“El principio de una sola China es el fundamento político de la relación entre China y EE.UU.: una línea roja que no debe cruzarse”. Así lo indicó esta semana Hua Chunying, vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, en referencia al apoyo realizado por el gobierno de Joe Biden a Taiwán, una política de Estado que, más allá de cuál sea la administración, en EE.UU. se mantiene sin cambios.
El pasado jueves 1 de abril Ned Price, vocero del Departamento de Estado de EE.UU., indicó en una conferencia de prensa que “estamos comprometidos a profundizar lazos con Taiwán” porque se trata de “una democracia líder” y es “un socio económico y de seguridad fundamental para EE.UU.”.
“Instamos a Estados Unidos a comprender completamente la naturaleza altamente sensible de la cuestión de Taiwán y a adherirse al principio de una sola China”, dijo Hua según un artículo publicado por la agencia oficial Xinhua.
“Instamos a la parte estadounidense a que abandone la peligrosa práctica de desafiar la cuestión fundamental y jugar con fuego, como hizo la administración anterior”, amenazó la vocera china.
La portavoz pidió que se aborde prudente y apropiadamente la cuestión de Taiwán por parte de EE.UU., de manera tal de evitar que se considere a la Taiwán una nación independiente, algo que, por supuesto, EE.UU. no está dispuesto a validar.
Un conflicto bélico entre EE.UU. y China, motivado por la intención de la nación asiática por anexar a la isla de Taiwán por medio de una invasión militar, es una de las principales hipótesis que explican los grandes volúmenes de granos y alimentos importados por China desde medianos del año pasado, los cuales provocaron un alza sustancial de los precios internacionales de tales productos.
Un conflicto de tales características generaría una disrupción comercial enorme a nivel global, dado que la nación asiática es actualmente el principal comprador de commodities del mundo. En ese contexto, se especula que el gobierno chino se está aprovisionando con grandes reservas de alimentos para poder hacer frente a ese escenario.
Además de las importaciones siderales de productos agroindustriales, el gobierno chino el año pasado aplicó un programa nacional de racionamiento de alimentos –denominado “Platos Limpios”– que parece no tener lógica alguna, a menos que los líderes del Partido Comunista se estén preparando para una guerra.
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