Los precios de los futuros de granos gruesos en el mercado estadounidense CME Group (“Chicago”) siguen evolucionando contra la lógica comercial para reflejar –cada vez más– el riesgo geopolítico global.
A pesar de la restricción de oferta de soja y maíz que se espera en el primer semestre de este año –producto del fracaso de la cosecha gruesa argentina–, este lunes las mayores bajas intradiarias se registraron en los contratos más cercanos de ambos cultivos.
Esa movida se explica por liquidaciones masivas de posiciones realizadas por administradores de fondos corporativos y de inversión que, frente a las crecientes tensiones existentes entre EE.UU. y China, temen que los valores de la soja y el maíz estadounidense se licúen ante una eventual represalia comercial por parte de Beijing (tal como ya sucedió durante la administración de Donald Trump).
El evento opera, en los hechos, como una suerte de “profecía autocumplida”, porque las liquidaciones de contratos agrícolas, si bien intentan anticiparse a un escenario bajista, lo impulsan de antemano frente a las inocultables tensiones existentes entre ambas potencias.
#ChinaDailyEditorial
China takes the commitments it has expressed seriously that the US does not seek a new Cold War with China; it does not support "Taiwan independence". But the US has never stopped saying one thing and doing the other on these fronts. pic.twitter.com/Yeaw5hyqf3— China Daily (@ChinaDaily) February 27, 2023
El único futuro agrícola que se “salvó” en el CME Group es el correspondiente a la harina de soja gracias ante la situación presente en la Argentina, donde un desastre climático opera a la par de un “desastre institucional”.
El fin de semana trascendió que el gobierno argentino está reclamando a cuatro compañías exportadoras pagos no realizados de unos 50 millones de dólares por supuestas declaraciones mal realizadas de soja importada en el marco del régimen de admisión temporaria, por medio del cual el poroto ingresa para ser procesado y luego exportado como harina y aceite.
Si bien, aparentemente, la acción oficial está orientada a reforzar la magra recaudación tributaria, en los hechos la intimación obstaculiza el ingreso de soja importada –fundamentalmente de Paraguay– en un momento en el cual la oferta de soja es bajísima por retención de mercadería, dado que la mayor parte de los productores argentinos están esperando un incentivo monetario para comercializar el poroto.
Adicionalmente, la campaña de soja de primera, que se cosecha mayormente entre abril y mayo, fracasó, lo que torna mucho más inquietante el panorama para el país que ostenta el puesto número uno en el ranking mundial de exportadores de harina de soja.
Para el presente mes de febrero se declararon embarques de soja por apenas 877.018 toneladas (versus 2,045 millones en el mismo mes de 2022), al tiempo que para marzo próximo apenas se registraron exportaciones por 74.276 toneladas.
En cuanto al maíz, el hecho de que los “farmers” estadounidenses vayan a sembrar en 2023/24 una superficie mayor con el cereal, además de fertilizarlo con mayores dosis debido al descenso del valor del fertilizante, representa una noticia bajista para los posiciones correspondientes al nuevo ciclo que comienza recién en septiembre de este año. Sin embargo, las mayores bajas intradiarias ocurridas este lunes se registraron en los contratos de la cosecha 2022/23.
La información no es correcta.
Los valores de los cereales y oleaginisas van a subir, y probablemente mucho durante el 2023.
La producción mundial de seguir el clima como va y predicen los pronosticos, se va a contraer significativamente a nivel mundial.
Van haber muchas más cosechas pobres, y lo poco hay que hacerlo rendir con aumento de precios para así poder seguir produciendo.