. Es un proceso muy complicado. Encontrar el equilibrio entre molienda y salida de azúcar es difícil y mantener ese ritmo es más fácil que cortar y arrancar de nuevo.
-¿La cosecha tiene que ir al compás de la necesidad de la fábrica?
-También se cosecha caña las 24 horas.
-¿Y cuándo terminan los 160 días qué hacen? ¿Es un viva la pepa?
-¡No! Ahí entra el proceso, digamos, de reparación. Se lava la fábrica. Se desarma completamente. Se repara completamente. Hay trabajos que se tienen que enviar al taller exterior y requieren dos, tres o cuatro meses. Hay piezas que hay que traer del exterior también, que requieren su tiempo.
-¿Y por qué te gusta a vos el inicio de la zafra?
–Porque empieza un año lleno de retos, de metas a seguir al fin de zafra. En cambio, el final de la zafra en lo personal es triste, no me gusta porque a partir de ahí ya no se ve la gente. Los pueblos viven en función de un ingenio, pasa la zafra y la vida en ese pueblo es un 50% menor.