Datos recopilados por técnicos del INTA muestran que gran parte de los problemas de calidad que está registrando la cosecha argentina de trigo es producto de la falta de una política agropecuaria.
Especialistas del Grupo Trigo y del Laboratorio de calidad del INTA Marcos Juárez realizaron –por medio de una cosecha manual– un muestreo anticipado de calidad de trigo en parcelas de ensayos del cereal conducidas por esa institución.
Los resultados, que son orientativos, muestran que con una fertilización de base en presiembra de 120 kilogramos de nitrógeno por hectárea, los niveles obtenidos de proteína en muchos casos no superan el 10% con una base de humedad del 10,6% al 14,0%.
Otro dato alarmante son los niveles de gluten húmedo, que en ningún caso lograron superar el 24%, lo que representa un nivel adecuado sólo para elaboración de galletitas, pero no para panificación tradicional.
Sin embargo, los resultados en parcelas refertilizadas sí mostraron niveles de proteína y gluten húmedo más cercanos al promedio histórico con rendimientos productivos igual de excepcionales.
Sin embargo, debido a las malas relaciones de precios cereal/fertilizante registradas durante el ciclo del cultivo, las refertilizaciones de trigo fueron por demás limitadas en el transcurso del 2025.
Si bien en la última década hubo varias iniciativas que intentaron establecer la posibilidad de deducir de impuestos nacionales un 50% o un 100% de la inversión realizada en fertilizantes, la realidad es que ninguna prosperó.
Tal medida, en una campaña como la actual, hubiese seguramente contribuido a promover un mayor nivel de fertilización del cultivo de trigo para generar una oferta más acorde a las necesidades del mercado tanto interno como externo.
No se trata de una cuestión menor, porque la Argentina produce trigo con destino a panificación y no como recurso forrajero, producto que tiene, obviamente, un precio mucho menor que el grano destinado a elaborar alimentos para humanos.







