En horas del mediodía de este miércoles se publicó el 15° informe de relevamiento de Dalbulus Maidis, vulgarmente conocida como chicharrita, que elabora la Red Nacional de Monitoreo.
En dicho trabajo se evalúa el incremento poblacional de este vector de un temido complejo de enfermedades que afecta a los maíces, llamado Spiroplasma, que genera achaparramiento del cereal, y por ende baja productividad.
Si bien la chicharrita es endémica de la zona norte, durante el año pasado se registró un incremento sin precedentes en la zona central del país, afectando gravemente los rendimientos del maíz, en especial los sembrados de forma tardía. Con este golpazo productivo que se llevó un elevado porcentaje de los granos a cosechar, se puso en marcha una eficaz red de monitoreo, conformada por varias instituciones especializadas en el manejo de plagas, como así también universidades y asociaciones.
Este año la amenaza de la chicharrita para los productores agropecuarios comenzó alta, muchos decidieron no sembrar maíz, y se redujo el área a nivel nacional. Con el correr de los meses, el miedo se fue disipando, a medida que se fue evaluando el crecimiento de la plaga.
Ya con la campaña avanzada, los expertos de esta red confirman que lo peor ya pasó, y que si bien no hay que resignar monitoreos, el riesgo de achaparramiento “ya se superó”.
Este informe, basado en el relevamiento de 378 localidades maiceras de la Argentina entre el 24 de febrero y el 13 de marzo de 2025, mostró lo previsible: la chicharrita incrementó su presencia en todas las regiones, particularmente en las zonas endémicas del norte del país, como el NOA y el NEA.
La buena noticia es que más del 80% de los cultivos de maíz ya está a salvo del complejo de enfermedades que transmite este vector, dado que ya se encuentra en etapas fenológicas reproductivas (R1-R6) o vegetativas tardías (VT), y en algunas localidades del Litoral o las regiones del centro ya se está cosechando o cerca de hacerlo.
“En general se ve que obviamente aumentaron las poblaciones de chicharritas, por la época estival y porque se dejaron de hacer intervenciones químicas de control. Pero este aumento llegó demasiado tarde, cuando ya los cultivos se encuentran fuera de la etapa de susceptibilidad”, explicó Alejandro Vera, investigador de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC) y coordinador de la Red.
No obstante, el experto insistió en que, de cara al futuro, “es importante estudiar qué pasa con la población del vector. Por eso es preciso seguir monitoreando, independientemente de que el cultivo esté protegido: hay que seguir viendo cómo fluctúa en el tiempo la dinámica de esta población, para seguir generando información. Cuanta más información recolectemos, más precisos vamos a ser para la toma de decisiones”, indicó.