En la finca experimental de El Cadillal, en el valle jujeño de Los Pericos, una red de productores, cooperativas, técnicos, estudiantes y docentes viene construyendo, desde hace años, una alternativa concreta a la producción hortícola convencional.
Los actores son diversos pero la apuesta es una sola: producir alimentos más sanos, sin insumos químicos y que permitan reducir costos, para la producción de frutas y hortalizas que se logran comercializar en diversos mercados de concentración de la región. Allí además, un equipo de 4 personas elabora bioinsumos de manera continua, proveyendo a los más de 60 productores de la zona que ya aplican estas técnicas.
Una de las cooperativas que impulsa este proceso es “Los Tatitos”. Su presidenta, la técnica agropecuaria Mirta Ramos, comenta que “hace un tiempo que venimos utilizando bioinsumos para la producción de hortalizas y de frutilla con muy buenos resultados. En la producción de verdura de hoja, como la acelga y la espinaca, hemos tenido maravillosos avances, en la calidad y en el rendimiento. En el caso de la frutilla, estamos teniendo muy buenos resultados con el dulzor alcanzado”.
Mirta insiste con la producción de insumos naturales ya que, a lo largo de distintas temporadas, el suelo va mejorando de manera progresiva, haciendo que cada vez sea menos necesario hasta el propio uso de bokashi, debido a que la tierra se recupera de manera natural conservando los nutrientes que antes se perdían debido al uso de químicos.
El bokashi es un abono fermentado de origen japonés que, con insumos accesibles y locales, mejora la fertilidad del suelo y fortalece los cultivos.
“Antes mis frutillas eran sosas en verano. Ahora, con té de bokashi, sauce, cola de caballo y otros preparados, son más jugosas y aguantan más. Hace unos años, el uso de químicos era la única opción, hoy el bokashi y otros bioinsumos nos permite cosechar frutas y verduras más resistentes, sabrosas y nutritivas”, cuenta Raúl Cárdenas, productor y dueño de la finca en la que se impulsaron las primeras pruebas, hace cinco años.
La Asociación Madre Tierra de San Pedro se sumó recientemente al proceso, aportando su propia experiencia en transición agroecológica, en particular con el cultivo de maíz a cielo abierto. “Los que no querían, ahora se animan. Las hojas están más verdes, grandes y brillosas. El cambio salta a la vista”, resume María Cruz, una de sus integrantes.
El trabajo colectivo también incluye ensayos comparativos, para evaluar con datos lo que en el campo ya se nota. Según el agrónomo Emanuel García, los cultivos tratados con bokashi mostraron hasta un 50 % más de rendimiento en vivero y más del 60 % en campo abierto. Las frutillas, además, duplicaron su nivel de dulzura. Estos resultados serán presentados en el próximo Congreso de Agroecología a realizarse del 12 al 14 de noviembre en Jujuy.
A esta experiencia se suma un grupo de estudiantes de la Escuela Técnica 1 de Palpala que, junto a sus docentes, se dieron a la tarea de generar maquinaria adaptada para el uso agroecológico a través del diseño de una mezcladora de bokashi, mejorando así la productividad y alivianando el trabajo en la finca.
“Esperamos que se sumen más productores a este cambio hacia lo agroecológico. Ojalá vengan a ver como elaboramos nuestros propios abonos y los resultados que obtenemos”, comenta Mirta Ramos.
Este trabajo es apoyado por la Dirección de Agricultura Familiar de la Secretaría de Economía Popular de Jujuy. “A través del manejo agroecológico mejora la calidad de producción así como la reducción de costos en los insumos. Al no usar químicos, que por lo general tienen costos en dólares, y poder utilizar recursos locales, se logra que los productores mejoren sus condiciones económicas notablemente, así como los consumidores son beneficiados con productos saludables”, mencionó Rubén Daza, referente de esta cartera.