Con el objetivo de visibilizar la realidad que enfrentan las mujeres en el ámbito rural, la fundación Mujeres Rurales Argentinas (MRA) presentó un informe sectorial para dar cuenta de las brechas de género que existen.
Los datos recopilados de distintas fuentes, tanto nacionales como regionales a nivel América Latina, se discriminaron en seis ejes principales: dimensión económica, educación y acceso a la información, empoderamiento y participación política, violencia de género y salud, cuidados en la ruralidad, y cambio climático.
“Nosotras no nos posicionamos desde la brecha, pero es necesario dejar en claro que la brecha existe para avanzar en que eso cambie. Necesitamos un acuerdo común entre las instituciones”, dijo durante la presentación María Stegagnini, especialista en genero y miembro de MRA, quien puntualizó en la necesidad de romper con la barrera del binarismo en los datos disponibles.
“Esperamos que este informe tenga un carácter actualizable. Venimos recogiendo mucha información, pero nos parece importante su actualización para achicar los ‘gaps’ estadísticos. Como dicen en la CEPAL, lo que no se mide, lo que no se visibiliza para lo estadístico, es muy difícil que exista en la política pública”, añadió luego.
En lo que respecta al eje económico del informe, desde MRA indicaron que, según las estimaciones nacionales, las mujeres en general participan menos en el mundo laboral que los varones, ganando en promedio un 28.1% menos.
En el sector agropecuario en particular, entre las personas asalariadas agrarias predomina la población masculina, siendo un 86% de varones contra 14% de mujeres. Y dentro del universo de personas con trabajo fijo asalariado, apenas el 6% son mujeres, de las cuales 3,8% son profesionales y técnicas; 12.7% son encargadas; 29.6% realizan tareas generales y 1% manejan maquinaria.
Un punto clave giró en torno a la brecha salarial. De acuerdo con datos nacionales, las mujeres representan el 64% de la población con menores ingresos. El informe dio cuenta de ejemplos vinculados a las profesionales rurales: en agronomía la brecha es del 27.6%; en la ingeniería de alimentos es del 47%, y en la ingeniería forestal del 39%. Según se dio cuenta, los empleos adjudicados a las mujeres son aquellos de menores ingresos proporcionalmente.
Respecto a la posesión de bienes, solo el 20% de las mujeres es propietaria de la tierra, de las cuales solo el 0.5% gestiona explotaciones de más de 10 mil hectáreas.
Por otro lado, se destacó además que el 83% de las mujeres que trabajan en explotaciones agropecuarias superan los 40 años de edad, siendo 52% del total aquellas de entre 40 y 50 años.
Un dato interesante surge del eje de las tareas y servicios de cuidado, en donde se indica que en el ámbito rural, hay tareas que son consideradas como “naturales” al rol femenino. Ellas son, por ejemplo, las acciones de cuidado de la huerta, de los suelos y el ambiente, la transmisión de saberes ancestrales y las tareas vinculadas al entorno productivo del hogar.
De esto se desprende que las mujeres dedican el triple de tiempo que los varones a las tareas de cuidado no remuneradas que, según el informe, en el ámbito rural oscilan entre el 16% y el 27% del PBI regional.
En cuanto al eje vinculado con la educación, los datos correspondientes al Censo Agropecuario Nacional de 2018 (últimos datos disponibles) no muestran diferencias significativas entre varones y mujeres, en los porcentajes generales del nivel educativo entre quienes se encuentran a cargo de una explotación agropecuaria. Por el contrario, se define que hay un menor porcentaje de mujeres con orientación agropecuaria recibida en su formación: es de un 4% frente al 8.56% en varones.
De esto se desprende que en la educación técnico agropecuaria de nivel secundario, el 44.8% de las estudiantes del último año son mujeres. La tasa de terminalidad amplía esa brecha ya que solo el 48.1% de las mujeres finaliza su educación técnica, frente al 56.1% de varones.
Y entre quienes se reciben, los varones continúan estudios post secundarios vinculados a la educación agraria en un 47%, mientras que las mujeres solo lo hacen en un 13.6%.
Dentro de este eje también se analizó el acceso a la conectividad y la brecha digital. Se estima que 4 de cada 10 mujeres en la región no están conectadas y/o no pueden costear una conectividad efectiva.
Respecto de las diferencias entre zonas urbanas y rurales, mientras que el 68% de los hogares urbanos estaban conectados a internet, en los datos salientes del Censo de 2018, solo un 23% de los hogares rurales tenían acceso.
Finalmente, respecto a la “Agricultura 4.0”, en el caso de las Agtech solo un 11% de las fundadoras de las startups son mujeres, de acuerdo con datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Otro dato llamativo se desprendió de la dimensión vinculada a la participación política. Según el informe presentado, la participación de las mujeres en las comisiones directivas de las entidades gremiales agropecuarias, en Argentina, es solo del 7,18%. Ese porcentaje sube al 26,6% dentro de entidades profesionales, de acuerdo a un trabajo elaborado por CPIA en 2023.
En torno al eje enfocado en la violencia de género, el trabajo mostró que la violencia se agrava en la ruralidad por distintos motivos: la dispersión geográfica, el aislamiento, las distancias, las debilidades de infraestructura (conectividad, caminos, transporte público), la ausencia de información y de presencia del Estado en territorios más aislados.
Esto lleva a que sea más difícil aplicar estrategias de atención pública que si son aplicadas por lo general en las urbes, como el botón anti-pánico, o la presencia de comisarías de la Mujer y las Familias.
Finalmente, la última dimensión considerada fue la de “mujeres rurales y cambio climático”, sobre la que se hizo foco en la necesidad de buscar la igualdad de género a la hora de emprender acciones climáticas.
“En muchas regiones de nuestro país las mujeres cargan con una responsabilidad desproporcionada cuando se trata de garantizar alimentos, agua y combustible”, señalaron desde MRA.
“Las estructuras institucionales de toma de decisiones en el ámbito climático demuestran el limitado acceso de las mujeres al ejercicio del poder y a los procesos de decisiones”, añadieron.
En esta situación, los llamados “empleos verdes” constituyen oportunidades para las mujeres, al poder ocupar lugares de mejor calidad y mayores ingresos.
Sin embargo, según el informe del Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial (OEDE), publicado en noviembre de 2023, las mujeres participan en una proporción muy inferior a la de los varones. En 2022, del total de los puestos de trabajo verdes, el 16,3% los ocupan las mujeres, frente al 83,7% de los varones.
María Stegagnini finalizó la exposición afirmando que “el feminismo es el trabajo por la igualdad, y no pararnos en el trabajo de las brechas”.
Mirá el informe completo acá:
InformeSectorial_MRA_FINAL_160924