El proceso de “internacionalización” del girasol argentino seguiría consolidándose en la campaña comercial 2022/23 de la mano de un crecimiento de las exportaciones.
La campaña argentina de girasol 2022/23, cuya recolección comenzó ya a desarrollarse en el norte argentino, va camino, según proyecta la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), a obtener una cosecha final de 4,05 millones de toneladas.
La BCR espera un aumento en la molienda para la campaña 2022/23, que se incrementaría unas 300.000 toneladas respecto de 2021/22, para alcanzar un total de 3,6 millones de toneladas. Si llega a cumplirse el pronóstico, se trataría del mayor volumen procesado desde 2011/12.
El dato es que de la producción esperada de aceite de girasol de 1,60 millones de toneladas, el 66% tendría en 2022/23 como destino el mercado externo versus el 62% en 2021/22, lo que implica que el componente internacional (valor FOB) debería tener un mayor peso en la conformación del precio interno de la oleaginosa (FAS).
La eliminación de la “retención encubierta” aplicada entre 2021 y 2022 para financiar al fideicomiso aceitero –oficializada este miércoles por el gobierno nacional– también debería contribuir a mejorar el sistema de formación de precios del girasol.
La campaña comercial de girasol 2022/23 en la Argentina va camino a medirse –palmo a palmo– en el ámbito del mercado disponible porque son mínimas las ventas anticipadas realizadas por productores.
Las estadísticas oficiales muestran que el pasado 11 de enero apenas se habían vendido partidas de girasol 2022/23 por 277.600 toneladas, mientras que en la misma fecha del año pasado y de 2020 esa cifra era de 840.300 y 883.100 toneladas respectivamente. Incluso, de lo poco que se vendió por anticipado, casi la mitad aún tiene precio abierto pendiente de fijación.