Empezamos esta nota con una pregunta: ¿Por qué criar ovinos en donde casi todos hacen soja? Los seis cabañeros encargados de una reciente exportación de 30 reproductores ovinos que salieron del sur de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos directo a Paraguay, dieron sobradas razones para reflejar que no todo es el verde del yuyo.
Los ovinos exportados provienen de varios remates y compras particulares que se hicieron en la zona, por lo cual los cabañeros decidieron juntarse para simplificar el costo del flete. Los 30 ovinos transportados por tierra se repartirán en seis cabañas paraguayas que los adquirieron, son de raza Hampshire Down y provienen de otras seis cabañas argentinas: La Constancia, La Virginia, La Callejera y Unelen ubicadas en el sur santafesino, cabaña La Esperanza ubicada en un campo cordobés de Laborde y cabaña Tres J situada en Entre Ríos.
“Yo creo que eligieron nuestra genética porque de toda Sudamérica la raza Hampshire Down es más fuerte en Argentina”, aseguró a Bichos de Campo Germán Gallo, uno de los dueños de la cabaña La Constancia, que con esta reciente venta suma su sexta exportación de genética al vecino país.
La cabaña ubicada en Runciman, departamento de General López, tiene mucha historia a cuestas porque existe desde 1945. “Con mi hermano somos quinta generación de cabañeros, y con la colaboración de nuestros padres, esposas e hijos la sacamos adelante. Bien familiar es lo nuestro”, respondió orgulloso el cabañero.
No es para menos que una cabaña pueda subsistir en el sur de Santa Fe, una zona donde abundan las sojas, los maíces y los trigos, y quedan unos pocos tambos y cabañas ovinas en pie. “Este no es un logro inédito porque ya se concretaron otras exportaciones de cabañas de la zona, pero sí quiero destacar que es un hecho muy relevante porque estamos en plena zona sojera donde competimos con rindes de 50 a 70 quintales por hectárea, y lo mismo con maíz y soja”, manifestó Gallo.
En La Constancia tienen unos 600 ovinos repartidos en 17 hectáreas, ubicados en parcelas de 1 hectárea cada una con boyeros fijos. “Manejamos todo por lotes divididos. Lo hacemos así porque no nos gusta tener los animales encerrados más de tres días en un lote; ellos salen entre 2 a 3 horas por día a comer y luego ingresan a sus corrales”, explicó Gallo, y agregó que también exportan ovinos a Uruguay, Brasil y Bolivia.
“Se llama La Constancia por la abuela de mi padre pero también fíjate que es válido el nombre por esta constancia grande que tuvimos durante tantos años para llevar adelante la cabaña”, concluyó.
Las exportaciones fueron tarea de los cabañeros en conjunto con una empresa que contrataron para que realizara el protocolo de exportación junto al Senasa y los veterinarios de las cabañas. Una vez aprobados los pasos se habilitó a que salieran en camión los animales hacia Paraguay. Allí les espera una cuarentena en donde les harán estudios de los más diversos para comprobar que estén del todo sanos.
Edgardo Cardoso es propietario de cabaña La Virginia, ubicada a 20 kilómetros de Venado Tuerto, también en el sur santafesino, y empezó en el negocio ovino cuando tenía sólo 13 años.
Hace 57 años que tiene cabaña y lleva orgulloso las cucardas de 26 campeones ovinos que obtuvo a lo largo de los 37 desfiles de la exposición rural de Palermo a los que concurrió: 13 machos y 13 hembras.
“La cabaña es familiar y empezó con mi padre, tengo 3 hijos, uno de ellos agrónomo y otra hija es veterinaria, y ambos trabajan conmigo”, describió Cardoso, quien tiene 160 hectáreas en total, las cuales reparte entre ovinos y vacas lecheras, ya que también tiene un pequeño tambo de 150 vacas.
“Porfiado me dicen, pero amo la lechería. Además no es que tenga un campo 10 puntos. Es 5 puntos en calidad y por eso elijo diversificarme entre el negocio ovino y el lechero”, contó Cardoso, quien reparte su campo entre 200 madres de pedigree, 100 machos ovinos y sus 150 vacas lecheras.
Para el cabañero, “producir en una zona sojera es bueno porque la oveja tiene la particularidad de que puede ser criada en rastrojos de soja o maíz sin ningún problema. Los corderos son animales livianos y no caminan mucho”.
Además, agregó que en su zona combinan justo las pariciones de ovinos que se dan entre abril y mayo con la cosecha de granos gruesos prácticamente finalizada y entonces los ovinos comen muy bien en los rastrojos.
Cardoso tiene otro terreno de 100 hectáreas con laguna propia que dedica a agricultura, de las cuales 30 hectáreas las destina a recriar los terneros del tambos pero también produce la soja y maíz que destinará en un 100% a consumo animal.
“No es sencillo el negocio de exportar ovinos. Yo estoy en esto desde los ´90 y antes era mas fácil, pero ahora está todo mas trabado por la pandemia y también por la inestabilidad del país. A veces uno prefiere vender adentro mas barato que poder exportar. Por otro lado, antes en Paraguay no había cuarentena pero hace 5 o 6 años sí”, sintetizó.
Ariel Manfroi, propietario de la cabaña Unelen, ubicada en Venado Tuerto, tiene 500 ovinos que reparte en 17 hectáreas. “Fuimos la primera cabaña que exportó ovinos a Brasil entre 2011 y 2012; en esas dos ocasiones exportamos un total de 100 animales en Santa Catarina y en Porto Alegre, al sur de ese país”, recordó. A Paraguay ya exportó también en otras ocasiones y espera, dentro de 15 días, concretar su primera exportación de ovinos a Bolivia.
Su cabaña arrancó en 2005 pero ya lleva en su haber nueve grandes campeones que consiguió en distintas participaciones en Palermo, y otros trece reservados de grandes campeones. “Exportar e ir a Palermo acarrea muchos costos para nosotros pero hacerlo nos permite instalar la genética de la cabaña”, resaltó.
“Cuando me preguntan porqué criar ovinos en la Pampa húmeda donde todos hacen soja por lo general, yo he demostrado que acá es mas rentable hacer ovinos que soja si hablamos de terrenos pequeños. Por supuesto que si tengo 500 hectáreas agrícolas no las destinaré todas a ovinos pero en parcelas chicas sí es mas rentable hacerlos”, afirmó Manfroi.
En épocas donde los precios de los cereales se mantienen altos, Manfroi explicó que “a los ovinos uno puede llevarlos adelante con muy poco pasto, en cambio en animales como vacas o cerdos que requieren más alimento y más cereal la ecuación se vuelve más cara”.
Carlos Alberto Amato es el dueño de una cabaña familiar llamada La Callejera, ubicada en la zona rural de Carmen, muy cercana a Venado Tuerto, en la cual tiene unas 200 madres a corral. En verano el alimento de sus ovinos es a base de pasto de una hectárea y media que alquila a un vecino, y en invierno maneja el alimento a base de rastrojos.
Amato se mostró muy contento con la exportación concretada. “Tener ovejas en una zona muy sojera con rindes excelentes año tras año nos llena de orgullo porque igualamos y a veces hasta mejoramos en rentabilidad si hablamos de parcelas chicas, y aparte desde países vecinos miran nuestra genética y la quieren adoptar”, expresó.
Pablo Soracio es un pergaminense que se dedica hace 22 años a la producción ovina. Tiene unas 500 cabezas en 22 hectáreas, repartidas en un campo en la localidad cordobesa de Laborde en donde también posee una cabaña de toros Aberdeen Angus y está convencido de que la producción animal no sólo es una pasión sino también un negocio rentable.
“Esto es más que una pasión para nosotros; es una producción que miramos cada vez con más interés porque nos resulta una producción muy rentable. Acá hacemos tres razas de ovinos, participamos de todas las exposiciones rurales más importantes del país y en Palermo obtuvimos varios campeones, no sólo de raza Hampshire Down sino también de raza Pampinta que constituye la base fundacional de nuestra cabaña”, expresó a Bichos de Campo.
Soracio reconoció que en su zona están rodeados de agricultura y que esta avanzó como ninguna otra actividad, pero aseguró que mantiene la cabaña de ovinos y de toros y que cada vez le aporta más desarrollo genético.
“Es un orgullo poder estar haciendo nuestra segunda exportación a Paraguay; también estamos por exportar a Uruguay y no sólo eso. En nuestra cabaña también invertimos en genética de afuera, por eso también hemos importado animales de Paraguay y de Nueva Zelanda, porque queremos que aporten a las líneas nacionales que ya tenemos y que son muy buenas”, refirió.
Seis ejemplos que demuestran que no todo es un mar de soja en el corazón de la Pampa húmeda.