Un trabajo de investigación refleja que el diseño de la asistencia estatal a productores agrícolas en EE.UU. en los últimos años tiene un creciente componente populista.
Jonathan Coppess, investigador del Departamento de Agricultura y Economía del Consumo de la Universidad de Illinois, realizó un trabajo para determinar qué proporción del ingreso de las empresas agrícolas de EE.UU. representan los subsidios estatales.
En el período analizado, que comprende 2012 hasta una estimación relativa al año 2024, el promedio general para todas las actividades agrícolas fue del 7,6% con un máximo para el año 2020 del 22,8% y un mínimo esperado del 4,2% para 2024.
Gran parte de la licuación de la proporción de los subsidios estatales en el ingreso total agrícola de los “farmers” obedece al hecho de la importante alza de los precios de los granos registrada a partir del año 2021.
Un dato importante es que a partir de 2018 el peso de los programas oficiales de ayuda del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) comienza a tener menor relevancia en desmedro de asistencias discrecionales instrumentadas por los gobiernos de turno.
No se trata de un dato menor, porque los programas oficiales son aprobados por el Congreso en el marco de una legislación específica, mientras que los planes discrecionales son atribuciones del Poder Ejecutivo.
Así, durante la gestión de Donald Trump se implementaron ayudas discrecionales con el propósito de compensar las pérdidas de ingresos generadas por las represalias chinas instrumentadas en el marco de una “guerra comercial” que EE.UU. inició contra la nación asiática.
Posteriormente, durante la administración de Joe Biden se implementaron programas de ayuda especiales relativos a la emergencia sanitaria generada por el Covid, los cuales luego fueron reconvertidos para ser promovidos con otras excusas.
Sin esas ayudas discrecionales, los subsidios se habría reducido a una mínima expresión en los últimos años porque, precisamente, los mismos fueron originalmente diseñados para ayudar a los productores en períodos de bajos precios agrícolas.
En términos fácticos, puede decirse que desde 2018 a la fecha la ayuda destinada al agro estadounidense dejó de ser solamente una política de Estado para transformarse también en un instrumento populista.
Cuando se observa el impacto territorial de la asignación de subsidios estatales con destino a empresas agrícolas, se evidencia que los mismos son más importantes en los estados del sur, dado que en los mismos se concentra la producción de algodón, arroz y caña de azúcar, que son precisamente los cultivos que reciben el mayor volumen de ayuda oficial. En una segunda instancia se ubican los cultivos extensivos tradicionales producidos en “cinturón agrícola” de EE.UU.