César Fuentes cuenta que se volcó hacia la forestación hace más de 40 años, recién recibido de ingeniero agrónomo en la Universidad Nacional de La Plata. Ahora, con tanta experiencia acumulada, asesora a productores de la zona del delta bonaerense y entrerriano, y también de la cuenca del Río Arrecifes y Areco, una incipiente zona forestal.
Pese a su veteranía, este ingeniero no llegó a ver la llegada de las primeras plantaciones forestales en el delta inferior, que se sucedieron a partir de la década del 40, cuando comenzó a retroceder la producción frutihortícola en las islas. Los álamos y sauces comenzaron a poblar una geografía dura y compleja a pesar de su cercanía con la ciudad de Buenos Aires. El despegue definitivo fue con la instalación en los años 70 de Papel Prensa, la fábrica de papel de diario que todavía capta la mayor parte de la producción.
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“El negocio fue cambiando y los campos se fueron sistematizando cada vez más, con los cual hay un mejor manejo del agua y se puede trabajar con más maquinaria. Al principio los trabajos eran a zanja abierta, con lo cual eran caros, porque había que trabajar con pontones y con lanchas. Ahora se trabaja en tierra firma, con máquina para extraer madera y procesadores para cortarla y poder sacarla”, relata el experto forestal.
Como complemento a la actividad forestal después comenzaron a llegar las vacas a las islas. Fuentes recuerda que “la actividad silvopastoril comenzó alrededor de hace treinta o cuarenta años, primero como una alternativa contra los incendios forestales (las vacas al comer reducen la carga de pasto y eso minimiza el peligro de incendios) y después como una alternativa anual y una producción estable”.
El consultor describe que en el delta el 92% de los productores tiene menos de 200 hectáreas, con lo cual son pequeños productores. El 6% son medianos y tienen entre 200 y 1.000 hectáreas, y el 2% son los productores grandes que tienen más de 1.000 hectáreas”.
Con esa composición, esta cuenca forestal llegó a tener más de 100 mil hectáreas, aunque ahora redujo el área a unas 65 mil hectáreas. Para Fuentes, las chances de recuperación son enormes, sobre todo porque además de la cercanía con el mercado ahora la zona de islas “está teniendo mucha infraestructura, con luz, caminos internos y conectividad”.
Además el experto considera que hay chances óptimas para generar un esquema sostenible basado en el “Carbono Neutro” o el equilibrio de gases del efecto invernadero, pues lo que la ganadería emite por un lado la forestación lo absorbe por el otro. “Tiene mucha posibilidad de certificarse para el futuro”, evalúa.