Esta semana tuve la oportunidad de estar en Foz de Iguazú. Unos pocos kilómetros me separaban del “coto de caza” que es la Argentina. Pero ya se notaba que estaba en un país porque la gente no pierde el tiempo –y así se le va la vida– en discusiones inútiles.
En un evento sobre “biocombustibles para la descarbonización del transporte” el secretario de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles de Brasil, Pietro Adamo Sampaio Mendes, explicó que van camino a ser una potencia bioenergética.
Actualmente, en términos promedio, al llenar un tanque de nafta en Brasil, un 45% del mismo está compuesto por bioetanol elaborado en su mayor parte con caña de azúcar, aunque también se emplean otras materias primas (como el maíz). Con una nueva legislación aprobada recientemente, la meta es que esa proporción alcance el 55% en algunos años más.
Eso implicaría, en los hechos, que la nafta proveniente de fuentes fósiles no renovables sería el combustible “de corte” con bioetanol y no a la inversa como sucede hoy.
En el hemisferio norte está habiendo un lobby fenomenal, potenciado con subsidios y regulaciones, diseñado para imponer el automóvil eléctrico, algo que es económicamente inviable para las naciones sudamericanas con grandes extensiones territoriales y limitaciones presupuestarias.
Brasil, más allá de cuál sea el gobierno de turno, determinó hace décadas que los biocombustibles son una Política de Estado. Y así, por ejemplo, es factible observar que los automóviles de las fuerzas de seguridad que custodian a los funcionarios que en estos días participan de los eventos del G20 llevan con orgullo la insignia del “bioetanol brasileño”.
Luego del accidente nuclear de Fukushima (2011), muchos se preguntaron porqué los japoneses montaron tantas centrales de energía nuclear en zonas con riesgo sísmico. ¿Son estúpidos? Para nada: saben que ninguna nación puede considerarse como tal sin independencia energética.
Toyota, una compañía japonesa que promueve los automóviles eléctricos, en Brasil se adaptó y creó el “flex fuel híbrido” que funciona con nafta, bioetanol, mezclas de bioetanol con nafta y electricidad. En un país el Estado establece las reglas de juego y los privados acompañan (o se van si no les gusta el juego). En el evento de Foz de Iguazú la empresa expuso un modelo deportivo de Toyota Prius “flex fuel híbrido” que es una auténtica maravilla.
En la Argentina, territorio aspirante a país (aunque alguna vez lo haya sido), ocurre exactamente lo inverso: el sector privado dicta las normas y las estructuras que representan al Estado –al menos en términos simbólicos– acompañan.
Así, por ejemplo, cuando funcionarios de turno quisieron seguir el mismo camino que Brasil –o el de EE.UU.–, se encontraron con el rechazo de la industria automotriz que asegura que los autos argentinos no están calibrados para usar un mayor componente de bioetanol y que, si se instrumenta un aumento del corte del bioetanol (que actualmente es del 12%), los motores van a fallar.
Las mismas compañías que en Brasil se circunscriben a una Política de Estado, son las que se aprovechan de la ignorancia y desidia de los funcionarios argentinos para mantener el status quo y evitar avances en la materia.
Por suerte en el territorio argentino hay una provincia habitada por cordobeses que, lejos de dejarse boludear, decidieron probar qué pasaba al usar una mayor proporción de bioetanol en automóviles producidos en la Argentina. Y no pasa nada. De hecho, empleando E70 (mezcla de 70% de bioetanol con 30% de nafta premium) los autos funcionan más que bien.
Además en la provincia de Córdoba se fabrican automóviles “flex fuel” que se exportan a Brasil, pero que, al no estar homologados en la Argentina, no pueden usarse aquí. Los vehículos flex fuel, que pueden usar nafta, etanol o una combinación de ambos, fueron introducidos en Brasil en 2003 y actualmente conforman la mayor parte del parque automotor de esa nación porque allí el etanol, elaborado fundamentalmente en base a caña de azúcar, es más barato que la nafta.
Es decir: es factible poner más “campo” que petróleo en el tanque y ganar en salud y soberanía energética. Pero para eso es condición necesaria tener un Estado. Y no la ilusión de uno integrada por fantasmas temerosos, pusilánimes o acomodaticios.
Es como dice el chiste,a un país con todos los recursos,como el nuestro,Dios le puso a estos políticos a manejarlo,para emparejar.