En esta recorrida por Liberté, un espacio de la cárcel de máxima seguridad de Batán que logró ser autogestionado por un grupo de presos, hay un momento mágico en el que se abre ya puerta de ese pequeño pabellón y aparece la luz del exterior: salimos al patio. Pero más mágico todavía es la sensación de no llegar a un ambiente gris donde algunos hombres juegan con una pelota y otros se fichan amenazantes, dispuestos a matarse. Nada que ver. Nosotros salimos a un pequeño parque que no tiene demasiado que envidiarle a los lagos de Palermo, porque tiene tres patos recién nacidos retozando por allí, peces de colores que se multiplican en sus aguas, muchas plantas y un envidiable pastito verde.
Pero los altos muros y las torretas que se ven un poco más allá nos recuerdan que estamos en Batán, dentro de la prisión, y que esto es simplemente una gran rareza que sucede solamente en este espacio tan singular: Liberté, entre muchos otros proyectos y talleres, tiene un grupo de parqueros que hacen su aporte al grupo cuidando y embelleciendo ese pequeño parque, al que bautizaron “Medellín”.
Carlos es uno de esos responsables y la primera pregunta inevitables apunta a saber por qué le pusieron a ese espacio recreativo que construyeron el nombre de una ciudad colombiana tristemente famosa por haber albergado a uno de los carteles del narcotráfico más famosos, temibles y renombrados. ¿Es acaso un homenaje a Pablo Escobar Gaviria? Nos cuenta el hombre que nada que ver. Le pusieron Medellín porque el juez de Necochea que permitió la existencia de Liberté con sus sentencias, Mario Juliano, intentó copiar aquí algunas de las estrategias que aplicaron las autoridades de aquella ciudad para poder aplacar -con singular éxito- los niveles de delito.
Mirá la entrevista:
-¿Cómo es que armaron un parque en la cárcel?
–Para buscar una paz, ver naturaleza, ver algo diferente que en un pabellón, y eso te da mucha… Cargás pila acá, y volvés al pabellón manso.
-¿Lo cuidás vos con otro compañero?
-Con otro compañero, con Mateo. Somos dos los que nos encargamos, aparte del parque, del pasto por allá atrás… (dice, señalando el verde césped de una canchita de fútbol).
Carlos nos relata que antes de que pusieran manos a la obra, como cooperativa autogestionada de internos de la cárcel de Batán, eso era un páramo de piedra y tierra seca: “Todo baldío era, todo abandonado. Así que uno cuando quiere estar mejor, hace las cosas bien”, resume.
-Con una condena sobre el lomo, debe ser lindo venir acá y respirar un poco de aire puro.
-Sí, cambia diferentemente todo (sic). Como te digo, si uno viene a cargar pilas y quiere cambiar, se da cuenta que este lugar es para cambiar.
-¿Vos tenías experiencia afuera como parquero?
-No, la verdad que no. Nació acá. Yo me dedico allá a la construcción y nunca me interesaba por las plantas. Al contrario, odiaba porque cuando era chico mi viejo me mandaba a regar la quinta cuando tenía que ir a jugar a la pelota y no quería saber nada de plantas. Así que acá me despertó y empezamos todos a trabajar.
-¿Cómo traes plantas de afuera? ¿Cómo vas embelleciendo este parque?
-Es complicado porque está muy restringido el tema de traer cosas. Una señora que viene acá, que no me acuerdo el nombre ahora, ella sabe traer plantas. Y luego hay un laboratorio que va haciendo esquejes de cada planta y se va reproduciendo.
-Pero tenés un pequeño lago, tenés carpas, tenés plantas, tenés verde. No tenés demasiado que envidiarle a los Bosques de Palermo.
-La verdad que no. Yo estoy de las 8 de la mañana hasta las 9 de la noche acá, así que me voy recargado de pilas.
-¿Y a veces te olvidás que estás preso estando acá?
-Sí, la verdad que sí. Es una paz que sentís acá, te olvidás un poco. El tema está en el pabellón (lugar al que cada uno de ellos vuelve a dormir) que siempre está con el bajón. Cuando llegás al pabellón, ahí te das cuenta que estás en cana. Porque en el pabellón siempre están… gorreando, como se dice acá. Tirando palabras, ¿viste? Peleando. Acá no, acá es todo paz. Somos todos unidos.
-¿Te falta mucho para salir?
-Seis años… Si Dios quiere, estoy ya afuera.