Algunas cosas nunca cambian: para el gobierno de Javier Milei –al igual que durante el kirchnerismo– el agro es una fuente de recursos impositivos y cambiarios. Nada más.
La diferencia es que el equipo económico del presidente, liderado por el ministro Luis “Toto” Caputo, es mucho más sofisticado, lo que le permitió “vender” un instrumento equivalente al “dólar soja” de Sergio Massa como una “rebaja de retenciones”.
El delirio económico del “dólar soja”, una devaluación sectorial por tiempo limitado, cumple la misma función que la rebaja temporaria de derechos de exportación agrícolas, aunque con metodologías diferentes.
En enero pasado, cuando se anunció la medida, desde Bichos de Campo explicamos que no se trataba de una norma impositiva, sino de un régimen especial que contempla un beneficio impositivo a cambio de cumplir con exigencias cambiarias y tributarias. Parece un trabalenguas, pero es así.
Muchos no entendieron de qué se trataba en su momento (y algunos siguen sin poder comprenderlo), pero, ex post, es más sencillo explicarlo a través de un gráfico esclarecedor en el cual puede verse que, gracias al régimen diseñado por Caputo, la dinámica de registraciones de Declaraciones Juradas de Ventas Externas (DJVE) de maíz y productos del complejo sojero es inversamente proporcional al flujo temporal de embarques declarados de tales productos.
Y ese es precisamente el objetivo del régimen de rebaja temporaria de retenciones: adelantar registraciones de DJVE para acelerar la recomposición de reservas internacionales por parte del Banco Central (BCRA).
En un país normal, la medida de política económica estaría orientada a crear condiciones para aumentar la generación de divisas. Pero en la Argentina el corto plazo es lo único que vale y, por lo tanto, la meta consiste en lograr acumular la mayor cantidad posible de divisas antes de las elecciones legislativas nacionales de octubre próximo. ¿Y después? Después se irá viendo qué hacer (como siempre).
El plazo máximo para liquidar divisas desde el momento de cumplido el embarque de granos, harinas proteicas y aceites vegetales es de 30 días, según la normativa vigente. El régimen de Caputo requiere que, para aplicar la rebaja de la alícuota del derecho de exportación, los agroexportadores abonen el 95% de las divisas de la venta en un plazo de hasta 15 días posterior al registro de la operación, lo que representa una exigencia financiera para las compañías, las cuales deben ingresar un gran volumen de divisas –ya sea propias o vía créditos– para poder acceder a los beneficios del régimen. Eso, claramente, tiene un costo financiero que está contemplado en el sistema de formación de precios internos de los granos.
Por otra parte, el régimen, además de exigir el adelantamiento del ingreso de divisas, también requiere abonar al menos el 90% del derecho de exportación correspondiente dentro de los cinco días hábiles desde la registración de las DJVE, aunque el plazo de embarque no se extienda más allá de los 30 días.
El régimen, vigente desde el pasado 27 de enero hasta el 30 de junio, rebajó la alícuota vigente sobre el poroto de soja de 33% al 26%, mientras que la correspondiente al aceite y la harina de soja pasó del 31,0% al 24,5%. El impuesto para las exportaciones del maíz y el trigo fueron reducidas del 12% al 9,5%, lo mismo que en los casos del sorgo y la cebada. En el caso del girasol, el derecho de exportación de la semilla y del aceite fueron rebajados del 7% a al 5,5%, mientras que para los pellets retrocedió del 5% al 4%.
El 20 de mayo pasado el beneficio fue extendido hasta el 31 de marzo de 2026 para trigo y cebada, lo que se hizo –nuevamente– para atender las necesidades del Estado nacional en materia cambiaria e impositiva. En estos días, cuando faltan pocos días para la expiración del régimen, se está especulando con la posibilidad de extenderlo, tal como sucedió con los cereales de invierno. Si eso finalmente ocurre, será en función de los indicadores presentes en “tablero de comando” cambiario e impositivo del equipo económico de Caputo. El agro, como es usual en la Argentina, será un mero espectador en el asunto.
Quiere plata. Y de dónde va a sacarla???
Impresentable
Realidad mata relato
Si repasas desde enero las variaciones del valor internacional de la soja, comparándolo con los valores en pesos a la retención vigente, fácilmente te darás cuenta q el ” esfuerzo financiero” al q se somete a las exportadoras NO FUE TRASLADADO AL PRODUCTOR. El mercado funciona y nadie come vidrio.
Lo que más conspira contra nuestro productor dinero, es el ingreso de soja paraguaya a la molienda autóctona. Frustra efectos alcistas q pueda generar la retención y merma de liquidación interna.