En los últimos dos años Brasil –en gran medida por la retirada de la Argentina– logró incrementar de manera considerable sus exportaciones de harina de soja, pero también aumentó los embarques de productos cárnicos, con lo cual logró mantener estable el indicador relativo al agregado de valor.
En 2023 Brasil exportó 2,5 toneladas de harina de soja por cada tonelada de carne vacuna, porcina y aviar comercializada al exterior, una cifra similar a la registrada en la última década.
“Argentina, en cambio, exportó en 2023 una tonelada de carne cada 12 toneladas embarcadas con harina de soja”, remarca un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario. En 2022 y 2021 esa relación había sido de 20 y 23 respectivamente.
Detrás de esa mejora en el indicador relativo al valor agregado se esconde, de todas maneras, un suerte de “trampa” porque, si bien aumentaron en los últimos años las exportaciones cárnicas (fundamentalmente vacunas), también se registró una desaceleración de las exportaciones de harina de soja que culminó en 2023 con una baja abrupta de los embarques como producto de un desastre climático.
Si bien se observa una mejora progresiva del valor agregado de la harina de soja en la Argentina, el “espejo” brasileño muestra que el país tiene aún una gran tarea por delante para mejorar la matriz de sus exportaciones agroindustriales.
La Bolsa de Comercio de Rosario indica que, si se consideran los principales países exportadores de harina de soja –Argentina, Bolivia, Brasil, EE.UU. y Paraguay, que representan el 90% de las exportaciones mundiales– en términos de año calendario se proyecta que los mismos industrialicen 164,5 millones de toneladas de soja en 2024, una cifra récord que supera la registrada en 2022.
Respecto a las exportaciones de esos cinco países, se proyecta que en 2024 alcancen un récord de 64,2 millones de toneladas, lo que contribuiría a mantener “planchado” los precios FOB del producto en el mercado internacional.
En cuanto a la situación argentina, la Bolsa de Comercio de Rosario prevé una cosecha este año de 50,0 millones de toneladas, de las cuales 39,6 millones serían procesadas por las grandes industrias aceiteras, mientras que otras 4,8 millones de toneladas serían molidas por fábricas de expellers o balanceados.
Porque la mentalidad del empresario brasileño es distinta a la del argentino. Corta la bocha