El valor FOB del aceite de girasol argentino para embarque en el último trimestre de 2023 se encuentra en 820 u$s/tonelada, mientras que el del aceite de soja se ubica en 890 u$s/tonelada. ¿Cómo es posible que un aceite de mayor calidad y oferta limitada, como es el caso del girasol, tenga un precio inferior al de soja?
La respuesta a esa pregunta está en el Mar Negro, una región que, además de ser la mayor productora y exportadora de aceite de girasol del mundo, se encuentra atravesando un cruento conflicto bélico desde febrero del año pasado.
Rusia cosechó en 2023/24 una producción récord de girasol –17,5 millones de toneladas según el USDA versus 16,2 y 15,5 millones en las dos campañas previas– y los productores de esa nación están vendiendo de manera acelerada la oleaginosa en un contexto de una devaluación salvaje del rublo.
La producción de girasol ucraniana también se recuperó y el USDA estima que en 2023/24 el país invadido por Rusia logrará exportar 6,0 millones de aceite de girasol versus 5,9 y 4,6 millones en los dos ciclos inmediatos anteriores.
Pero los ucranianos están obligados a exportar aceite de girasol a precios ridículamente bajos porque desde julio pasado, luego de que Rusia suspendiera su participación en el “corredor granario” implementado junto a Turquía y Naciones Unidas, ya no pueden emplear los grandes puertos del Mar Negro para concretar embarques.
Adicionalmente, el mes pasado los gobiernos de Polonia, Eslovaquia y Hungría anunciaron que seguirán implementando restricciones para evitar la comercialización de productos agroindustriales ucranianos en sus territorios a pesar de que la Comisión Europea ordenó levantar el bloqueo comercial instrumentado en el primer semestre de este año.
Este mes, con el propósito de intentar descomprimir la situación, Polonia y Lituania acordaron con Ucrania un plan para habilitar el ingreso a sus territorios de productos ucranianos para poder ser luego exportados por puertos lituanos (aunque la operatividad de esa iniciativa está por verse).
La mayor parte de los productos agroindustriales ucranianos se están exportando por vía fluvial, a través del Danubio, lo que implica un enorme costo logístico que, como contrapartida, obliga a reducir de manera dramática los precios FOB. Otra porción se envía por camión y ferrocarril hacia la Unión Europea (un sistema aún más ineficiente que el fluvial).
En ese marco, la avalancha de exportaciones rusas –nación urgida para generar divisas en el marco del conflicto bélico– junto con las enormes dificultades logísticas que debe enfrentar el sector oleaginoso ucraniano, destruyeron los precios internacionales del aceite de girasol.
La ironía es que en febrero de 2022, luego de la invasión rusa a Ucrania, los precios del aceite de girasol subieron de manera desproporcionada ante la incertidumbre generada por ese hecho inesperado. Pero la continuidad de ese conflicto terminó volviéndose en contra.
O sea, volvio a la normalidad, si dicen que cuando comenzo la guerra subió de manera desproporcionada.
Son vaivenes del mercado, no lloren.